El nuevo equipo de Samuel
¿Le darían una oportunidad los demás niños?
Era temprano en la mañana del sábado, Samuel se sentó a la mesa de la cocina y se quedó mirando su tazón de cereales. No tenía muchas ganas de comer.
“¿Papá?”, dijo en voz baja. “Cambié de parecer. No quiero conocer a mi equipo de baloncesto hoy”.
“Sé que es difícil ser el niño nuevo, pero harás amigos”, le dijo su papá.
“No es eso… solo me preocupa lo que puedan pensar”.
El papá se sentó a su lado. “¿Quieres decir que te preguntas qué pensará tu equipo de un nuevo jugador que solo tiene una mano?”.
Samuel había nacido sin la mano izquierda y el brazo izquierdo terminaba en la muñeca.
“Sí”, dijo Samuel. “Como no me conocen, podrían pensar que un niño sin una mano no puede jugar al baloncesto”.
“Podrían pensarlo, pero tú eres un gran jugador, e ir a los entrenamientos te ayudará a jugar aún mejor”, dijo el papá con una sonrisa. “Ánimo, busca tu suéter y tu botella de agua. Vamos a conocer a tu equipo”.
Samuel suspiró y dijo: “Está bien”.
En cuanto entraron en el gimnasio, el entrenador se acercó.
“¡Hola! Soy el entrenador Monroe. Tú debes ser el nuevo jugador”.
“Sí, soy Samuel”.
“Estamos muy felices de tenerte en nuestro equipo”, dijo el entrenador Monroe. “Vamos a conocer a los demás niños”.
El papá se sentó en el banco. Samuel tomó su balón y siguió al entrenador.
“Les presento a Samuel, nuestro nuevo jugador”, dijo el entrenador Monroe. Unos cuantos niños saludaron a Samuel con la mano. “Tenemos la suerte de tenerlo a tiempo para nuestro primer partido. ¡Creo que vamos a tener un gran equipo, un gran partido y una gran temporada!”.
El entrenador Monroe hizo sonar su silbato y el equipo comenzó a realizar algunos movimientos de práctica. Samuel vio cómo algunos de sus compañeros lo miraban mientras botaba y lanzaba el balón solo con la mano derecha. Intentó que eso no lo distrajera.
Durante una pausa para tomar agua, un niño se sentó junto a Samuel en el banco. “Hola, soy Jackson. ¿Qué le pasó a tu mano?”.
“Nada. Nací de esta manera”, dijo Samuel.
“Nunca había visto a nadie con una sola mano jugar al baloncesto”, dijo Jackson. “Eres muy bueno”.
Samuel sonrió. “¡Gracias!”.
El entrenador Monroe hizo sonar el silbato de nuevo. “Durante los últimos treinta minutos, vamos a jugar un partido de práctica”. Dividió a los niños en dos equipos. Samuel se alegró de que Jackson estuviera en su equipo.
A un minuto del final del partido, ambos equipos tenían el mismo número de puntos. Uno de los compañeros de Samuel recibió el balón y buscó a alguien a quien pasárselo. Samuel estaba cerca y listo para atrapar el balón, pero el niño se lo pasó a Jackson en su lugar.
Jackson dio unos pasos, vio a Samuel y le pasó el balón. Samuel atrapó el balón, giró y lo lanzó hacia la canasta.
¡Canasta! El balón entró justo cuando el entrenador Monroe hizo sonar el silbato. El equipo de Samuel lo festejó.
“Buen pase”, dijo Samuel a Jackson mientras caminaban hacia el banco.
“Buen tiro”, dijo Jackson. “Los demás niños aprenderán que una mano es suficiente para jugar al baloncesto”.
Samuel sonrió y le chocó la mano. Tenía la sensación de que el entrenador Monroe estaba en lo correcto. Llegarían a tener un gran equipo, un gran juego y una gran temporada.