Sesión Dos
Cómo Comunicarse con Amor
“El esposo y la esposa tienen la solemne responsabilidad de amarse y cuidarse el uno al otro, y también a sus hijos”.
“La Familia: Una Proclamación para el Mundo”
Objetivos de la sesión
Durante esta sesión, ayude a los participantes a:
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Comprender que a medida que se parezcan más a Cristo y experimenten un cambio de corazón, aumentará su deseo y capacidad de comunicarse en forma eficaz y apropiada.
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Aprender técnicas de comunicación que mejoren su capacidad para entender y compartir sentimientos dolorosos.
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Comprender que el comportamiento cristiano y la buena comunicación fortalecen el matrimonio.
El amor y la buena comunicación
Los profetas y apóstoles de los últimos días han enseñado que los padres deben amarse mutuamente y también amar a sus hijos: “El esposo y la esposa tienen la solemne responsabilidad de amarse y cuidarse el uno al otro”1.
La comunicación en el matrimonio comprende todos los pensamientos, sentimientos, acciones o deseos que recíprocamente se expresan esposo y esposa, ya sea en forma verbal o tácitamente. La buena comunicación es una manifestación de amor que promueve la comprensión y el respeto mutuos, disminuye el conflicto y aumenta el amor, abriendo así las puertas a los niveles más sublimes de la intimidad humana. Toda pareja casada puede aprender a comunicarse eficazmente.
El presidente Spencer W. Kimball enseñó lo siguiente acerca de una buena comunicación:
“Hay algo mágico en las palabras que se usan en la forma apropiada. Algunas personas las usan con exactitud, mientras que otros las usan de manera descuidada.
“Las palabras son un medio de comunicación y las que son incorrectas dan la impresión equivocada, resultando en peleas y malentendidos. Las palabras son la base de nuestra vida y los instrumentos de nuestros negocios, de nuestras expresiones de afecto y de los registros que llevamos de nuestro progreso. Las palabras hacen latir el corazón con fuerza y provocan que las lágrimas fluyan de compasión. Las palabras pueden ser sinceras o hipócritas. Muchos de nosotros carecemos de un buen vocabulario y, en consecuencia, somos torpes al hablar”2.
La magnitud de los problemas de comunicación
En un estudio que se hizo a 21.501 parejas casadas, llevado a cabo en los Estados Unidos de América, el psicólogo David H. Olson de la Universidad de Minnesota y su colega Amy K. Olson, descubrieron que la mala comunicación es uno de los diez primeros impedimentos para la satisfacción matrimonial. El 82 por ciento de los matrimonios deseaba que sus compañeros compartieran sus sentimientos más a menudo. Otras respuestas relacionadas con la comunicación, aunque no se encontraban entre las diez primeras, también se clasificaron en niveles altos: al 75 por ciento le resultaba difícil pedirle a su cónyuge lo que deseaba, el 72 por ciento no se sentía comprendido, el 71 por ciento dijo que su consorte no hablaba sobre problemas o asuntos importantes con ellos, y el 67 por ciento manifestó que su compañero hacía comentarios denigrantes sobre ellos3. El estudio también reveló que la “comunicación satisfactoria” es el mejor indicio de un matrimonio feliz4.
La manera de ablandar el corazón
Cuando los matrimonios tienen un corazón contrito y están dispuestos a perdonar y a pedir perdón, hacen los mayores progresos en lo que respecta a mejorar las técnicas de la comunicación. Las personas pueden ablandar su corazón sin importar lo que su cónyuge decida hacer.
Victor Cline, un psicólogo miembro de la Iglesia, hizo esta observación: “En treinta años de aconsejar a matrimonios, he llegado a la conclusión de que el aprender técnicas nuevas de comunicación, ir a seminarios sobre el mejoramiento de relaciones o leer los mejores libros que tratan ese tema, no sanará las heridas conyugales a menos que las personas interesadas tengan el espíritu contrito o sientan que su corazón se ha ablandado. Ese acto de ablandar el corazón, por lo general tiene que ocurrir en ambos cónyuges, aun cuando uno de ellos sea más culpable de los problemas que el otro. Aunque no es posible forzar al cónyuge a cambiar, usted puede cambiar. Puede optar por amar y perdonar, pase lo que pase. El resultado de eso es, generalmente, un cambio en la actitud y también en la conducta de su pareja”5.
