Conferencia de BYU para mujeres
Evento De hermana a hermana


Evento De hermana a hermana

Conferencia de BYU para mujeres 2021

Viernes 30 de abril de 2021

Hermana Irene Caso: ¡Hola, queridas hermanas! A todas ustedes, donde sea que se encuentren, ¡estamos muy contentas de que se hayan conectado con nosotras para nuestra tercera conversación De hermana a hermana! Y, por supuesto, ¡para toda la Conferencia de BYU para mujeres!

Me llamo Irene Caso y seré la presentadora en esta parte única de nuestra conferencia.

Me acompañan en esta conversación especial en directo la hermana Sharon Eubank, de la Presidencia General de la Sociedad de Socorro, la hermana Michelle Craig, de la Presidencia General de las Mujeres Jóvenes, y la hermana Susan Porter, de la Presidencia General de la Primaria. Como muchas de ustedes ya sabrán al haber visto la conferencia general a principios de este mes, la hermana Porter acaba de ser llamada a la Presidencia General de la Primaria y nos sentimos muy contentas de que hoy esté aquí con nosotras. ¡Y muy pronto vamos a conocerla mejor!

Todas se ven hermosas, hermanas. ¡Hermana Eubank, me encantan sus pantalones!

Hermana Sharon Eubank: Muchas gracias. Pienso que si las misioneras pueden usar pantalones, a veces nosotras también podemos.

Hermana Caso: Se la ve muy cómoda.

Tenemos tanto que tratar, hermanas. No solo tenemos muchas de sus importantes preguntas para analizar juntas, sino que también vamos a oír a expertas en bienestar que compartirán sus importantes conocimientos sobre los temas que nos afectan a todas. Y, hermanas, vamos a hablar.

Pero primero queremos saber un poco más acerca de las hermanas con las que vamos a hablar.

Permítannos compartir un poco del aspecto familiar de las hermanas Eubank, Craig y Porter, y algunas de sus lecciones vitales previas a esta conferencia. Nos divertimos mucho. ¡Me gusta llamarlas nuestras “videovisitas”!

Y nuestra primera visita es con la hermana Eubank, quien nos cuenta acerca de la gran idea que tuvieron ella y su familia de cultivar un vivero de árboles cuando ella era una jovencita, pero al pasar los años el plan no funcionó y sus esfuerzos derivaron en algo diferente.

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¡Gracias, hermana Eubank! Hacía mucho frío.

Hermana Eubank: Aun así nos divertimos, ¿verdad?

Hermana Caso: Nos divertimos mucho y el lugar era precioso. Gracias por compartirlo con todas nosotras y conmigo. Ahora sé dónde está. Lo siento, vivo muy cerca, pero la llamaré primero cuando necesite un minuto para relajarme. Es un lugar hermoso. Gracias.

Pasemos ahora a la hermana Craig con toda su familia en casa a la hora de la cena.

Por supuesto, con la numerosa familia de la hermana Craig, la hora de la cena no resulta aburrida en absoluto cuando todos tienen algo que compartir.

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Ya me dio hambre. Hermana Craig, gracias por recibirme; estuvo excelente. Debemos agradecerles a todos. Su hija ya tuvo el bebé. ¿Fue ayer?

Hermana Michelle D. Craig: Sí, tuvo al bebé ayer.

Hermana Caso: Es una niña, ¿verdad?

Hermana Craig: Sí, una niña y es perfecta. Aún no tiene nombre.

Hermana Caso: Hermana Craig, todavía pienso en esos panecillos, los de la cena. Deliciosos. ¿Podría compartir la receta?

Hermana Craig: La compartiré; aunque debo darle el reconocimiento a mi vecina, Miriam; es su receta, pero a mi familia les gustan.

Hermana Caso: Estaban increíbles, así que gracias otra vez. Ahora la conocemos un poco mejor.

Como muchas de ustedes saben por el anuncio en la conferencia general, la hermana Susan Porter ha sido llamada a la Presidencia General de la Primaria. Ella y su difunto esposo, Bruce Porter, son padres de cuatro hijos adultos. Ella tiene una licenciatura en ciencias, ha sido profesora de matemáticas y ha servido en la Iglesia en muchas partes del mundo. A la hermana Porter le encanta la música y tocar el piano. Tuve la oportunidad de visitarla hace unas semanas y conversar acerca de su vida, de la pérdida de su querido esposo, Bruce, y de lo que hoy la trae aquí con nosotras.

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Gracias, hermana Porter. Fue muy agradable conocer a su familia de manera virtual. ¿Y cómo está? Luego de estas pocas semanas en este importante llamamiento, ¿todavía se siente un tanto abrumada, hermana Porter?

Hermana Susan H. Porter: Sí. La hermana Wright y la hermana Johnson están aquí; estamos avanzando lo más rápido que podemos.

Hermana Eubank: Irene, voy a presentarla. Para aquellas de ustedes que no lo saben, Irene trabaja en el Departamento de Comunicaciones de la Iglesia. Por muchos años usted fue presentadora de Univisión, ¿verdad?

Hermana Caso: Así es.

Hermana Eubank: Usted está casada con Mike, tienen dos hijos, Diego y Lola, y es de Madrid, España.

Hermana Caso: Así es. Como si pudiera negarlo, ¿verdad?

Hermana Eubank: Nos sentimos muy afortunadas de que haya aceptado hacer esto con nosotras.

Hermana Craig: Ella es tan talentosa y tan agradable. Ha hecho que esto sea muy fácil para nosotras.

Hermana Caso: Muchas gracias. Hermanas, ha sido muy divertido. Espero que las personas que vean los videos puedan familiarizarse un poco más con cada una de ustedes porque para mí ha sido un placer conocerlas mejor, así que gracias otra vez.

