El dar ayuda y el Espíritu Santo
Puedes sentir el Espíritu Santo incluso antes de ser bautizado.
Mateo y su padre caminaron juntos hasta el puesto de fruta de su familia; los seguía el perro de Mateo, Zeus.
“¿Le preguntaste al obispo en cuanto a mi bautismo?”, preguntó Mateo. Ya tenía ocho años, pero aún no había sido bautizado debido a la pandemia.
“El obispo señaló que no podrás ser bautizado este mes”, dijo el papá, “quizás el mes que viene”.
“Está bien”. Mateo frunció el ceño; en el fondo deseaba ser bautizado y recibir el don del Espíritu Santo, ¡pero parecía que no iba a suceder nunca!
El papá abrió el puesto, y Mateo lo ayudó a mover cajas de naranjas, limones, mangos y plátanos. Luego lo ayudó a colocarlas en los estantes.
Mientras los dos trabajaban, Mateo siguió pensando en el Espíritu Santo. “¿Cómo se siente el Espíritu Santo?”, preguntó.
“El Espíritu Santo me consuela cuando estoy triste”, dijo el papá, “y además, me hace sentir bien cuando ayudo a alguien”.
“¡Tengo tanta ilusión de ser bautizado y así también poder sentir el Espíritu Santo!”.
“Incluso antes de ser bautizado y confirmado, puedes sentir el Espíritu Santo”, dijo su padre. “Ahora puedes sentir Su consuelo, como cuando oras o haces algo bueno por otra persona. Luego, después de ser confirmado, siempre podrás tener el Espíritu Santo contigo”.
Mateo pensó en ello. ¿Había sentido el Espíritu Santo antes?
En poco tiempo descargaron todas las cajas. “¿Estás listo para ayudar a la familia Sosa?”, preguntó el papá.
Mateo asintió. Los dos, el señor y la señora Sosa, tenían dificultades para caminar, así que Mateo iba al mercado a hacer las compras por ellos. A veces también les ayudaba a hacer los quehaceres de la casa.
Mateo y Zeus caminaron hasta la casa de la familia Sosa, y la señora Sosa los saludó desde la puerta principal. “¡Buenos días!”.
“¿Necesita alimentos hoy?”, preguntó Mateo.
“Sí, me hacen falta pan, papas y carne”. La señora Sosa contó algunas monedas. “Yo creo que es suficiente”.
Mateo tomó el dinero, y vio una bolsa de basura junto a la puerta. “¿Puedo tirarla?”.
“Sí, ¡gracias!”, dijo la señora Sosa.
Después de sacar la basura, Mateo compró los alimentos. Pensó en todas las cosas que hizo esa mañana. Ayudó a su papá en el puesto de fruta y ayudó a la familia Sosa a comprar comida. Y tuvo un buen sentimiento en su interior; ¡estaba sintiendo el Espíritu Santo, tal como le dijo su papá!
Mateo esperaba no tener que esperar mucho para bautizarse. ¡Quería tener el Espíritu Santo con él todo el tiempo!