2021
Atascada en el lodo: Una lección sobre el arrepentimiento
Febrero de 2021


“Atascada en el lodo: Una lección sobre el arrepentimiento”, Para la Fortaleza de la Juventud, febrero de 2021, págs. 14–15.

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Atascada en el lodo

Una lección sobre el arrepentimiento

Cuando escogemos acudir al Padre Celestial y a Jesucristo, nos damos cuenta de que Ellos están ahí, listos para ayudarnos a salir de cualquier situación difícil.

niña en el lodo

Ilustración por Dean MacAdam.

A veces puede resultar difícil hablar acerca del arrepentimiento. Puede que ni siquiera sepamos lo que significa arrepentirse. Podríamos pensar que solo los demás pueden ser perdonados o que solo tenemos que arrepentirnos de los pecados más serios. No prestes atención a esos pensamientos.

El Padre Celestial desea que sepas lo que en realidad significa el arrepentimiento. Desea que sepas que no es un castigo sino una bendición. El arrepentimiento produce un cambio en nosotros —en nuestros pensamientos, deseos, acciones, en nuestra naturaleza misma. Es parte de llegar a ser más como Cristo. El arrepentimiento te ayuda a sentir más gozo ahora.

Arrepentimiento gozoso

¿De qué manera el arrepentimiento brinda gozo?

Jesucristo dijo: “… os volveréis a mí ahora, y os arrepentiréis de vuestros pecados […] para que yo os sane” (3 Nefi 9:13). El arrepentimiento nos permite “experimentar el gozo de tener la ayuda del Salvador”*.

Satanás quiere que pensemos que estamos solos cuando cometemos errores. ¡Eso sencillamente no es verdad! El arrepentimiento nos ayuda a entender que el Padre Celestial y Jesucristo siempre están ahí. Sin embargo, el acudir a Ellos depende de nosotros. Cuando lo hacemos, encontramos amor, consuelo y gozo al saber que podemos ser perdonados e intentar de nuevo.

Una tarde lodosa

Reflexioné acerca de esa lección sobre el arrepentimiento luego de observar una tarde a mi hermana. El patio de nuestra casa daba hacia un terreno que había sido despejado para la construcción. Durante los temporales, el terreno se convertía en un lodazal. No era lodo común y corriente; no, ese lodo era espeso, viscoso y profundo. Si te quedabas atascado, salir de ahí era como tratar de correr sobre mantequilla de maní.

Un día, mi hermana pequeña decidió que quería salir a jugar. Mamá le recordó que debía quedarse en el patio de cemento, próximo a la casa. En vez de eso, mi hermana se alejó hacia el terreno.

Luego de un rato, escuché que alguien lloraba y miré hacia afuera. ¡No lo podía creer! Mi hermana estaba sentada en medio del lodo, completamente cubierta, con lágrimas rodando por sus mejillas. Trataba de salir, pero le era imposible. Cada vez que trataba de moverse, se hundía más y más en el lodo espeso. Por supuesto, salimos rápidamente a rescatarla.

Ayudé a mamá a poner unas tablas por las que pudiéramos caminar hasta donde estaba mi hermana, y de ese modo no quedáramos atrapadas también. El lodo era tan espeso que, cuando sacamos a mi hermana, los zapatos y los calcetines se hundieron enseguida.

Purificados por medio de Cristo

La vida puede ser muy semejante a ese terreno lodoso. Si no tenemos cuidado, podemos caer presas del pecado, de las influencias del mundo o de las malas decisiones. Esas cosas son como el lodo espiritual que se adhiere a nuestro espíritu y que nos hace sentir muy mal.

Al escoger acudir al Padre Celestial y a Jesucristo, nos damos cuenta de que Ellos están ahí, listos para ayudarnos a salir de cualquier situación difícil. Gracias al sacrificio expiatorio del Salvador Jesucristo podemos ser perdonados y volver a ser limpios. Siempre se encuentra “gozo al elegir arrepentirse”*.