Bien, hermanas, como dijimos antes, estamos aquí para hablar de las cosas que les interesan, de las cosas que les importan y, francamente, de las cosas que les preocupan y les quitan el sueño por las noches cuando deberían estar descansando. Nos sucede a todas. Hoy vamos a analizar algunas de las más de diez mil preguntas que enviaron ustedes, hermanas de todo el mundo, y que esta conferencia de BYU ha estado reuniendo por los últimos dos años.

Nos vamos a reír; tal vez vamos a llorar. No veo pañuelos desechables, hermanas. Hermana Porter, usted trajo algunos que tal vez pueda compartir. Y después de eso vamos a saber que no estamos solas y que estamos aquí para ayudarnos unas a otras y elevarnos unas a otras con la ayuda de Dios y Sus bendiciones para nosotras, Sus hijas de todo el mundo. ¡Comencemos!

Una de las preguntas que escuchamos con frecuencia tiene que ver con la revelación personal, lo que se convierte en algo aún más importante en estos tiempos en que muchas de nosotras nos sentimos solas.

Una hermana nos dice que estudia las Escrituras, pero que no oye la voz del Señor y otra que ora para sentir el amor y la dirección de Dios, pero no los percibe.

Se preguntan qué están haciendo mal, si es que así fuera.

Hermana Porter: Creo que todas hemos sentido eso en algún momento de nuestra vida, ¿no es así? Cuando hemos estado buscando revelación y no sentíamos realmente que la estábamos recibiendo. Una cosa que ha estado acudiendo a mi mente es que uno de nuestros deseos más profundos es el de sentir y saber que Dios, nuestro Padre Celestial —quien nos conoce mejor que nadie, con nuestras debilidades y fortalezas— nos ama, se preocupa por nosotras y está intentando ayudarnos, y eso es algo muy profundo. Con respecto a ese deseo de recibir revelación, me encanta la frase de Enós cuando dice: “Y mi alma tuvo hambre”1. Y nuestras almas tienen hambre de sentir el amor de Dios, de sentir Su dirección, como lo mencionaron estas hermanas.

He estado pensando, desde que el presidente Nelson… ¿recuerdan cuando fue recién llamado y su primer discurso como profeta? Él mencionó que una cosa que había aprendido era cuán dispuesto está el Señor a hablar a nuestro corazón y a nuestra mente y de hacérnoslo saber. Eso hizo que me preguntara si el Señor me está dando más revelación de la que realmente estoy reconociendo, e hizo que pensara: “¿Por qué no estoy recibiendo más?”. El Señor me la está dando.

Así que he pensado en dos cosas: “¿Cómo puedo sintonizar mi corazón para sentir y comprender todo eso?”. Me llamó la atención un pasaje de las Escrituras en que Jarom dijo que no se le podía enseñar al pueblo porque hacían oídos sordos y tenían el corazón endurecido2. Así que comencé a pensar en mis oídos, mis ojos y mi corazón. Pensé: “Probablemente podría recibir más si realmente intentara abrir todos mis sentidos y todas mis facultades para recibir lo que el Señor me está dando”. Y no solo… claro que podemos recibir revelación cuando estudiamos y oramos, pero ¿y el resto del día? Es posible que el Señor nos esté hablando.

Tuve una experiencia que me ayudó a entenderlo y sucedió unas pocas semanas después de que falleciera Bruce. Estaba suplicando al Señor: “¿Qué hago ahora?”. Habíamos estado sirviendo a tiempo completo y ahora él había fallecido. Entonces pensé: “Hay muchas cosas buenas que podría empezar a hacer”, pero en realidad quería saber cuál era Su dirección, así que oré durante semanas y un día salí a buscar la correspondencia. Por supuesto, era un 90 por ciento de correo no deseado, así que me detuve junto al contenedor de reciclaje, eché dentro los catálogos, pero decidí conservar dos de ellos. Cuando entré a la casa empecé a revisarlos y, mientras los revisaba, fijé la vista en una pintura que no medía más de 2,5 x 2,5 cm (1 x 1 in). Mientras la observaba, me di cuenta de que era una pequeña pintura que representaba a la mujer junto al pozo, sentada a los pies del Salvador. Mientras observaba esa pintura, el Espíritu me dijo: “Eso es lo que debes hacer”. Me sentí tan agradecida al Señor por ayudarme a comprender que debía mantener abiertos los ojos, los oídos y la mente todo el día y que tal vez podría recibir más de lo que Él estaba tratando de decirme.

Hermana Eubank: Me agrada que haya compartido eso porque sé por experiencia propia que son pequeñas cosas, como la correspondencia no deseada, las que el Espíritu utiliza de alguna manera para enseñarnos. He tenido experiencias similares; soy el tipo de persona que se bloquea ante la expectativa de una revelación. Si sé que hay una expectativa, sencillamente me bloqueo y siempre me estoy preguntando: “¿Será esto? ¿De esto se trata? ¿Estás segura? ¿Seré yo? ¿Serás Tú?”. Hay tres ideas que realmente me han ayudado en la vida.

La primera —y es muy similar a la que usted mencionó— creo que está en Mateo 11; es ese pasaje de las Escrituras en que Jesús está hablando acerca de la naturaleza de Dios y dice que si uno ora, si un hijo le pide pescado a su padre, ¿le dará una piedra? Luego Él dijo que así es nuestro Padre Celestial3. Así que cuando pido cosas, sé que Él tiene una disposición bondadosa hacia mí y que me dará algo. En eso consiste el carácter de Dios; no se trata de mí, sino de que Él sabe cómo dar buenas dádivas a Sus hijos.

La segunda proviene de algo que enseñó el élder Packer y que ha cambiado mi vida. Esto es lo que él dijo: “El semáforo siempre está en verde, excepto cuando está en amarillo o en rojo”. Eso me ayuda porque me indica que siga. El semáforo siempre está en verde y si debes tener precaución o si Yo debo detenerte, lo sabrás; lo sentirás. Pero no te preguntes: “¿Serás Tú o seré yo?”, porque esos son buenos instintos, solo sigue. Eso me ha ayudado a no paralizarme tanto.

