Atracción hacia personas del mismo sexo
¿Se aplica el Plan de Salvación a las personas gais?


“¿Se aplica el Plan de Salvación a las personas gais?”, Atracción hacia personas del mismo sexo: Personas , 2020

“¿Se aplica el Plan de Salvación a las personas gais?”, Atracción hacia personas del mismo sexo: Personas

¿Se aplica el Plan de Salvación a las personas gais?

Dios tiene un plan para su felicidad

El plan de Dios es perfecto, aunque nuestra comprensión actual de Su plan no lo sea. Por medio del Salvador Jesucristo, podemos hallar esperanza y sanación a pesar de los muchos desafíos de la vida.

Dios tiene un plan para nuestra felicidad. Él nos envió a la tierra para aprender de nuestras circunstancias; nos envió aquí para tomar decisiones.

Vivíamos con Dios antes de nacer, lo conocimos y Él nos conoce a nosotros. Él conoce nuestros puntos fuertes y débiles, nuestros sueños y temores. La vida mortal es nuestro camino personal para llegar a conocer a Dios de nuevo. Él conoce nuestro gran potencial eterno y sabe quiénes podemos llegar a ser. Por encima de todo, Dios nos ama (véase 2 Nefi 2:25).

Nosotros podemos haber olvidado el tiempo que pasamos con Dios, pero Él no nos ha olvidado. Él llama a profetas para recordarnos por qué estamos aquí y cómo llegar a ser como Él (véase Lucas 11:49).

Estamos aquí para un sabio propósito; Dios nos envió a esta época y este lugar. Él conocía los desafíos que enfrentaríamos y las decisiones que se nos requeriría tomar. Dios no obligará a ninguno de Sus hijos a obedecer Sus leyes. Él quiere que elijamos por nosotros mismos, sin importar nuestras circunstancias, para que aprendamos por la experiencia y lleguemos a ser como Él es; pero Dios no nos obligará a obedecerlo (véase 2 Nefi 2:16).

Como seguidores de Jesucristo, aprendemos a escuchar al Espíritu y a andar en la Luz de Cristo. Podemos discernir lo que está bien o mal, a pesar de los apetitos físicos y las tentaciones que son contrarios a los principios verdaderos; y al escoger lo correcto, nos volvemos más fuertes. A veces puede parecer que estemos en guerra contra nosotros mismos, pero vencer la oposición forma parte del plan para hacernos más fuertes. La oposición no es cómoda, pero es necesaria.

“… porque es preciso que haya una oposición en todas las cosas. Pues de otro modo […] no se podría llevar a efecto la rectitud ni la iniquidad, ni tampoco la santidad ni la miseria, ni el bien ni el mal” (2 Nefi 2:11).

Cuando pecamos, y todos lo hacemos, podemos arrepentirnos. El proceso del arrepentimiento ayuda a limpiar nuestra alma y nos permite acercarnos más a Dios. El arrepentimiento no es un castigo. Es un don, adquirido en Getsemaní y en Gólgota por nuestro Salvador Jesucristo.

“Mas él herido fue por nuestras transgresiones, molido por nuestras iniquidades; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por sus heridas fuimos nosotros sanados” (Isaías 53:5).

El sacrificio de nuestro Salvador, al que llamamos la expiación de Jesucristo, es más que un pago por nuestros pecados. Podemos volvernos al Salvador para sanar nuestro corazón, para fortalecer nuestro espíritu y para hallar la paz. Podemos depositar nuestras cargas a Sus pies, y Él las alzará. Él es nuestro Redentor. Él nos conoce.

“… y sus debilidades tomará él sobre sí, para que sus entrañas sean llenas de misericordia, según la carne, a fin de que según la carne sepa cómo socorrer a los de su pueblo, de acuerdo con las debilidades de ellos” (Alma 7:12).

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