Las Escrituras sugieren que la forma en que las personas se comunican, está relacionada con el tipo de personas que son. Jesús enseñó: “Lo que sale de la boca, del corazón sale” (Mateo 15:18). Santiago hizo la siguiente declaración en su epístola: “Si alguno no ofende en palabra, este es varón perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo” (Santiago 3:2). Para mejorar la comunicación quizás haya que hacer cambios en el carácter, en la manera de pensar, de sentir y de actuar. Como seguidores de Cristo, procuramos llegar a ser como Él, de la misma forma que enseñó a los discípulos nefitas: “¿Qué clase de hombres habéis de ser? En verdad os digo, aun como yo soy” (3 Nefi 27:27).
Cómo mejorar la comunicación
Las siguientes recomendaciones les ayudarán a mejorar la comunicación en su matrimonio.
Eliminen las maneras destructivas de hablarse el uno al otro
Durante más de veinte años de estudios sobre los intercambios verbales entre las parejas, el psicólogo John Gottman determinó que existen cuatro maneras de comunicarse que, con frecuencia, destruyen el matrimonio:
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La crítica: “Atacar la personalidad o el carácter del cónyuge… normalmente, al culparlo”.
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El desprecio: Insultar o rebajar al cónyuge; indicar por medio de las palabras o acciones que ustedes piensan que su cónyuge es “tonto, desagradable, incompetente, necio”.
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La actitud defensiva: Responder defensivamente a quejas, crítica o desprecio recurriendo a excusas, negación, discusión, lamentos o a echarle la culpa al otro en lugar de tratar de resolver el problema.
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La indiferencia: Apartarse física o emocionalmente de la relación cuando surgen desacuerdos, mostrando indiferencia y frialdad total6.
Algunos esposos y esposas dicen y hacen cosas inconscientemente, lo que impide escuchar y compartir. Los malos hábitos, tras años de repetirlos y consolidarlos, llegan a arraigarse profundamente. A veces, los problemas abarcan mucho más: puede haber cónyuges que obstruyan intencionalmente la comunicación como consecuencia del enojo, los pensamientos negativos, la frustración personal, la brutalidad o la indiferencia. Estos matrimonios pueden necesitar ayuda profesional y eclesiástica para resolver sus problemas. Si un matrimonio experimenta trabas para comunicarse, debería examinar la manera en que se hablan y encontrar la razón por la que lo hacen así, para que de esta forma puedan resolver los asuntos que les causan problemas.
Además de eliminar las maneras destructivas de hablarse el uno al otro, los cónyuges deben aumentar la comunicación positiva. “La proporción mágica es de cinco a uno”, dice Gottman. Cuando los sentimientos y la acción recíproca positivos surgen cinco veces más que los negativos, “el matrimonio tiene probabilidades de ser estable”7.
En su estudio, Gottman descubrió que los matrimonios que eran felices y estaban satisfechos en su matrimonio, eran mucho más positivos el uno hacia el otro, ya que sus interacciones tenían las siguientes características:
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Se mostraban interesados en lo que su cónyuge decía.
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Demostraban afecto siendo tiernos, tomándose de la mano y expresándose amor.
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Demostraban su interés mediante la amabilidad, los regalos ocasionales y las llamadas telefónicas.
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Demostraban aprecio haciendo cumplidos, estando orgullosos de su compañero eterno y expresando agradecimiento.
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Demostraban preocupación cuando el esposo o la esposa estaban atribulados.
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Expresaban una real comprensión al demostrar que entendían y sentían lo que su cónyuge sentía.
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Eran tolerantes; demostraban a su consorte que aceptaban y respetaban lo que había dicho, aun cuando no estuvieran de acuerdo.
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Hacían bromas y se divertían juntos sin ser ofensivos.
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Compartían la alegría cuando estaban contentos o entusiasmados8.
Aunque el objetivo final es el de eliminar lo negativo por completo, el esposo y la esposa deben mientras tanto, intentar aumentar las interacciones positivas y disminuir las negativas.