La tercera cosa que realmente me gusta es que a veces vamos por un camino y decimos: “Este no es el camino correcto”, y tenemos que retroceder. Luego pensamos: “¿Eso fue una revelación o yo escuché mal?”. Para mí es como el juego de Pac-Man: vamos por ese camino para simplemente recoger esa joya y luego regresar. Creo que al hablar de Pac-Man he delatado mi edad, ¿verdad? Pero no quiero sentirme molesta por hacer el recorrido para ir a recoger esa pequeña joya y luego regresar. Ni siquiera se trata de ser eficiente; se trata de obtener esa joya que necesito. Esa es la única manera en que puedo ir y hacerlo. Así que en esos caminos que recorrieron, que les parecieron bien y que no funcionaron, hay tesoros para ustedes. Esas tres cosas me han ayudado.

Hermana Craig: Me encantan esas reflexiones. Cuando habla acerca de sentirse paralizada, a veces pienso que tal vez yo no soy tan diferente o que tal vez no estoy reconociendo la revelación cuando la recibo. Pienso que es algo que todas tenemos que resolver y he estado reflexionando al respecto. Hay algo por lo que he estado orando durante largo tiempo y a veces no siento que esté obteniendo una respuesta. Es como decir: “¿Qué es lo que no estoy reconociendo? ¿Qué sucede conmigo? Estoy tratando de hacer todo bien”. Recuerdo haber despertado —esto fue a principios del año pasado— con una clara impresión: “Michelle, puedes confiar en Dios y puedes confiar en Su tiempo porque confías en Su corazón”. Creo que esa perspectiva de que… como usted dijo, tenemos un buen Padre que quiere lo mejor para nosotras y solo tenemos que hacer nuestro imperfecto mejor esfuerzo. Tal vez no siempre reconocemos las impresiones cuando las recibimos. Estoy pensando en 3 Nefi 9:20 que habla acerca de las personas que “fueron bautizad[a]s con fuego y con el Espíritu Santo… y no lo supieron”. No siempre vamos a tener estas grandes experiencias espirituales; yo he tenido muy pocas de esas. El progreso espiritual es gradual, sucede línea por línea y solo tenemos que hacer nuestro imperfecto mejor esfuerzo.

Hermana Caso: Es verdad. Siento que debería estar tomando notas. Voy a tener que volver a ver la transmisión. Gracias, hermanas, por lo que compartieron. Me alegra que hayamos tomado un tiempo para hablar acerca de la revelación personal porque es la base de todos los otros asuntos y temas que vamos a analizar hoy. Así que muchas gracias.

Bien, hermanas, vamos a necesitar de su ayuda con la siguiente pregunta, pues surge de un ámbito con el que todas nos podemos sentir identificadas, y es la salud mental, en especial en este período de confinamiento debido a la pandemia. Algunas hermanas y algunos países están pasando por muchas dificultades mientras hablamos.

Una hermana escribe: “¿Cómo puedo sentir el amor de Dios cuando la ansiedad y la depresión hacen difícil que sienta algo?”. Y se pregunta qué puede hacer para proteger su testimonio en estos tiempos de incertidumbre.

Hermana Craig: Creo que esa es un pregunta muy importante y creo que todas conocemos a alguien —a nosotras mismas o a alguna persona cercana a la que amamos— que está lidiando con esto. Una cosa que he aprendido es que algunos de los efectos secundarios de la depresión clínica son el sentir apatía y el no sentir el Espíritu. Creo que es muy importante que las personas se den cuenta de que no es una indicación de su dignidad ni de su valor cuando se sienten así o cuando no sienten nada. Una puede elegir luchar y utilizar los recursos que estén disponibles. Si estuviéramos enfermas físicamente, iríamos al médico. Busquen ayuda; medicación, si fuese necesario. Cuiden de su salud física y de su salud espiritual. Creo que a veces tenemos que retener en la cabeza lo que no sentimos en ese momento en el corazón. Cuando las personas dicen que no sienten el Espíritu… creo que hay un pasaje de las Escrituras en Gálatas que dice que uno de los frutos del Espíritu es la longanimidad4. Así que yo también diría que no le resten importancia a la longanimidad ni a las cosas que estén aprendiendo.

Hermana Eubank: Cuando leímos las miles de preguntas que recibimos, había cientos de ellas acerca del estrés, la ansiedad y la salud mental. Muchas personas preguntaron acerca de la distinción entre la culpabilidad y la vergüenza, lo que creo que es realmente importante. La culpabilidad es solo el sentimiento de que tu conciencia te dice: “Ese comportamiento probablemente no estaba en conformidad con tus valores”. La vergüenza es ese sentimiento de “soy un fracaso, algo se ha roto en mí. Soy un desastre y no tengo arreglo”. En mi opinión, la vergüenza no ayuda en absoluto; solo nos debilita. La culpa tal vez podría hacernos avanzar, pero con algunas cosas hay que esforzarse para resolverlas y otras se deben dejar ir y entregárselas al Salvador. Muchas de nosotras nos estamos esforzando por deshacernos de esos sentimientos de vergüenza y tratando de avanzar.

Debido a que yo quería tener una perspectiva de una experta en el tema —no estoy cualificada para responder acerca de esto—, Irene y yo nos reunimos con una terapeuta de salud mental y hablamos acerca de algunas de estas preguntas. La hermana Gemma Williams tiene una maestría en trabajo social clínico; ha trabajado en ese campo por catorce años. Ella ha compartido algunos consejos muy prácticos acerca de cómo desarrollar las resiliencias mental y emocional que son tan importantes en estos tiempos de estrés que todas sentimos, en las cosas que están sucediendo en nuestra vida. Démosle un vistazo a ese video con Gemma.

