“Aprender a reconocer el Espíritu Santo”, Para la Fortaleza de la Juventud, febrero de 2021, págs. 00 6–7.
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Aprender a reconocer el Espíritu Santo
El Espíritu Santo guiará y dirigirá nuestra vida conforme aprendamos a reconocer y seguir Sus impresiones.
De muchacho, no sabía cómo se sentía el Espíritu Santo. Cuando tenía unos doce años de edad, mi madre hizo que me sentara y me planteó esta importante pregunta: “Mark”, me dijo, “¿alguna vez te ha dicho el Señor mediante el Espíritu Santo que la Iglesia es verdadera?”.
No estaba acostumbrado a mentir a mamá, así que, con sinceridad y algo avergonzado, le respondí: “¿No?”.
Entonces me dijo: “El Padre Celestial quiere que lo sepas por ti mismo, pero tú debes hacer el esfuerzo. Si lees el Libro de Mormón y oras, Él te dará a conocer su veracidad a través del Espíritu Santo”.
Tenía mi propio ejemplar del Libro de Mormón, pero jamás lo había leído por mi cuenta. Con la determinación de tomarme en serio la invitación, emprendí mi propia travesía espiritual. Cada noche, antes de ir a la cama, leía aproximadamente un capítulo del Libro de Mormón. Al arrodillarme en oración, pedía al Padre Celestial que me hiciera saber si era verdadero. Mientras oraba, experimentaba un sentimiento de paz que reposaba sobre mí. Me sentía bien por dentro.
¿Acaso provenían esos sentimientos del Espíritu Santo? No estaba del todo seguro; todo aquello era nuevo para mí e ignoraba cómo se sentían las impresiones del Espíritu Santo. Me preguntaba si recibiría la visita de algún ángel o si tal vez aparecería alguna gran luz divina en mi habitación. No obstante, con el deseo sincero de recibir el conocimiento prometido por parte del Espíritu Santo, continuaba leyendo y orando noche tras noche. Cada vez que oraba, experimentaba sentimientos de paz y me sentía bien en mi interior.
Más adelante, me di cuenta de que el Señor había estado contestándome las oraciones todo aquel tiempo, mientras yo esperaba alguna clase de respuesta diferente. No había comprendido que podemos “sentir” las impresiones del Espíritu Santo.
Aprender a reconocer las impresiones
En cierta ocasión, Oliver Cowdery tuvo dificultad para reconocer las impresiones del Espíritu. Cuando preguntó al profeta José Smith al respecto, recibió esta respuesta del Señor: “¿No hablé paz a tu mente en cuanto al asunto? ¿Qué mayor testimonio puedes tener que de Dios?” (Doctrina y Convenios 6:23). Oliver ya había recibido la respuesta, pero no la había reconocido. La respuesta fue paz a su mente, de manera muy semejante a como yo me había sentido mientras era muchacho.
Poco después, el Señor proporcionó un consejo adicional para Oliver y para el resto de nosotros: “… hablaré a tu mente y a tu corazón por medio del Espíritu Santo que vendrá sobre ti y morará en tu corazón […]; este es el espíritu de revelación” (Doctrina y Convenios 8:2–3).
El apóstol Pablo nos enseña a reconocer esos sentimientos de “amor, gozo, paz, longanimidad, benignidad, bondad, fe [y] mansedumbre” (Gálatas 5:22–23).
Con frecuencia, las impresiones del Espíritu Santo suelen ser apacibles y sutiles. Dios rara vez tratará de captar nuestra atención gritando. Más bien, al detenernos, y dedicar tiempo a sentir y a meditar, le mostramos que estamos escuchando y que deseamos respuestas mediante el Espíritu Santo. La próxima vez que te arrodilles en oración, en lugar de salir disparado tras decir “amén”, aguarda durante algunos momentos. Permanece de rodillas y escucha; quizás el Señor esté tratando de “habl[ar] paz a tu mente”, tal como lo hizo con Oliver Cowdery y conmigo.
El gran don del Espíritu Santo
Después del bautismo, recibimos el don del Espíritu Santo. Dicho don divino proporciona la ayuda de un miembro de la Trinidad a lo largo de toda nuestra vida. Se nos promete que, conforme nos esforcemos por vivir dignos de ese don, el Espíritu Santo nos “mostrará todas las cosas que deb[amos] hacer” (véase 2 Nefi 32:5). El Espíritu nos confirma la verdad en el corazón, nos protege del mal y nos guía durante nuestra vida. ¡Qué bendición maravillosa!
Estoy agradecido por el increíble don del Espíritu Santo y Su guía en mi vida.