¿Crees que no tienes un propósito como joven adulto? ¡No es así!
Pensar en ser un líder de la Iglesia algún día puede ser abrumador, pero hay maneras en las que ahora puedes comenzar a ser un líder.
En los días que precederán a la segunda venida de Jesucristo, ocurrirán “guerras y rumores de guerras.
“… porque nación se levantará contra nación, y reino contra reino; habrá hambres, pestes y terremotos en diversos lugares.
“Y otra vez, por motivo de que abundará la iniquidad, el amor de muchos se enfriará” (José Smith—Mateo 1:28–30).
En medio de esa gran agitación, ¿quién liderará a nuestros hermanos y hermanas, tanto a los que sean o no parte del rebaño, de vuelta a nuestro Padre Celestial?
Es allí cuando entramos en escena.
Cómo debemos liderar
Se nos ha llamado una de las generaciones más grandiosas de jóvenes adultos. El presidente Russell M. Nelson nos describe como aquellos a “quien[es] Dios confió lo suficiente como para enviar a la tierra durante la dispensación más desafiante de la historia de este mundo” (“Vivan como verdaderos milénicos”, Liahona, octubre de 2016, pág. 46).
Entonces, ¿de qué manera podemos estar a la altura de nuestra capacidad para llegar a ser grandes líderes en la Iglesia del Señor? Si miras a tu alrededor, puedes darte cuenta de que ya eres un líder de una manera u otra.
Quizás lideras en un llamamiento de la Iglesia. En tu función como misionero, tal vez diriges una lección, estás a cargo de una actividad de proselitismo y se te ha asignado como líder de zona o como hermana líder. Puedes ser un líder en tu familia o con tus amigos. Puedes dirigir a tus antepasados hacia la salvación por medio de la obra de historia familiar. Es posible que incluso llegues a ser un líder político, y siempre puedes liderar en cualquier ocupación que elijas.
Pero la pregunta es: ¿Cómo debemos liderar? El Salvador lideró por medio del ejemplo. Él guio por medio de “Ven, sígueme”, en lugar de “Mi manera es mejor”; sirvió, enseñó, amó y cuidó a quienes lo rodeaban. Jesucristo es el ejemplo perfecto de un líder, y para llegar a ser una gran generación de líderes, podemos empezar a esforzarnos por ser como el Salvador haciendo estas pequeñas cosas:
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Oren por las personas que afrontan desafíos, necesitan ayuda o por quienes ustedes son responsables, e intenten saber cómo ayudarlas. Oren por ellas, individualmente por su nombre, incluso como el Salvador ministró “uno por uno” (3 Nefi 11:15).
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Dediquen tiempo a escudriñar las Escrituras, de manera específica para encontrar buenos ejemplos de liderazgo, en especial que provengan del Salvador.
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Oren por su barrio, estaca y líderes generales de la Iglesia. Asimismo, oren por los líderes de gobierno, para que sean inspirados y trabajen con un espíritu de paz y unidad.
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Conozcan a las personas que los rodean. Lleguen a conocer los intereses, las familias, los estudios, los deseos y las pasiones de la vida de ellas (véase Efesios 2:19).
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Lean su bendición patriarcal y mediten sobre cómo pueden llegar a ser lo mejor de sí mismos.
Al realizar nuestro mejor esfuerzo para liderar en rectitud, nos convertimos en verdaderos discípulos y seguidores de Jesucristo y nos hacemos merecedores de la compañía del Espíritu Santo. Cuando hacemos y honramos convenios sagrados, tenemos derecho a recibir la preparación y la armadura espiritual necesarias para ir a la batalla en contra del adversario.
Pueden empezar ahora
¿Qué clase de líderes serán? O bien, para citar al Salvador, “¿qué clase de [líderes] habéis de ser? En verdad os digo, aun como yo soy” (3 Nefi 27:27).
Conforme nos acerquemos a la Segunda Venida, el Señor necesitará de líderes más rectos que seguirán a Su profeta y se alistarán en esa batalla. Él nos necesita; estamos en la hora undécima y tenemos mucho por hacer. Podemos comenzar a prepararnos para ser ahora una gran generación de líderes. ¡Nunca es demasiado tarde para comenzar! Si hay asuntos de los que debes hablar con tu obispo, él te puede ayudar por el sendero del arrepentimiento. Si necesitas guía en cuanto a cómo mejorar, empieza mejorando tu relación con el Padre Celestial y Jesucristo, Ellos te pueden mostrar a dónde a partir de allí. A ti y a mí se nos ha llamado ahora para realizar la obra del Señor y ayudar a nuestro profeta a guiar a la casa de Israel hacia un lugar seguro; y si solo intentamos hacer nuestro mejor esfuerzo, tendremos éxito.