[Video]

Hermana Caso: Fue tan bueno escuchar a alguien con la experiencia para hablar acerca de algunas de las cosas que debemos hacer.

Hermana Eubank: Y son recursos muy prácticos.

Hermana Caso: Así que, hermanas, siguiendo con el tema de la salud mental, sabemos que cuando estamos lidiando con esos sentimientos de no estar a la altura —o de no dar la talla—, nos sentimos culpables. Usted estaba hablando sobre eso, hermana Eubank. Pero la verdad es que, al fin y al cabo, la ansiedad y la salud mental nos pueden afectar a todas. Y es importante saber que la salud mental no es un reflejo de su espiritualidad.

Lo diré otra vez. La salud mental no es un reflejo de su espiritualidad.

Debido a esa realidad, es importante recordar también que está bien tener esos sentimientos. Y cuando los tenemos, debemos estar listas para volver a conectarnos con lo que realmente nos brinde gozo. Eso nos lleva a la siguiente pregunta, hermanas. Hermana Porter, me encantaría saber, ¿qué hace usted para cultivar el gozo en su propia vida, especialmente cuando se siente desanimada? ¿Qué le brinda gozo?

Hermana Porter: Es interesante; no sé cómo ha sido para ustedes, pero el año pasado el gozo no llegó fácilmente a mi vida. Muchas de nosotras hemos tenido que pasar de “puedo hacer esto durante catorce días” a “puedo hacer esto durante dos meses”, así que me encantó que preguntara de qué manera podemos cultivar el gozo, porque este no aparece de pronto en nuestra puerta. He estado pensando: “¿De qué manera puedo pasar de sentir que estoy aguantando hasta que despierte y el sueño se termine a realmente experimentar gozo?”. He pensado en ello de dos maneras. Una es: “¿Cómo puedo recibir más gozo?”, y la otra es: “¿Cómo puedo compartir más gozo?”, o crearlo, pienso que se trata de crearlo. Así que ¿cómo puedo recibir gozo y cómo lo puedo crear? Nuestra más profunda sensación de gozo es una dádiva espiritual y es lo que se encuentra en Gálatas, como lo mencionó la hermana Craig; muchas dádivas.

Pienso que es como la paz. Para mí, el gozo y la paz van prácticamente de la mano. Si puedo sentir en mi corazón la paz de que lo que estoy haciendo está en conformidad con mi verdadero yo espiritual, eso me da una sensación de paz interior y gozo; cualquier esfuerzo que hagamos para recibir el Espíritu, para estar en conformidad con nuestro Padre Celestial. En las Escrituras se habla mucho acerca de la plenitud de gozo y eso puede ser un poco abrumador porque no creo que tal vez podamos sentirlo en este mundo. El presidente Nelson dijo algo que fue realmente de ayuda en esta conferencia. Habló acerca de que este es un Evangelio de gozo porque es un Evangelio de progreso5, y en cualquier momento en que nos estemos arrepintiendo, cambiando o creciendo podemos experimentar ese gozo. Así es como podemos recibir más gozo: volviéndonos a Dios y abriéndole nuestro corazón, como dijimos antes.

La segunda es cómo crear gozo. Para eso tengo una ayuda visual, aunque es una tarjeta de 8 x 13 cm (3 x 5 in), así que no se entusiasmen. No hice un acolchado; esta es mi idea de ayuda visual. Es una tarjeta de 8 x 13 cm con cuatro palabras escritas con marcador y esto es lo que todos los días me recuerda que debo crear gozo en mi vida: nutrirse, conectarse, moverse y renovarse.

Hermana Craig: ¿Podría repetirlas?

Hermana Porter: Sí. Eso me dice que tengo que recordarlas. Nutrirse, conectarse, moverse y renovarse.

Hermana Eubank: Levante la tarjeta para que puedan verla otra vez.

Hermana Porter: En marcador rosado vivo. Estas palabras me ayudan a crear gozo de manera equilibrada. Pongo nutrirse en primer lugar porque, como mujeres, tendemos a no pasar tiempo nutriéndonos a nosotras mismas y eso es algo muy importante. El Salvador hacía eso cuando salía a orar. Así que primero, si queremos crear algo de gozo, debemos nutrirnos a nosotras mismas y hacer cosas que nutran nuestra alma y nuestro corazón, sea lo que sea. Y luego conectarse con las amistades y con la risa; sé que hemos pasado momentos divertidos juntas que nos encantan. Moverse con alegría. Nuestras hijas son buenas en eso. Cuando estamos en casa conversando, ponen algo de música y tenemos una fiesta inesperada con cinco minutos de baile que resulta mucho más alegre que decir: “Tengo que hacer mis 30 minutos de ejercicios”, ¿verdad? Así que muévanse con alegría. Y la última es renovarse, lo que me recuerda un discurso del élder Uchtdorf de hace años acerca de crear cosas6. ¿Lo recuerdan? Si podemos crear algo, eso nos va a traer gozo, nos va a renovar. Ya sea crear orden a partir del caos, o si alguna de ustedes —yo no— posee talento artístico; cualquier cosa que podamos crear. Eso me ha ayudado a pensar acerca de recibir gozo y luego crearlo.

Hermana Caso: Me encanta. Todas vamos a crear nuestra propia tarjetita. Hermana Eubank y hermana Craig, me encantaría saber qué es lo que les trae gozo.

