La mejor amiga por correspondencia
La autora vive en West Midlands, Inglaterra.
Jane no quería que fueran amigas por correspondencia; solo quería que su mamá volviera a casa.
Querida mamá, escribió Jane.
Hizo una pausa y golpeó la mesa con el bolígrafo. Miró la nevera, donde colgaba la foto más reciente de ella con su mamá. Ambas tenían la misma barbilla, el mismo cabello oscuro y la misma amplia sonrisa.
¿Qué podía decirle? Jane quería sonar feliz y fuerte para su mamá, pero no se le ocurría nada. Le dolía tanto el corazón que era difícil escribir algo.
Jane, el papá y sus hermanos habían regresado de visitar a la mamá hacía dos semanas. La mamá estaba en prisión y tenían que conducir casi un día entero para verla. Como el viaje era muy largo, no iban a verla muy a menudo. La mamá llevaba en prisión más de un año, y solo la habían visto dos veces.
Esta vez, cuando Jane la visitó, la mamá había sugerido que se hicieran amigas por correspondencia, pero Jane no quería ser amiga por correspondencia. Solo quería que su mamá volviera a casa.
La primera carta de la mamá a Jane había llegado ayer, escrita con una bonita letra. En la parte inferior, había hecho un dibujo de las dos celebrando una fiesta cuando ella llegara a casa.
Jane escribió unas líneas y luego arrugó el papel. Apoyó la cabeza en la mesa y cerró los ojos con fuerza, tratando de contener las lágrimas.
El papá entró con las cosas de la compra. “Jane, ¿estás bien?”.
Jane se encogió de hombros.
El papá se sentó y la rodeó con sus brazos. Jane se apoyó en su pecho.
“¿Cuánto tiempo más?”, preguntó.
“¿Hasta qué?”.
“¿Cuánto tiempo más hasta que mamá pueda volver a casa?”.
El papá se quedó callado por un momento; luego dijo: “Tal vez serán al menos tres años más, Jane”.
Jane creía que le iba a estallar el pecho. ¡Tres años! El último año había sido tan largo y difícil. ¿Cómo podría vivir tres años más sin su mamá?
“Todos los días desearía que tu mamá estuviera aquí”, dijo el papá. “Es difícil que no esté aquí, ¿verdad?”.
Jane asintió.
“Está bien sentirse triste”, dijo el papá. “A veces me ayuda recordarme a mí mismo qué es por lo que estoy agradecido”.
Jane suspiró. “¿Y qué es?”.El papá sonrió.
“Por ejemplo, que podemos llamar a mamá cada semana. Y que podemos enviarle las cosas que necesita, y cartas”. El papá dio palmaditas en la libreta de papel sobre la mesa. “¿Y …? ”“Y…,”, Jane pensó en ello,
“Tengo muchos maestros y amigos con los que puedo hablar. Y la mamá de Ashley me llevó a una actividad del Día de la Madre. Y he estado aprendiendo a ser una mejor amiga y ayudar a los demás”.
“Sí, lo has hecho”, dijo papá. “¿Qué tal si hacemos una oración y sigues pensando en lo que quieres escribir?”.
Jane cruzó los brazos. Dio gracias al Padre Celestial por haber podido ver a su mamá y que hubieran vuelto a casa sin problemas. Luego le pidió que la ayudara a saber qué escribir.
Se sentó a la mesa, y pensó y pensó. Entonces comenzó a escribir algo que no esperaba: una lista de cosas por las que estaba agradecida. Hizo una lista de todas las cosas de las que había hablado con su papá, y algunas más, como sus hermanos y el vecindario.
Cuando terminó, Jane hizo un dibujo de ella y de su mamá jugando juntas a juegos de mesa. Todavía le dolía un poco el corazón, pero había una cosa que esperaría con ansias: durante los próximos tres años, ¡sería la mejor amiga por correspondencia que haya existido!