Reconozcan y acepten las diferencias
Hay personas que se comportan como si creyeran que su cónyuge debe pensar y actuar de la misma manera que ellas. Si los esposos y esposas reconocen, aceptan y aprecian las diferencias que tiene su cónyuge, serán más comprensivos y responderán mejor a las necesidades y las maneras de actuar del otro.
Se han escrito muchos libros y artículos famosos y de gran erudición acerca de las diferencias entre el hombre y la mujer, especialmente sobre los estilos y las maneras de comunicarse. En realidad, dos personas pueden ser muy diferentes. Algunos escritores y conferencistas sostienen que las mujeres valoran más la interdependencia, el relacionarse con otras personas y la cooperación; y que cuando abordan un problema procuran el consenso, escuchan, hacen preguntas, manifiestan sentimientos y comparten sus problemas. Estas mismas personas también afirman que los hombres, por lo general, le dan más importancia a la independencia, la libertad, la posición social y la autoridad; y que cuando abordan un problema, actúan en consecuencia, dan consejos, tranquilizan a otros y encuentran soluciones.
Aun cuando estos libros y artículos son interesantes y, en general, populares, las diferencias que describen varían de una persona a otra y de una cultura a la otra. Las tendencias sociales, la educación de la familia y las actividades profesionales influyen en la manera en que las personas piensan y cómo se comunican y relacionan con otras personas. Esposo y esposa deben entender que su cónyuge es un individuo con una forma diferente de comunicarse. Estas diferencias no necesariamente tienen que ser un obstáculo; el que sean diferentes en la forma de comunicarse o de reaccionar frente a una situación particular, puede llegar a ser un punto fuerte en la relación matrimonial.
Examinen las tendencias a pensar destructivamente
Si alguien tiene pensamientos negativos con respecto a su cónyuge, le será más difícil comunicarse positivamente. Los pensamientos negativos muchas veces están tergiversados: Es posible que una persona magnifique sus puntos fuertes y minimice sus debilidades, al mismo tiempo que magnifica las debilidades y minimiza los puntos fuertes de su cónyuge. Los integrantes de la clase pueden empezar a corregir cualquier pensamiento tergiversado que puedan tener examinándolo y buscando en él evidencias de error, contemplando con una perspectiva diferente las acciones o palabras de su cónyuge que les parezcan inaceptables, y considerando que su conducta puede deberse a buenas intenciones. También pueden orar para que el Señor les ayude a ver a esa persona como Él la ve. Por lo general ocurre, que si uno de los esposos le habla al otro con amabilidad, ambos comenzarán a tener pensamientos y sentimientos positivos.
Gottman descubrió que los pensamientos destructivos a menudo implican sentimientos de ser víctima inocente o de tener derecho a estar enojado; estos pensamientos pueden ocurrir conjunta o separadamente9. Aquellos que son víctimas inocentes, suelen tener miedo de su cónyuge; sienten que se les acusa injustamente, se les maltrata o que no se les aprecia. Algunos llegan a tener tanto miedo, que no se atreven siquiera a defenderse; se sienten justificados con su papel de víctima y lo usan como excusa para evadir la responsabilidad de salvar su matrimonio10.
Aquellos que sienten que tienen derecho a estar enojados, sienten “hostilidad y desprecio” hacia su cónyuge por haberlos herido; sienten que su ira está justificada y, en ocasiones, desean vengarse. Las personas que se sienten lastimadas o enojadas, no suelen tener el deseo de usar técnicas para la buena comunicación; no les importa escuchar ni esforzarse por entender11.
Aunque está bien que las personas tengan en cuenta sus propias necesidades en el matrimonio, algunos esposos y esposas son egocéntricos y dirigen sus pensamientos hacia la satisfacción personal. Es posible que culpen a otros en vez de hacerse responsables de sus problemas, o pueden mentir o negar sus actos. Es probable que desdeñen o rebajen a su cónyuge por no satisfacerlos con sus expectativas egoístas.
A veces las personas se sienten tan abrumadas por su propia negatividad o la de su cónyuge que se vuelven hostiles, están a la defensiva, o comienzan a ser indiferentes. En estos casos, la comunicación constructiva es casi imposible.
