El milagro de los 15 minutos
El autobús iba a marcharse pronto. ¿Podrían llegar a tiempo?
“¡Mira!”, susurró Sasha. “Otra ardilla”. Estaba divirtiéndose explorando el Arboreto de Sochi. El parque gigante tenía todo tipo de hermosos árboles y flores. En su casa, en el centro de Rusia, todavía había nieve y hacía frío, pero aquí, en Sochi, el sol brillaba y el aire olía a primavera.
Sasha vio cómo la ardilla mordisqueaba una nuez. Todavía tenía su gruesa capa de pelo invernal, pero Sasha pensó que seguramente estaba tan entusiasmada por la primavera como él. Sonrió cuando la ardilla trepó por un árbol rápidamente.
En ese momento, sonó el teléfono de mamá. “¿Hola?”, dijo la mamá e hizo una pausa. “¡Pero creía que nuestros boletos eran para mañana! ¿Es hoy?”. No tardó en colgar el teléfono.
“¡Sasha! Tenemos que irnos ya mismo. ¡Nuestra visita al Skypark es esta mañana y el autobús sale en 15 minutos!”.
“¿Podemos llegar a la parada de autobús en tan poco tiempo?”, preguntó Sasha.
“Espero que sí. Hagamos una oración en el corazón y hagamos todo lo posible”. Mamá lo tomó de la mano y empezaron a correr.
El Arboreto de Sochi era grande. Sasha no estaba seguro de que pudieran encontrar la salida, pero hizo una oración en el corazón. Por favor, ayúdanos a llegar a la parada de autobús a tiempo. Nos gustaría mucho ir al Skypark.
El Skypark era un parque de aventuras en la cima de las montañas. Tenía columpios gigantes, muros de escalada, tirolinas y un circuito de cuerdas. También tenía el Skybridge, un puente larguísimo que colgaba en lo alto del cielo. Sasha esperaba que pudieran llegar a tiempo.
Finalmente encontraron la calle principal y buscaron un taxi. ¡Vieron uno de inmediato! Subieron al automóvil y mamá le dijo al conductor el nombre de la parada del autobús.
“¡Tienen suerte!”, dijo el conductor. “Conozco un atajo”.
Sasha miró por la ventana mientras pasaban por los árboles con rapidez.
“¿Crees que llegaremos?”, le preguntó Sasha a su mamá.
Mamá miró el reloj. “No lo sé, pero oramos. Y aunque no lleguemos, no pasa nada. ¡Estamos en una aventura!”.
Pronto llegaron a la parada de autobús. ¡El autobús ni siquiera estaba allí todavía! Estaba retrasado.
Mamá y Sasha todavía respiraban agitados, pero Sasha sonrió. “El conductor tenía razón: tenemos suerte”.
“No creo que haya sido solo suerte, cariño”, dijo la mamá. “A veces tenemos pequeños milagros que nos recuerdan cuánto nos ama el Padre Celestial”.
En ese momento, llegó el autobús. Mamá y Sasha se subieron y se dirigieron al Skypark. ¡Sasha estaba agradecido por ese pequeño milagro!