La noche antes de que Jesús llamara a Sus doce apóstoles, Él “fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios” (Lucas 6:12). Luego, por la mañana, reunió a las personas y extendió esos llamamientos (véase Lucas 6:13–16).
Los Evangelios registran varias ocasiones en las que Jesús fue a una montaña u otro lugar especial para estar solo y orar.1 Esto nos da el ejemplo de que hay que tomarse el tiempo para hablar con el Padre Celestial antes de tomar decisiones importantes.
Tal vez es parecida a la experiencia del Presidente Russell M. Nelson al elegir a sus consejeros para la Primera Presidencia en 2018. Él dijo: “… me preguntaba cómo podría escoger a solo dos de doce hombres a quienes amo y respeto. Debido a que sé que la buena inspiración se basa en la buena información, en espíritu de oración me reuní por separado con cada uno de los Apóstoles. Después me fui solo a una sala privada del templo y busqué la voluntad del Señor”2.
Es posible que las decisiones que tomemos no afecten tanto al mundo como las decisiones del Salvador y del profeta, pero nuestras decisiones afectan nuestra propia vida, así como la vida de las personas que nos rodean. Así que sigamos el ejemplo del Salvador y busquemos la ayuda de Dios.
1. Véase Mateo 14:23, 26:36; Lucas 4:42, 5:16, 9:28.
2. Tomado de “Revelación para la Iglesia, revelación para nuestras vidas”, Conferencia general de abril de 2018.