Hermana Eubank: Bueno, al escuchar a Susan Porter recordé que estábamos hablando por teléfono —esto fue al principio de la pandemia— y como una sabelotodo dije: “No tengo vida; debo conseguir una vida”. Un par de días después, llamaron a la puerta y ahí estaba ella, de pie con una caja de cereales de la marca Life [Vida] y el juego de mesa Life [El juego de la vida], y dijo: “Vine a traerle su vida de vuelta”. Fue muy divertido y yo lo necesitaba; esa conexión con una amiga en ese momento realmente me ayudó. He intentado pensar en qué puedo hacer por otras personas que me han hecho sentir como usted me hizo sentir.

Hermana Caso: Eso es muy bueno.

Hermana Craig: Me encantan, me encantan esas cuatro palabras. Una palabra que me vino a la mente es carbohidratos.

Hermana Eubank: ¿Podría escribirla en una tarjeta?

Hermana Porter: La agregaré.

Hermana Craig: A veces eso me hace muy feliz, en especial los carbohidratos refinados.

Hermana Caso: También traen gozo a mi vida.

Hermana Craig: Me encantan esos sentimientos que usted ha expresado y pienso que a veces para mí solo se trata de estar con personas a las que amo y que me hacen querer esforzarme más y ser mejor, y después relajarme. A veces es estar sola, estar al aire libre, tratar de volver a conectarme. Me encontré en el estacionamiento del templo hace algunas semanas sintiendo la necesidad de estar allí y de conectarme; creo que es importante. Algo que he notado y que me encanta es que el presidente Nelson habla acerca del gozo en casi cada discurso; él usa esa palabra. Nos ha enseñado que podemos encontrar gozo, independientemente de cuáles sean nuestras circunstancias, pero tenemos que hacerlo de manera deliberada. Como usted dijo, no va a venir a nuestra puerta.

Hermana Eubank: Excepto en mi caso.

Hermana Craig: Es verdad; el gozo personificado.

Hermana Caso: Muchas gracias, hermanas. Vamos a tratar la siguiente pregunta y esta es una cuestión real en todas partes para muchas mujeres.

La pregunta de esta hermana proviene del ámbito de las expectativas que no se han cumplido. En este caso, ella es de una familia muy unida pero no tiene hijos ni familia propios, y cuando nace una sobrina o un sobrino en la familia —hijo de una hermana o de un hermano— ella se pone feliz, pero siente un vacío en el corazón independientemente de las cosas buenas que haga en la vida o en la Iglesia. Entonces se pregunta cómo se puede sentir plena cuando no puede hacer lo único que ella siente que es para lo que ha nacido.

Hermana Eubank: ¿Puedo hablar acerca de eso?

Hermana Caso: Sí, por favor.

Hermana Eubank: Ese sentimiento del que ella habla es una reacción vívida y física a un deseo que es muy profundo en nuestro corazón. Voy a compartir una experiencia personal. No sé hace cuántos años atrás, diez, doce, quince años atrás. Era un domingo del Día de la Madre, caminaba desde mi casa para ir al auto, salí y cerré la puerta; había muchos arces alrededor de la casa que soltaban vainas de semillas en forma de hélice que habían caído por todo el asfalto de la entrada para quedarse allí. Mientras caminaba por las vainas hacia el auto, pensé: “Ellas son exactamente como tú: eres la madre que está dejando caer sus semillas sobre el asfalto en el que nunca crecerán”. Es posible que haya estado un poco sensible, pero era esa sensación física de esto no va a ser la experiencia que querías tener en la vida.

Hablamos acerca de no poder hacer aquello para lo que se ha nacido. Eso produce verdadero pesar, pero he llegado a ver que todos nacemos para hacer tres cosas. Es posible que las hagamos en diferente orden, pero finalmente haremos todas esas tres cosas y cumpliremos con la medida de nuestra creación. La primera es elegir libremente a Dios. Amo a Dios y amo a mi prójimo; tengo control absoluto sobre eso y elegiré hacerlo. La segunda es llegar a conocer a Jesucristo. Me arrepentiré, guardaré Sus mandamientos y eso abrirá la puerta a las cosas que quiero. Y la tercera es establecer relaciones familiares a ambos lados del velo.

Ahora, el orden en que eso suceda, para mí, será diferente al que yo podría esperar. Si están haciendo alguna de esas cosas, están cumpliendo con aquello para lo que han nacido, y si esas hermanas estuvieran aquí, eso es lo que les diría. Esto es lo que he aprendido: esperar en el Señor es una posición sagrada. Escuchamos al élder Gong hablar sobre eso en una conferencia cuando dijo que “es una posición santa”7. No es para sentir lástima; tal vez no tengan los hijos que quisieran tener; es posible que no estén en la situación que querrían estar; su salud podría no ser buena; no tienen lo que añoran por ahora, pero el esperar en el Señor es una posición santa y ustedes están en compañía de algunas de las mejores almas de la tierra. Por tanto, no tengan miedo de servir en la Primaria aunque no tengan los hijos que querrían tener. Esas son las joyas que recogerán al recorrer ese camino y que utilizarán más adelante (véase Salmos 27:14). Ese es mi testimonio.

Hermana Craig: Qué hermoso. ¿Y sabe qué? La amamos mucho.

Hermana Eubank: Gracias.

Hermana Craig: Usted ha bendecido a muchas personas. La semana pasada escuché hablar al élder Holland y algo que dijo me resultó muy profundo. Dijo, reflexionando sobre su vida, que su mayor crecimiento ha provenido de la decepción y las expectativas no cumplidas. Pienso que cuando podamos tener esa perspectiva y tal vez mirar hacia atrás, veremos —si hemos sintonizado nuestro corazón con el del Señor, como usted lo mencionó— que esos pueden ser períodos de gran crecimiento.

Hermana Caso: Muchas gracias, hermana Eubank. Y a usted también, hermana Craig. Gracias por compartir algo tan personal que sé que va a tener eco, que resonará en el corazón de muchas hermanas en todo el mundo. Las amamos, las amo, las amo; continuemos. ¿Dónde están los pañuelos? Sabía que los íbamos a necesitar.

