De la Primera Presidencia
Un lugar santo
Adaptado de “Me encanta ver el templo”, Liahona, mayo de 2021, págs. 28–31.
Recuerdo el primer día que entré en el Templo de Salt Lake. Una mujer de cabello cano con un vestido blanco de templo me saludó y me dijo: “Bienvenido al templo, hermano Eyring”. Por un instante pensé que era un ángel porque sabía mi nombre; no me había dado cuenta de que mi nombre estaba en una pequeña tarjeta en la solapa de mi saco.
Alcé la vista hacia un alto techo blanco; la habitación estaba tan luminosa que parecía casi como si estuviera abierta al cielo. Sentí que había estado allí antes y luego, sentí también que estuve en un lugar sagrado como ese antes de nacer.
Las palabras “Santidad al Señor” están escritas en el exterior de todos nuestros templos, y sé que esas palabras son verdaderas. El templo es un lugar santo donde fácilmente recibimos revelación si nuestro corazón está abierto a ella.
Ruego que quieran ir allí, donde puedan sentirse cerca del Señor. Pueden ayudar a sus antepasados a estar con Él y con ustedes para siempre.
Me encanta ver el templo
Copia las líneas de la cuadrícula para terminar la otra mitad del Templo de Calgary, Alberta.