Publicación semanal para jóvenes adultos
¿Te sientes diferente a las personas que te rodean? Podría ser una oportunidad para compartir tu luz
Diciembre de 2024


Solo para la versión digital: Jóvenes adultos

¿Te sientes diferente a las personas que te rodean? Podría ser una oportunidad para compartir tu luz

La autora vive en Argentina.

Ser diferente puede ser difícil, pero también nos da oportunidades de iluminar el mundo.

Una vela le comparte luz a otra

Como miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, puede que te sientas diferente a las personas que están a tu alrededor.

Eso a veces puede ser difícil. Si eres el único miembro de la Iglesia en tu zona, es posible que no te sientas incluido cuando tus amigos o familiares participen en diferentes actividades. Incluso podrías sentirte raro o incómodo al tratar de explicar tu religión.

Sin embargo, no tiene que ser así. Hay un poder verdadero en “no […] averg[onzarse] del evangelio de Cristo” (Romanos 1:16). He aprendido que sentirnos cómodos con el hecho de ser diferentes puede ayudarnos a sentirnos seguros de nuestra identidad divina y a compartir el Evangelio —y la luz de Cristo— de manera más natural.

Estas son algunas cosas sobre mí que son “diferentes” y que también hacen que sea muy fácil compartir mi fe y mi luz:

1. Creo en Dios y también en la ciencia

Soy estudiante de ingeniería, así que paso tiempo con muchas personas que creen en la ciencia y las matemáticas, pero no tienen fe en Dios.

Si bien esta diferencia no necesariamente conduce a conversaciones sobre religión durante las clases, tengo la oportunidad de ser “ejemplo de los creyentes” (1 Timoteo 4:12). Mis amigos de la universidad se dan cuenta de que no salgo a fiestas con ellos los domingos. Cuando quieren saber a dónde prefiero ir, menciono mi compromiso de asistir a la iglesia y les hago ver que mi educación y conocimiento no me impiden creer en Dios.

2. Vivo la ley de castidad

Cuando las personas se enteran de que mi novio y yo vivimos la ley de castidad y que no vivimos juntos, me hacen muchas preguntas; y cuando me preguntan cómo nos conocimos y les digo que fue en el templo, ¡me hacen aún más preguntas!

El mundo está empezando a ver el matrimonio como algo anticuado, así que a mucha gente de mi generación le parece muy extraño que viva de esta manera. Sin embargo, esta diferencia me da la oportunidad de dar mi testimonio de la belleza del matrimonio eterno y de la forma en que guardar la ley de castidad bendice mi vida.

3. Hablo de que mi hermana que está sirviendo en una misión

Mi hermana menor actualmente está sirviendo en una misión en Chile, así que cuando mis amigos me preguntan por mi familia, es fácil hablar de ella y mencionar mi religión. En lugar de restarle importancia al tema u omitirlo por completo, le digo a la gente que ella está enseñando acerca de Jesucristo. Les explico que la amo y que la apoyo a ella y a la obra que está haciendo.

No tengo que decir nada fuera de lo normal ni dramático, solo soy honesta. Sin embargo, eso ayuda a las personas a ver lo mucho que significa la Iglesia para mí y para mi hermana.

4. Cumplo con la Palabra de Sabiduría

Una de mis metas personales en la vida es demostrar a las personas que puedo divertirme sin beber alcohol, ¡aunque piensen que es imposible!

Cuando me hacen preguntas sobre el hecho de que rechazo bebidas alcohólicas —lo cual es frecuente, ya que el alcohol está muy arraigado en los eventos sociales— puedo compartir que soy feliz y que disfruto de la vida tal como soy. Puedo dejar que la luz de Cristo brille a través de mí y mostrar a las personas que guardar la Palabra de Sabiduría me ayuda a tomar buenas decisiones y me brinda gozo.

Compartir la luz

La mayoría de estos ejemplos tienen algo en común: ser “ejemplo de los creyentes en palabra, en conducta, en amor, en espíritu, en fe y en pureza” (1 Timoteo 4:12). Realmente no se necesita mucha experiencia para simplemente llevar una vida fiel y compartir la luz del Salvador con el mundo (véase 3 Nefi 18:24). Para mí, eso es todo lo que realmente se necesita para hacer mi parte de iluminar el mundo: vivir como un ejemplo de Jesucristo.

Como enseñó el presidente Thomas S. Monson (1927–2018): “Cada uno de nosotros vino a la tierra habiendo recibido la luz de Cristo. Al seguir el ejemplo del Salvador y vivir como Él vivió y enseñó, esa luz arderá en nosotros e iluminará el camino para los demás”.

Aunque tu esfuerzo por compartir tu religión no convierta a las personas al Evangelio, compartir lo que guardas en el corazón sigue valiendo la pena. El vivir fielmente de acuerdo con tus creencias bendecirá tu vida y fortalecerá tu testimonio. Cuanto más practiques compartir tu luz, más luz brindarás a la vida de los demás, independientemente de cómo decidan recibirla.

Y realmente, ¿a quién no le vendría bien un poco más de luz en su vida?