Esto que acabamos de hablar cuadra perfectamente con la próxima pregunta. Una hermana se pregunta: “¿Por qué me siento culpable de trabajar cuando no lo necesito? Mi esposo es buen proveedor para nuestra familia de seis integrantes, pero me gusta sentir el logro de un buen día de trabajo. El Padre Celestial me ha dejado claro por medio de la revelación personal que está bien que trabaje. Entonces, ¿por qué me siento tan culpable?”.

Déjenme decirles, hermanas, que esa pregunta me ha tocado. Permítanme contarles un poco acerca de mi experiencia. Siempre he trabajado en la carrera de teledifusión, como usted lo mencionó. Si saben algo acerca de la teledifusión, sabrán que demanda mucho tiempo, consume mucho tiempo y todo eso. Así que cuando comencé a tener bebés había que tomar una decisión. ¿Qué hacemos ahora? ¿Quién cuidará al bebé? Mi esposo, yo y el Señor sentimos que estaba bien que yo regresara a trabajar y que mi esposo se quedara en casa con el bebé. Él estuvo de acuerdo —mi esposo estuvo de acuerdo—, el Señor estuvo de acuerdo y yo estuve de acuerdo. Sentimos por medio de la revelación personal que estaba bien.

Pero entonces llegó la culpa de la madre. Y no es que solo pensara “¿Irá a estar todo bien? ¿Diego va a estar bien?”. Pero a veces otras personas —quiero pensar que con muy buena intención—, amigas y hermanas del barrio plantaban una semilla en mi cerebro al decirme: “Pero, Irene, ¿estás segura de que eso está bien? Es por Diego. Ya sabes, la figura materna”. Entonces pensaba: “Diego no va a estar bien. Diego no va a crecer con normalidad”. Me alegra comunicarles que él está bien; es maravilloso, es el niño más inteligente y guapo. Pero sí, eso sucede; sí que sucede. ¿Qué me diría usted, hermana Porter? ¿Por qué nos sentimos culpables cuando sabemos por medio de la revelación personal que nuestra elección fue la correcta?

Hermana Porter: Gracias por compartirlo. He estado reflexionando sobre el discurso del élder Bednar en la conferencia general de abril cuando habló acerca de los principios y utilizó la cita de José Smith que nos es tan familiar: “Les enseño principios correctos y ellos se gobiernan a sí mismos”. Estaba pensando en eso en este contexto. En las Escrituras, por ejemplo en Doctrina y Convenios 93:40, el Señor nos instruye que debemos “criar a [n]uestros hijos en la luz y la verdad”. Ese es el principio. Luego, ¿de qué manera nos gobernamos a nosotras mismas conforme a ese principio? Usted acaba de compartir un hermoso ejemplo de cuando tomamos el principio perfecto y luego nos acercamos humildemente en oración al Señor, listas para aceptar Su dirección en nuestra vida. Y entonces podemos seguir adelante en paz.

Es interesante ver que hace seis años en esta Conferencia de BYU para mujeres, el élder Ballard —ahora el presidente Ballard— dio un discurso en el que se refirió a esto mismo. Tomé nota para no alterar sus palabras. Él habló supuestamente acerca de dos mujeres —tomó en teoría a dos mujeres—. Una, por ejemplo, tenía la impresión de ir a la facultad de medicina a obtener más instrucción, y la otra tuvo la impresión de casarse joven, de tener hijos joven. Luego planteó esta pregunta: “¿Es posible que dos hermanas igualmente fieles reciban respuestas tan diferentes a las mismas preguntas básicas?”. Y luego dijo: “¡Absolutamente! Lo que es adecuado para una mujer tal vez no lo sea para otra”8. Es muy importante que no juzguemos.

Hermana Craig: Me encanta eso de que no haya una sola manera de ser una mujer de Dios que guarda los convenios. Creo que usted mencionó en su entrevista con Gemma que debemos ser amables unas con otras. Creo que tenemos que ser amables unas con otras y con nosotras mismas; suponer que todas las personas están haciendo lo mejor que pueden, porque es así. Lo estamos intentando. Así es. Solo tenemos que ser amables.

Hermana Porter: Me encantó la Presidencia General de la Sociedad de Socorro ayer, toda esa sección acerca de la pertenencia, que es acoger a todas en nuestras diferencias que pueden ser muy enriquecedoras. Anoté dos ideas rápidas que me quedaron grabadas, hermana Eubank, de usted, de la hermana Bingham y de la hermana Aburto. Una es que creemos un espacio seguro; por ejemplo, que si vamos a la Iglesia o a la Sociedad de Socorro, sepamos que no vamos a ser juzgadas ni criticadas, sino que vamos a recibir abrazos. Y la segunda es que seamos una luz, no un juez. Dos cosas que tomé ayer de la Sociedad de Socorro.

Luego, la otra cosa que hice fue buscar dos pasajes de las Escrituras con los que estaba bien familiarizada que hablan acerca de cuál es nuestra responsabilidad por convenio una vez que nos unimos a la Iglesia y somos parte de ella. En Mosíah 18 y en Doctrina y Convenios 42, las palabras eran fortalecerse, consolar, elevar, llorar con los que lloran, llevar las cargas. Todas estas palabras se relacionan con elevar, nunca juzgar.

Hermana Eubank: Me encantan esas palabras.

Hermana Caso: Es verdad. Nunca juzgar en ninguna situación. Creo que ni en la situación de la que estamos hablando ni tampoco en otras cosas. Somos hermanas. Muchas gracias. Eso fue de gran ayuda. Debería haber hablado con ustedes cuando estaba tomando esa decisión. Hermana Porter, ¿dónde estaba usted?

