“Para siempre jamás”, El Amigo, abril de 2023, págs. 12–13.
Para siempre jamás
“¿Volveré a ver a Rosie?”, preguntó James.
Esta historia ocurrió en EE. UU.
James estaba sentado solo en su cama. La casa se sentía muy silenciosa. Extrañaba a su hermanita, Rosie. Ella había fallecido hacía poco; ella tenía apenas dos semanas.
James encontró a su mamá en su cuarto. Miró la cuna vacía de Rosie; le hacía sentirse triste.
“Mamá”, dijo suavemente, “extraño mucho a Rosie”.
La mamá sonrió, pero también parecía triste. Le dio un fuerte abrazo a James. “Yo también”.
“¿Volveré a verla alguna vez?”, preguntó James.
“Sí”, dijo ella. “Algún día, todos volveremos a ver a Rosie”.
James trató de imaginar a Rosie en su mente. Pensó en su cabello encrespado y en sus diminutas manos. Amaba a Rosie y le alegró que algún día volvería a verla, pero en ese momento estaba triste porque ella se había ido.
Unos días después llegó el momento de la noche de hogar. A veces la mamá o el papá enseñaban una lección, otras hacían un dulce juntos, pero esa semana el papá dijo: “Vamos a dar un paseo”.
La mamá agarró un libro grande y se subieron al auto. Al poco tiempo, James vio un jardín con unos tulipanes rosados, rojos y amarillos, y un edificio alto y blanco con una estatua dorada en la parte superior. Había un sentimiento especial en ese lugar.
“¿Sabes dónde estamos?”, preguntó el papá.
“¡El templo!”, dijo James.
“Tienes razón”, dijo la mamá. “Aquí es donde papá y yo nos casamos”.
Salieron del auto y se sentaron en un banco. La mamá abrió el libro y James vio una fotografía del templo. Su mamá y su papá también estaban en la fotografía. Ella llevaba puesto un vestido largo y blanco.
“Pareces una reina”, le dijo James a su mamá. “Y el templo parece un castillo”.
Su mamá sonrió. “El templo es mucho más especial que un castillo. Gracias a los templos, podemos estar con nuestra familia para siempre”.
La mamá pasó la página. James señaló una fotografía de un niño pequeño. “¿Ese soy yo?”, preguntó él.
“Sí”, dijo su mamá. “Eras un bebé muy dulce. Me alegro de poder estar contigo para siempre”.
Mamá volvió a pasar la página. Había una fotografía de Rosie.
“¿Rosie también?”, preguntó James.
“Rosie también”, dijo el papá. “Cuando llegue el momento de ir al cielo, podremos volver a estar con ella”.
“¿Para siempre?”, preguntó James.
“Para siempre jamás”, dijo la mamá, y pasó las hojas hasta la última página. James vio una fotografía suya con su papá, su mamá y Rosie.
James miró hacia el templo. Extrañaba a Rosie, pero se alegró de que el Padre Celestial hubiera preparado la manera de que su familia pudiera estar junta para siempre.
Ilustraciones por Hollie Hibbert