Publicación semanal para jóvenes adultos
“Venir a Cristo”, ¿cómo lo hacemos realmente?
Diciembre de 2024


Jóvenes adultos

“Venir a Cristo”, ¿cómo lo hacemos realmente?

Siempre se nos ha instado a buscar a Cristo y a recibir de Su poder en nuestra vida, pero no siempre he sabido cómo aceptar plenamente esa invitación.

el Salvador mirando hacia arriba

Look to God and Live [Mira a Dios y vive], por Dan Wilson, cortesía de Havenlight.

Es una época difícil en la tierra en este momento. Aunque hay mucho bien a nuestro alrededor, a veces me siento temerosa y cansada. El tener que afrontar la rudeza del mundo y los desastres que parecen presentarse en cada rincón puede ser, digamos, agotador.

Afortunadamente, somos bendecidos al saber que el Salvador puede ser una fuente de consuelo en tiempos oscuros. Quizás sea esa una de las razones por las que las Escrituras nos invitan repetidamente a venir a Cristo (3 Nefi 9:14), a allegarnos a Él (Doctrina y Convenios 88:63) y a venir y seguirlo (Lucas 18:22). También recibimos con frecuencia esas invitaciones durante la conferencia general y en la Iglesia.

Aunque siempre me he esforzado por aceptar esas invitaciones, a veces me he preguntado lo que realmente significa venir a Cristo. ¿Cómo invito y accedo a Su poder redentor, sanador y habilitador? ¿Me he conectado alguna vez verdaderamente con Él? ¿Hay alguna fórmula secreta? Pero al reflexionar sobre algunas de mis experiencias pasadas, he aprendido que hay un modelo que puede ayudarme a mí y a cada uno de nosotros a venir a Cristo.

Escojan creer en Él

“Creo en Cristo, mi Salvador”.

Esta es mi línea favorita de mi himno favorito, “Creo en Cristo” (Himnos, nro. 72). ¡Lloro cada vez que lo escucho! Incluso tengo la letra escrita en una nota adhesiva en mi escritorio para poder verla todos los días.

Escribí esa letra durante un período oscuro de mi vida, cuando me enfrentaba a muchos desafíos, porque me recordaba dos cosas: (1) el Salvador es real y (2) gracias a Él, no tengo nada que temer. Me encanta el poder de estas verdades sencillas. Y en su sencillez, veo que volvernos a Cristo también puede ser sencillo.

El presidente Russell M. Nelson enseñó:

“Elijan creer en Jesucristo…

“La fe en Jesucristo es el poder más grandioso que tenemos a nuestro alcance en esta vida”1.

Este poderoso mensaje me recuerda que a menudo complicamos demasiado este principio básico del Evangelio. Tropezamos y cometemos errores al esforzarnos por averiguar cómo buscarlo cuando la fe realmente se reduce a una decisión: la decisión de creer en Él.

Cuando pienso en venir al Salvador, a menudo medito en la mujer que tenía flujo de sangre (véase Marcos 5:25–34). Literalmente se acercó a Él con fe, creyendo con todo su corazón que Él podía sanarla si tan solo ella tocaba Su ropa. Y en efecto, cuando la tocó, experimentó inmediatamente el milagro de la sanación.

Por supuesto, no todos nuestros pesares y aflicciones desaparecerán al instante cuando nos volvamos al Salvador; pero tal como lo experimentó esa mujer, tener fe en que Él es real, que voluntariamente sacrificó Su vida por nosotros, y que está listo para apoyarnos, puede motivarnos a venir a Él y comenzar a sentir Su poder habilitador en nuestra vida.

Jesús toca el rostro de una mujer que está sentada

Continúen buscándolo

Sin embargo, esta no es una decisión que tomamos solo una vez, tenemos que continuar buscándolo para poder acceder a Su gracia y poder habilitador a lo largo de nuestra vida. Como dijo el presidente Nelson sobre la constancia en nuestros esfuerzos: “Nada abre tanto los cielos como la combinación de mayor pureza, estricta obediencia, búsqueda diligente, el deleitarse a diario en las palabras de Cristo en el Libro de Mormón, y dedicar tiempo frecuente a la obra del templo y de historia familiar”2.