Analicemos una pregunta de otra hermana, que se pregunta: “¿Cómo puedo fortalecer mi relación con mis hijos adultos que ya no están activos en la Iglesia? ¿Cómo puedo mantener lazos familiares fuertes con ellos?”.

Hermana Craig: Esa es una muy buena pregunta. Es complicada. Me encanta el corazón de esta hermana que desea mantener las relaciones con sus hijos. Eso es lo más importante; esas relaciones son eternas. Tuve una conversación maravillosa con la hermana Wendy Ulrich acerca de eso. Wendy es una mujer sabia, es la mejor de las mejores. Tiene un doctorado, es psicóloga, es escritora y presidió la Association of Latter-day Saint Counselors and Psychologists [Asociación de Terapeutas y Psicólogos Santos de los Últimos Días]. Wendy también presta servicio como miembro del consejo general de la Sociedad de Socorro. Es una persona muy completa. Veamos nuestra entrevista.

[Video]

Hermana Caso: Muchas gracias.

Hermana Craig: ¿Verdad que es buena?

Hermana Caso: Es buenísima. Es tan renovador ver cómo expresó con tanta sencillez algo tan complicado como lo que estábamos hablando. Muchas gracias por eso y, por supuesto, gracias a la hermana Ulrich por ayudarnos y brindarnos esa guía hoy.

Bien, hermanas, no puedo creerlo, pero ya se nos acaba el tiempo. No me gusta ese reloj que tengo allí diciéndome “date prisa”. Creo que tenemos tiempo para una pregunta más. ¿Les parece? Vamos. Esta habla de… —y es perfecta para ustedes, hermanas— va directamente a nuestras hermanas líderes de la Iglesia. Esta hermana quiere saber de qué manera podemos, como mujeres, hacer que se escuche nuestra voz en la Iglesia y se pregunta cómo ven ustedes el que las mujeres sirvan en más posiciones de liderazgo, y de qué manera ustedes mismas comparten su perspectiva en los muchos consejos en los que sirven.

Hermana Eubank: Me encanta el concepto de que la Restauración es continua porque en el tiempo del presidente Nelson hemos visto mucho progreso en ella. Sé que eso es verdad. Parte de eso es la capacidad de las mujeres de participar en consejos y lo hemos visto en nuestro servicio. Yo asisto al Comité de Correlación, usted está en el de Comunicaciones y usted en el de las Escrituras. Las presidentas asisten a la Mesa Directiva de Educación, los comités misional y del templo y de historia familiar. Esa inclusión de hermanas ha creado un ritmo nuevo en los consejos; es muy interesante.

Si una asiste a un consejo, los hombres tienen un estilo de comunicación muy diferente. Hablan al mismo tiempo, se interrumpen, y yo digo (levanta la mano): “Me gustaría hacer un comentario”. No quiero interrumpir, no quiero ser descortés. Entiendo ese ritmo y el élder Christofferson, quien preside mi comité, me comprende completamente. Me mira, arquea las cejas y yo digo “sí” y él dice “hermana Eubank”. Pero con el tiempo también me he vuelto más asertiva y directa con ellos, lo que ha sido genial. Pienso que esto también sucede en los consejos de estaca y de barrio. Tenemos que acostumbrarnos unos a otros y si una necesita un poco de ayuda de la persona que preside el comité, está bien también.

También me encanta que se haya agregado a estas hermanas nuevas que han sido llamadas a ayudar a los presidentes de Área y van a capacitar a las líderes de estaca, pero también a aportar perspectiva al consejo de Área donde no siempre han estado antes. Eso sucedió hace solo un mes. Así que hay nuevas maneras de que las voces de las mujeres se expresen, las perspectivas de las mujeres para ayudar a instruir a la Iglesia y la revelación que ellas sientan que aporta riqueza. Estas son partes hermosas de la Restauración.

Hermana Porter: Es verdad. La hermana Johnson, la hermana Wright y yo somos las nuevas y hemos pasado unas maravillosas dos semanas como invitadas a participar en cada uno de los comités de la Iglesia. Y no solo eso sino también para recibir instrucción de cada uno de los departamentos de la Iglesia. Estamos adquiriendo esta visión amplia que ha sido muy útil para nuestro servicio en la Primaria.

La otra cosa que ha surgido —y esto va a tener eco en las hermanas que sirven en los consejos de barrio y de estaca— es que, cuando fuimos llamadas, el élder Cook nos recalcó a las tres que nosotras, cuando asistimos a los comités o a cualquiera de nuestras asignaciones, en realidad tenemos dos funciones. Una que debemos tener en el corazón es, por supuesto, de qué manera esto afectará a los niños. ¿De qué manera podemos, como Iglesia, avanzar para bendecir a nuestros niños? Ese es nuestro llamamiento. La segunda es, como mencionó la hermana Eubank, como hermanas y como mujeres. Se nos ha invitado a dar nuestras ideas sobre cualquier tipo de asunto, ya sea que afecten o no a las mujeres, a los niños o a cualquier persona que conozcamos. Eso también es para las hermanas de los consejos de barrio y estaca. Cuando una está ahí, hermanas… eso pone un poco más de responsabilidad sobre nosotras de ir preparadas, de conocer la agenda con antelación, de haber orado y considerado e ir y ofrecer la inspiración que hemos recibido, sea cual sea el tema de análisis.

Hermana Craig: Hermana Eubank, usted mencionó el nuevo llamamiento de hace solo dos meses de las asesoras de organizaciones de Área, hermanas de todo el mundo que son llamadas por las presidencias de Área. Tuvimos la oportunidad de reunirnos con muchas de estas hermanas hace tan solo un mes. No sé si hay una foto.

Hermana Caso: Allí están.

Hermana Craig: Esa es la llamada por Zoom de algunas de nosotras. De todas maneras, no es la foto que pensé que sería, pero hay hermanas…

Hermana Porter: Detrás hay algunas más de usted, hermana Craig.

