Jesús era una persona humilde y compasiva que enseñaba con amor. Su mensaje era uno de paz y esperanza. Para aquellos que lo seguían y trataban de vivir Sus enseñanzas, Él era una fuente de inspiración, consuelo y fortaleza.
¡Pero ser manso y amable no significa que no puedas defender lo correcto! En varias ocasiones, el Salvador se enfrentó a los fariseos y escribas hipócritas que solo deseaban criticarlo y puso de manifiesto las enseñanzas falsas y la hipocresía de esos líderes prominentes e influyentes. Por ejemplo:
- Jesús reprendió a los fariseos porque se centraban en los gestos simbólicos en lugar de en la limpieza interior (véase Lucas 11:37–41).
- La idea que tenían de obedecer la ley de Moisés era seguir meticulosamente las reglas exteriores — las cosas que otras personas podían verlos hacer— mientras ignoraban aspectos más importantes como la justicia y el amarse unos a otros (véase Lucas 11:42).
- Jesús dijo que los fariseos eran como sepulcros que no se ven: se puede caminar sobre ellos sin siquiera darte cuenta de la corrupción y deterioro que se está produciendo bajo la superficie (véase Lucas 11:44).
¿Aún así amaba Jesús a esas personas? ¡Claro que sí! Pero Él no se limitaba a esperar mientras esparcían mentiras peligrosas sobre Él y Su evangelio; hablaba con claridad y enseñaba la verdad.
¿Cómo podemos defender de manera respetuosa, pero firme, los principios del Evangelio en el mundo actual?