Pioneros en toda tierra
Chieko aprende sobre Jesús
Chieko sintió algo especial en su interior.
Chieko se alisó el vestido suave y blanco. Ella era el ángel en la obra de la Natividad y el espectáculo estaba a punto de comenzar.
Chieko no sabía mucho acerca de la Navidad ni de Jesús. Su familia había ido a Hawái desde Japón y eran budistas, pero el jefe de su padre le había pedido que participara en la obra y estaba entusiasmada por formar parte de ella. Se esforzó mucho por aprender lo que tenía que decir.
“No temáis”, dijo Chieko desde el escenario, “que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor”. Le encantó participar en esa obra.
Años más tarde, Chieko conoció a unos misioneros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. “¿Te gustaría venir a la Iglesia para aprender más acerca de Jesucristo?”, le preguntaron.
Chieko recordó su participación en la obra navideña. “¿Quién es Jesús?”, pensó. Quería saber más.
Cuando llegó a casa, Chieko preguntó a sus padres si podía ir a la Iglesia con los misioneros. “No veo por qué no”, dijo su mamá, “siempre y cuando sigas viniendo al templo budista con nosotros”.
En la Iglesia, Chieko aprendió nuevas canciones e hizo nuevos amigos. En la Escuela Dominical aprendió que Jesucristo era el Hijo de Dios. Gracias a Él, ella podía arrepentirse y volver a vivir con Dios algún día. Chieko sintió algo especial en su interior; sabía que Jesús era real.
Pasaron los años. Cada semana, Chieko iba al templo budista con su familia y cada domingo, iba a la Iglesia.
Cuando tenía quince años, Chieko quiso bautizarse. Estaba un poco temerosa de preguntarle a sus padres, pero ellos la apoyaron. “Sabemos que puedes ser una buena hija y una buena cristiana también”, dijo su papá. ¡Chieko estaba muy feliz!
Según crecía, Chieko no dejó de seguir a Jesús. A veces las personas no eran amables con ella porque era japonesa, pero no permitió que eso fuera un obstáculo. Trató a todos con bondad.
Cuando tenía sesenta y tres años, Chieko fue llamada a servir como parte de la Presidencia General de la Sociedad de Socorro. Visitó a miembros de la Iglesia de todo el mundo y compartió el amor del Salvador.
Chieko también habló en la conferencia general. “Vengamos a Cristo”, dijo ella. “Regocijémonos en Él, que es el Dador de todo lo bueno”.*