El oso de peluche morado
A Liam no le gustó su regalo de Navidad.
En la mañana del día de Navidad, Liam se despertó muy temprano y entró a hurtadillas en la sala de estar con sus dos hermanas pequeñas, Holly y Sarah. Allí había siete medias caseras colgando en una hilera. Algunas eran pequeñas y anchas, otras eran largas y delgadas, y algunas eran tan viejas que los colores se habían desteñido, pero lo importante para Liam fue que cada media estaba llena de dulces deliciosos.
Liam tomó su media y la vació, y frunció el ceño. Había un bastón de caramelo, una naranja y solo un puñado de dulces.
“¿Es esto todo?”, preguntó él.
Holly y Sarah también estaban frunciendo el ceño. Entonces Liam sonrió. ¡Tal vez eso significaba que su regalo iba a ser realmente bueno! Esperaba que fuera aquel nuevo videojuego que tenían todos sus amigos.
Sin embargo, cuando Liam finalmente abrió su regalo, su desilusión fue todavía mayor. Su regalo era un oso de peluche morado. Estaba hecho a mano, con ojos hechos de botones negros y una pequeña sonrisa cosida.
“Feliz Navidad, Liam”, dijo su mamá con una gran sonrisa.
Liam no sonrió, ese no era el regalo que deseaba.
Sus hermanas pequeñas también recibieron animales de peluche, al igual que sus tres hermanas mayores, pero eso no hacía que él se sintiera mejor. ¡Esta ha sido la peor de todas las Navidades!
“¿Qué te pasa?”, preguntó Erin, su hermana mayor, después del desayuno. “Has estado de mal humor toda la mañana”.
“No me gusta para nada mi regalo”, dijo él. “No es más que un oso de peluche que hizo mamá. ¿Por qué no me regaló lo que yo quería?”.
Erin sonrió, “Ven conmigo”.
Lo llevó a la habitación de su mamá y señaló la vieja máquina de coser sobre la mesa.
“Es la máquina de coser de mamá”, dijo ella. “¿Y qué?”, dijo Liam.
“¿Qué más ves?”.
Liam frunció el ceño. Podía ver agujas de costura, hilos de colores y algunas piezas dobladas de tela. También vio una bolsa de relleno, suave y esponjoso como una nube.
“Sé que querías que mamá te comprara otra cosa para Navidad”, dijo Erin, “pero no tenemos dinero para ello. Me encanta el oso de peluche que mamá me hizo, me demuestra lo mucho que me ama”.
“¿Qué quieres decir?”.
“Lleva tiempo hacer un muñeco de peluche, requiere paciencia. Mamá se sentó en esta mesa durante horas para hacer un juguete para cada uno de nosotros. Se aseguró de que cada uno recibiera un regalo. ¿No crees que eso significa que nos ama?”.
Liam tocó la tela morada que su mamá había utilizado para hacer su oso de peluche. Tal vez Erin tenía razón, un regalo no tiene que ser extraordinario para ser un buen regalo. En la Primaria, Liam había aprendido que Jesús era el don más grande y que había nacido en un establo sencillo.
Liam corrió a buscar a su mamá y le dio un fuerte abrazo. “Gracias por el oso de peluche”, dijo.
Ya no pensaba que el oso de peluche fuera un regalo tan tonto. Aun si no hubiera habido ningún regalo, sentía el amor de su familia y eso hizo que fuera una Navidad especial.