Hermana Craig: Ah, bien. Estoy sentada en… Quisiera que todas pudieran haber sentido el Espíritu en esa llamada cuando esas hermanas de todo el mundo se presentaron. “Hola desde Argentina”. “Hola desde el Reino Unido”. “Hola desde Ghana”. Fue increíble. No creo que haya habido muchos ojos sin lágrimas. Sentí que estábamos en la cúspide de algo extraordinario; esas mujeres consagradas marcando la diferencia. Fue maravilloso. Quisiera que las hermanas de todas partes pudieran sentir ese Espíritu y quisiera que pudieran sentir el espíritu de nuestro profeta y de nuestros líderes, quienes aman, respetan, valoran y quieren la contribución de nuestras hermanas.

Hermana Caso: Es tan importante. Debido a mi trabajo las he visto participar en estos consejos y las he visto representar a las mujeres. Por eso, muchas gracias. Se necesitan las voces de las mujeres y a ellas se las requiere en la Iglesia. Eso lo sabemos.

Nos gustaría tomar un tiempo para recordarles que sus preguntas y la naturaleza de este análisis continuarán en línea en una serie especial que se llama De hermana a hermana: Preguntas y Respuestas. La pueden encontrar en la Publicación semanal para jóvenes adultos de la Biblioteca del Evangelio al iniciar sesión en LaIglesiadeJesucristo.org.

Una vez más, muchas gracias, hermana Porter, hermana Eubank, hermana Craig por compartir sus ideas, abrir su corazón y tratar estos importantes temas. Me siento muy agradecida.

Antes de despedirnos, nos gustaría escuchar sus últimas impresiones, sus últimas ideas, después de esta hora maravillosa que hemos pasado juntas. Y como usted es la nueva, hermana Porter, comenzaremos con usted.

Hermana Porter: Qué bendición ha sido para mí considerar con espíritu de oración las preguntas de su corazón y sentir su hermandad entre nosotras. Cuando las preguntas… sin importar de quiénes son y aun si mi experiencia ha sido algo diferente, me he sentido conectada con ustedes en su corazón y en sus deseos. Ha sido una bendición deliberar en consejo con la hermana Eubank, la hermana Craig y con Irene en cuanto a las preguntas del corazón.

El mensaje, el pensamiento que me gustaría dejarles es mi testimonio profundo y perdurable de que Dios, nuestro Padre Celestial, y Su Hijo Jesucristo, las aman a cada una de ustedes. Están al tanto de las circunstancias de ustedes. Están al tanto de las preguntas de su corazón. Están al tanto de sus alegrías, sus pesares, sus dolores y quieren trabajar y caminar con ustedes. Y es por medio del Espíritu Santo, ese grandioso don, ese tercer miembro de la Trinidad, que podemos recibir paz y gozo. Si alguna vez hubiera momentos de nuestra vida en que en realidad no lo sentimos, podemos avanzar con confianza sabiendo que somos amadas, valoradas e importantes.

Las dejo con mi testimonio de este Evangelio restaurado. Es una Restauración continua de la que es un gozo ser parte. Estoy agradecida por el presidente Nelson y testifico que él es el profeta de Dios en la tierra hoy. Y lo dejo humildemente en el nombre de Jesucristo. Amén.

Hermana Eubank: Creo que debería dejarles este pensamiento: Testifico que vivimos como reyes. En cualquier otra dispensación, en cualquier otro milenio, los tesoros que tenemos en nuestras manos habrían estado disponibles solo para los reyes y los emperadores, y sin embargo los damos por sentado. Tenemos en las manos, y en nuestro propio idioma, las Escrituras que nos dan consejo y los ejemplos de personas de hace milenios.

Tenemos un profeta. Tenemos quince profetas, videntes y reveladores que miran hacia el futuro y nos enseñan lo que tenemos que hacer antes de la segunda venida del Salvador. Tenemos mandamientos que para mí son la manera en que el Padre Celestial nos arropa en la cama con una frazada tibia y abrigadora, y cuando nos caemos de la cama tenemos a Jesucristo, quien nos ayudará a arrepentirnos y nos pondrá de vuelta en ella. El Espíritu Santo que hemos sentido al reunirnos, al prepararnos para este evento y juntarnos aquí, me ayuda a responder mis preguntas.

Las animo a cada una de ustedes a que busquen a un par de amigas, se sienten y conversen acerca de sus preguntas y accedan al poder del Espíritu Santo. Espero que puedan replicar lo que hemos sentido hoy entre nosotras. Testifico que Dios las conoce, las ama y que responderá todas sus preguntas mejor de lo que nosotras podríamos desde este escenario. Y lo digo en el nombre de Jesucristo. Amén.

Hermana Craig: Antes de compartir mi testimonio quiero agradecer a estas maravillosas hermanas por la oportunidad que hemos tenido de aprender y crecer juntas y de buscar revelación personal. A las hermanas de todo el mundo que enviaron preguntas les digo que las amamos. Las amamos. He estado sintiendo que nos necesitamos unas a otras. Hermanas, nos necesitamos. Necesitamos a Jesucristo; Él es la respuesta a cada pregunta, a cada preocupación. Podemos acudir a las Escrituras, podemos arrodillarnos, podemos acudir a nuestro Padre Celestial y encontraremos las respuestas y la dirección que necesitamos. Comparto mi testimonio de que hay un Padre Celestial, que somos hijas amadas de padres celestiales, como lo dice el lema de las Mujeres Jóvenes. Sé que Jesucristo vive, que vivió una vida perfecta y que Él está en los detalles. Digo estas cosas en el nombre de Jesucristo. Amén.

Hermana Caso: Gracias, hermanas. Que Dios las bendiga a todas ¡y gracias por ser parte de esta conversación en directo De hermana a hermana! Hasta la próxima.

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