“¿Qué canción era esa?”
Cantar ayudó a Caleb a alejar sus temores.
Caleb se despidió de su mamá. Su hermano, su hermana y él iban a pasar una semana entera en casa de su tía. No estaba muy lejos de donde vivía la familia de Caleb en Filipinas, pero le seguía pareciendo toda una aventura. ¡Lo iban a pasar muy bien!
Todos se subieron al auto y el papá los llevó a casa de la tía. Caleb corrió a dar un gran abrazo a su tía y a su primo.
“¡Los extrañé!”, dijo.
Su tía sonrió. “¡Yo también los extrañé! Pasen, preparé algunas golosinas para ustedes”.
Durante dos días, Caleb jugó a todas horas con sus hermanos y su primo. Ellos jugaron a videojuegos, dibujaron y corrieron afuera, pero, al tercer día, Caleb no se sentía bien. Le dolía el cuerpo y se sentía débil.
“Debes estar cansado de jugar tanto”, dijo su tía. Le dio un vaso de agua y Caleb se fue a la cama temprano.
Cuando despertó se sentía peor todavía. ¡Apenas se podía mover! Le había surgido un sarpullido en las piernas. Su tía estaba preocupada y llamó a su mamá.
El papá y la mamá fueron enseguida a recoger a Caleb y lo llevaron al hospital. El médico hizo algunas pruebas y les dijo que Caleb tenía una enfermedad llamada dengue. Eso sonaba aterrador.
“Es bueno que lo hayan traído”, dijo el médico. “Debe permanecer un tiempo aquí, en observación”.
Una enfermera los llevó a una sala donde había otros tres niños enfermos. La mamá ayudó a Caleb a meterse en la cama. Lo abrazó con fuerza e hizo una oración. Luego la mamá y el papá se fueron.
Caleb estaba asustado y comenzó a cantar una canción de la Primaria para poder sentirse mejor.
“Padre Celestial, dime, ¿estás ahí?”, cantó. “¿Y escuchas siempre cada oración?”.
Los otros niños escuchaban. “¿Qué canción era esa?”, preguntó un niño.
“La aprendí en la Primaria”, respondió Caleb. “Hace que me sienta valiente. Me recuerda que el Padre Celestial siempre está conmigo”.
“¿La puedes cantar otra vez, por favor?”, preguntó una niña. “Es hermosa”.
Mientras Caleb cantaba de nuevo la canción, sus temores desaparecieron.
“¿Qué es la Primaria?”, preguntó la otra niña. Caleb les explicó todo acerca de la Iglesia y la Primaria. Compartió su testimonio del Padre Celestial y de Jesucristo.
Caleb cantó canciones de la Primaria a los otros niños cada día hasta que se fue a casa. También compartió relatos de las Escrituras. Eso hacía que se sintiera mejor, y sabía que a ellos también les ayudaba. Estaba contento de poder compartir el Evangelio, aunque fuera en el hospital.