Utilicen buenas maneras de comunicarse
Los cónyuges pueden practicar y fortalecer habilidades que les ayuden a comunicarse mejor. A medida que remplacen las viejas maneras destructivas de comunicación con formas nuevas y mejores de relacionarse, crearán un mejor ambiente en el que sea posible realizar el cambio de corazón que fue descrito anteriormente en esta sesión. De todas maneras, la comunicación eficaz implica correr riesgos. Cuando esposo y esposa abren los canales de la comunicación, comienzan a sentirse más seguros al compartir aquellos sentimientos delicados de los que antes temían hablar; puede que afloren las diferencias y que aparezcan los conflictos; sin embargo, el dolor que pueda surgir como consecuencia de ello, normalmente es pasajero. Las heridas de una relación comienzan a curarse cuando los cónyuges son capaces de comprender y aceptar los sentimientos del otro; los problemas pueden resolverse cuando se habla sobre ellos con habilidad y sensibilidad.
Las siguientes destrezas ayudarán a los matrimonios a mejorar la comunicación:
Mostrarse interesados y atentos cuando su cónyuge habla. Pueden demostrar silencioso interés en lo que diga su esposo o esposa, manteniendo contacto visual mientras hable, y prestando atención en lugar de dar la impresión de estar aburridos o molestos.
Cuando el cónyuge esté preocupado o necesite hablar, el esposo o la esposa debe dejar de lado los intereses personales, y escuchar. En caso de que otras obligaciones impidan escuchar, los cónyuges deben acordar seguir con la conversación lo antes posible. Al escucharse el uno al otro, deben ser conscientes de su lenguaje corporal y deben hacer notar que están escuchando, asintiendo con la cabeza o diciendo: “Claro”, “Sí, entiendo”, etc. El élder Russell M. Nelson, del Quórum de los Doce, dio el siguiente consejo: “El tomar tiempo para hablar, es esencial para mantener intactas las vías de comunicación. Si el matrimonio es lo primero en la vida, merece que se le dé el primer lugar12.
Hacer preguntas. Una persona puede alentar a su cónyuge a hablar haciendo preguntas, tales como “Me parece que hay algo que te molesta, ¿quieres hablar del asunto?”.
Algunos esposos y esposas evaden los conflictos y vacilan cuando llega el momento de decir lo que piensan y sienten, por temor a causar desacuerdos. Es probable que por esta razón no compartan asuntos delicados el uno con el otro. No obstante, es difícil que los sentimientos cambien a menos que hablen sobre ellos. Una forma de ayudar al cónyuge a hablar sobre asuntos delicados, es formulando preguntas acerca de sus pensamientos y sentimientos con un deseo genuino de entender su punto de vista; una vez que los dos entiendan las perspectivas de cada uno, se puede empezar a trabajar en las soluciones.
Escuchar activamente. Aquellos que tienen la habilidad de saber escuchar, en ocasiones repiten lo que oyen y al hacerlo con palabras diferentes, demuestran interés y comprensión de lo que su cónyuge haya dicho y así le darán la oportunidad de aclararlo si no lo han entendido bien.
Los esposos y las esposas pueden decir: “Déjame repetir lo que creo que has dicho para asegurarme de que he entendido bien”. (Por ejemplo: “Te sientes herida(o) o molesta(o) porque no hablé contigo antes de comprar el sofá. Te sentiste ignorada(o) y excluida(o). ¿Es así?” o “Cuando compré el sofá, sentiste que rompí una regla sobreentendida acerca de tomar juntos las decisiones importantes, y eso te hirió. ¿Es así?”). Pueden repetir lo que han entendido del mensaje hasta que la otra persona esté segura de que el oyente ha entendido. El oyente no debe interponer su posición para estar más seguro; debe aceptar los pensamientos y sentimientos de la otra persona y no criticarla ni juzgarla.
Dar a conocer las intenciones. Al enfrentar un tema difícil, pueden compartir primero sus intenciones: Lo que desean de su relación y lo que quieren para su pareja y para sí mismos. Si las intenciones son buenas, el cónyuge entenderá que quieren resolver el asunto, y no criticar ni quejarse.
