Jesús sanó a muchas personas durante Su ministerio, y muchas de esas personas habían tenido problemas por mucho tiempo. Por ejemplo:
- Un hombre que había sido ciego desde su nacimiento1.
- El hombre junto al estanque de Betesda que llevaba inválido treinta y ocho años2.
- La mujer que llevaba dieciocho años con un “espíritu de enfermedad”3.
- La mujer que llevaba doce años con una hemorragia4.
Veamos más de cerca el último ejemplo, sobre la mujer que tenía un problema en la sangre. Llevaba enferma durante doce años, había gastado todo su dinero en médicos y solo había empeorado. ¡Imagina lo desanimada que debía sentirse!
Pero ella creía en Jesús. De hecho, su fe era tan fuerte que creía que podía ser sanada con solo tocar Su manto. ¡Y tenía razón!
Al extender la mano y tocar Su manto, “al instante la fuente de sangre se secó, y sintió en el cuerpo que estaba sana de aquel padecimiento” (Marcos 5:29).nullEl Salvador hizo una pausa para reconocer lo que había sucedido e invitó a esa mujer a “[ir] en paz y queda[r] sana” (véase Marcos 5:34)5.
No sabemos por qué algunas bendiciones llegan solo después de años de oración y espera. ¡Algunas bendiciones nunca se conceden en esta vida! Lo que sí sabemos es que todo el propósito del Padre Celestial es llevar a cabo nuestra “inmortalidad y […] vida eterna” (véase Moisés 1:39). Y Su Hijo, nuestro Salvador, “no hace nada a menos que sea para el beneficio del mundo” (2 Nefi 26:24). En otras palabras, todo lo que Ellos hacen es para nuestro bien.
Así que no te desanimes si las bendiciones por las que estás orando aún no han llegado. Confía en el Señor y en Su tiempo. Algún día, ¡todas las promesas de Dios se cumplirán!
NOTAS
1. Véase Juan 9:1–7.
2. Véase Juan 5:5.
3. Véase Lucas 13:11.
4. Véase Marcos 5:25.
5. Este milagro también se encuentra registrado en Mateo 9:20–22 y Lucas 8:43–48.