También podemos continuar buscándolo al invitar al Espíritu a nuestra vida. Mediante el don del Espíritu Santo, podemos hacer que un miembro de la Trinidad more en nosotros y nos conecte más plenamente con el Padre Celestial y el Salvador. ¿No es increíble? Como dijo el presidente Nelson: “La verdad más importante que el Espíritu Santo podría testificarles es que Jesús es el Cristo, el Hijo del Dios viviente”3.

Las distracciones del mundo pueden hacer que sea fácil olvidar la importancia de las pequeñas acciones que nos acercan al Salvador, pero observo un marcado contraste en mi vida entre cuando “dedico tiempo al Señor”4 todos los días y cuando no lo hago.

A pesar de las dificultades a las que me enfrento, cuando oro constantemente, sigo las impresiones, dedico tiempo a leer las Escrituras, ayudo a mis antepasados a hacer convenios en el templo y me arrepiento de mis pecados, experimento un sentimiento general de gozo, valor, confianza y, en última instancia, seguridad en mi vida. También siento el Espíritu, que me ayuda a sentirme conectada con Cristo.

Reconozcan Su poder

Hace poco releí un diario que he llevado durante años y estuve meditando en los momentos en que he confiado en el Salvador. Leí acerca de la desesperación que sentí al ser testigo de la adicción en mi familia; también cuando estuve desempleada, cuando navegué por épocas de incertidumbre y soledad, y al luchar con mi salud física y mental. Leí acerca de algunos de los momentos más oscuros de mi vida, cuando mi espíritu se sintió aplastado por el peso de mis desafíos.

Sin embargo, al reflexionar en esas experiencias, me brotaron las lágrimas cuando el Espíritu me mostró cómo Cristo me consoló y me guio en medio de mis desafíos, ¡y todavía lo hace! A pesar de las pruebas de mi vida, he podido encontrar mucho gozo. He experimentado el bálsamo sanador del perdón, he presenciado milagros y he aprendido a aferrarme a la esperanza cada día, y sé que todo es gracias a mi Salvador Jesucristo. Él verdaderamente nos ayuda a vencer lo imposible.

A veces podríamos esperar hasta que haya evidencias contundentes del Salvador en nuestra vida, pero al hacer pequeños esfuerzos por actuar con fe imperfecta, yendo paso a paso en Su dirección, podríamos ver que Él ha estado derramando sobre nosotros gozo, fortaleza y sustento; que Él ha estado con nosotros todo el tiempo. Y al reconocer Su poder en nuestra vida, veremos que ciertamente hemos venido a Cristo.

El élder Michael John U. Teh, de los Setenta, enseñó: “[El] llegar a comprender cada vez más que la expiación de Jesucristo se aplica a nosotros de manera personal e individual nos ayudará a conocerlo”5. ¡Y es verdad! El meditar en la evidencia del poder sanador y habilitador del Salvador y del amor perfecto en mi vida me ha ayudado a profundizar mi gratitud y mi devoción por llegar a ser más como Él.

joven adulta meditando las Escrituras que tiene abiertas delante de ella

Fotografía por Catherine Frost.

Acepten la invitación

La invitación a “venir a Cristo” es verdaderamente tan sencilla como parece. Para mí, comienza con escoger creer en Él y en Su expiación, seguir buscándolo de maneras pequeñas para mantener Su Espíritu conmigo y buscar evidencias de Su poder en mi vida.

Los invito, especialmente durante esta época navideña, a descubrir cómo el venir a Cristo puede ayudarlos personalmente. Al meditar con espíritu de oración, el Espíritu Santo les “mostrará todas las cosas que debéis hacer” (2 Nefi 32:5).

El Salvador está, y siempre lo ha estado, esperando pacientemente que lo sigamos; y al hacerlo, Él nos tenderá la mano y nos ayudará a llegar a ser más que lo que somos ahora.

Sí, el mundo se está volviendo cada vez más turbulento y el futuro puede parecer desalentador e incierto, pero el presidente Nelson también nos ha recordado lo que es seguro: “Si su cimiento espiritual está edificado firmemente en Jesucristo, no tienen por qué temer6.

Y yo lo creo con todo mi corazón.