Algunas veces, cuando surgen problemas en el matrimonio, la persona que está molesta sólo saca a relucir los sentimientos negativos o utiliza maneras destructivas para comunicarse, como la crítica, el desprecio, la actitud defensiva o la indiferencia. La relación se perjudica cuando esto sucede y deja como resultado un cónyuge que no se siente aceptado, que se siente rechazado, humillado, triste, herido, frustrado o enojado. Un método mejor es que ambos cónyuges afronten el problema con la idea de que lo resolverán, y no que sólo se quejarán; por eso, pueden empezar por comunicar su intención de hallar la solución. Por ejemplo: “Quiero que sepas que te amo y que valoro nuestra relación. Hay un problema del que debemos hablar y quiero que lo resolvamos para que podamos seguir sintiéndonos cerca y bien entre nosotros”.
Emplear el “Yo” en la comunicación. Cuando se sientan disgustados, los cónyuges deben hablar en primera persona del singular en lugar de usar el “Tú”.
Al emplear el “yo” en la comunicación, compartimos sentimientos personales y damos las razones por las que nos sentimos así (por ejemplo: “Me molesta mucho que no paguemos a tiempo las cuentas y que no ingresemos los cheques en el registro del talonario”), en lugar de echarle la culpa al cónyuge. Cuando hablamos en primera persona del singular, también damos a entender que nos hacemos responsables de nuestros sentimientos (por ejemplo: “Estoy enojada” será mejor que: “Tú me haces enojar”).
Los mensajes con el “tú” transmiten información condenatoria, negativa y, a menudo, distorsionada acerca del esposo o esposa (por ejemplo: “Tú eres un o una holgazán(a)” o “Tú nunca limpias lo que ensucias”). Cuando hablamos de “tú” destacamos el resentimiento, la actitud defensiva y las represalias.
Concordar con la verdad y no hablar con una actitud defensiva. Cuando las personas reciban crítica o censura, deben concordar con la verdad. Si los cónyuges se hacen responsables de sus errores, calmarán las discusiones y su credibilidad aumentará. Si niegan la verdad, a menudo intensifican los problemas y dan la apariencia de debilidad y culpabilidad.
Gottman describió la actitud defensiva como una de las maneras destructivas más peligrosas de comunicarse; observó que “puede llevar a un círculo vicioso de negatividad que nunca termina”. La actitud defensiva abarca tanto el negar la responsabilidad como el poner excusas, estar en desacuerdo, criticar, atacar, ser cínico o sarcástico y lamentarse.
Por el contrario, el no tener una actitud negativa significa asumir la responsabilidad, reconocer los errores, buscar soluciones para los problemas, ponerse sinceramente de acuerdo en hacer cambios y reconocer respetuosamente los sentimientos del cónyuge. Gottman observó que aquellos que aprendan a no tomar una actitud defensiva es casi seguro que mejorarán sus matrimonios: “La táctica más importante para evitar la comunicación defensiva es elegir tener un modo positivo de pensar en el cónyuge y restablecer los elogios y la admiración en la relación”13.
A medida que las personas concuerden con la verdad y aprendan a hablar con una actitud que no sea defensiva, recordarán cuán eficaz es decir simplemente: “Lo siento”. Una disculpa sincera termina con el conflicto y aplaca los sentimientos de ira y contención.
Elogiar sinceramente. El elogio sincero mejora la comunicación y ayuda a las personas a sentirse mejor consigo mismas. Como lo sugiere Gottman: “El recordar a su compañero (y a sí mismos) que realmente lo admira, con seguridad tendrá un efecto potente y positivo en el resto de la conversación”14. Este tipo de elogio fortalece la relación.
Expresar claramente las preferencias. La escritora Susan Page observó que algunos matrimonios pasan años sin compartir sus preferencias o expectativas15. Algunas expectativas son simples, tal como pedir que saque la basura o que lleve el plato al fregadero (pileta, lavadero) después de la cena; otras son menos triviales. Page sugirió que las expectativas que no se comunican, pueden entorpecer la relación durante años, porque cuando no se cumple con ellas, las personas suelen sentirse desilusionadas, frustradas y enojadas, aun si no han compartido sus deseos y esperanzas. Es posible que con el tiempo se decepcionen de la relación.
Algunas de las razones más frecuentes para no compartir lo que se desea o espera se deben a pensamientos tales como: “Él debería saber qué es lo que quiero”; “Ella va a creer que la estoy criticando”; “De todas formas, nunca lo obtendré; así que ¿para qué pedirle?”. Sin embargo, al pedir lo que desean, las personas demuestran que asumen la responsabilidad que les corresponde en la relación, al mismo tiempo que la fortalecen. Incluso si una solicitud no se concede, o crea un conflicto, el exteriorizarlo lo sacará a luz; y una vez que se expresa, se puede buscar la manera de arreglarlo y, finalmente, resolverlo16.
Las personas deben hacer uso del buen juicio cuando piden lo que quieren, recordando que no todas las solicitudes son apropiadas; por lo tanto, deben:
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Tener claro qué es lo que quieren antes de pedirlo.
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Escoger el momento oportuno para solicitarlo; es posible que el cónyuge no responda muy bien cuando está preocupado con otros asuntos.
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Ser específicos; por ejemplo, podrían decir: “¿Podrías sacar la basura, por favor?”, en lugar de: “Desearía que fueras más servicial”.
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Pedirlo en forma breve, sin suavizarlo a modo de justificación; por ejemplo, podrían decir: “Me gustaría que me despidieras con un beso antes de irme a trabajar”, en vez de: “Ya sé que es mucho pedir, y que a veces no estás del todo despierta(o), pero me ayudaría a sentirme mejor si…”.
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Pedir sin exigir. “¿Te molestaría…?” es una buena frase introductoria. Los cónyuges deben entender que su esposo o esposa tiene derecho a decir que no, sobre todo cuando lo que se pide es inapropiado17.
Si el cónyuge se niega a conceder lo solicitado, aun cuando esto parezca ser apropiado y la persona lo desea con vehemencia, ésta puede volver a pedirlo de otra manera. Puede llevar tiempo el hecho de que el cónyuge se dé cuenta de cuán importante es lo que su esposo o esposa le ha pedido18.
Examinen la forma en que se hablan el uno al otro (la expresión versus el contenido)
A veces los matrimonios se concentran tanto en situaciones, como por ejemplo, quién debe sacar la basura o pagar las cuentas (el contenido), que no reconocen que el mayor problema es la forma en que se comunican (la expresión). A modo de intento de arreglar los problemas de comunicación, siguen haciendo cosas que no funcionan, como gritar, discutir o dar sermones; en vez de ayudar a resolver problemas, estas actitudes contribuyen a constante contención. Si los cónyuges evalúan y cambian la manera de expresarse, para hacerla más eficaz, resolverán mejor los conflictos y obtendrán una nueva apreciación que los llevará a relacionarse mejor.
En lugar de permitir que la pareja debatiera eternamente acerca de si el esposo le pegaría a alguien, el terapeuta se concentró en la manera en que solían manejar los desacuerdos, incluso el que estaban teniendo en ese momento. Con frecuencia, la esposa iba con sus quejas al marido por las cosas que le molestaban; a él le parecía que le estaba echando la culpa y se sentía emocionalmente agobiado, y, sin saber qué decir, dejaba de hablar y se iba. La esposa interpretaba su silencio como un rechazo a los sentimientos de ella; así que, después, lo seguía de habitación en habitación, exigiéndole que le hablara. Finalmente, él terminaba explotando.
Una vez que la pareja reconoció la expresión, el terapeuta les ayudó a cambiar la manera de resolver los problemas; la esposa aprendió a compartir sus sentimientos de manera menos impertinente y el esposo aprendió a escuchar y a responder en la forma correcta a los sentimientos de su cónyuge.
La comunicación eficaz
El élder Marvin J. Ashton, que fue miembro del Quórum de los Doce, explicó la forma en que la gente puede aprender a tener una comunicación más afectuosa: “Ruego que nuestro Padre Celestial nos ayude a comunicarnos más eficazmente en el hogar, mediante nuestra disposición a sacrificarnos, a escuchar, a expresar nuestros sentimientos, a evitar juicios, a mantener confidencias y a actuar con paciencia… La comunicación puede ayudar a edificar una familia unida si trabajamos y nos sacrificamos para ello”19.