“Tú eres el héroe de tu propia historia”, Para la Fortaleza de la Juventud, febrero de 2021, págs. 8–11.
Tú eres el héroe de tu propia historia
Cuando pienso en los jóvenes y en los jóvenes adultos de la Iglesia de Jesucristo, siento una profunda ternura por ustedes. Al pensar en ustedes, ¡me veo a mí mismo!
Cuando era joven, me paraba ante el vallado de un aeropuerto internacional y observaba aquellas magníficas máquinas voladoras1. Los despegues y los aterrizajes eran un espectáculo milagroso; ¡me estremecían el alma! ¡Cuánto deseaba estar en la cabina de pilotaje de alguna de aquellas aeronaves impresionantes y sentir la emoción de elevarme del suelo, trepar por encima de las nubes y viajar a nuevos horizontes!
Pero, ¿era posible aquel sueño? No había nacido en una familia rica; habíamos sido refugiados en dos ocasiones, en las cuales debimos llevar con nosotros tan solo lo que podíamos cargar. Algunas personas me consideraban una persona marginada. Mientras los demás niños jugaban con sus amigos, yo tenía que pasar las tardes y los fines de semana trabajando en el negocio de lavandería de nuestra familia, a menudo como repartidor.
Digo esto porque quizás algunos de ustedes también se pregunten si sus sueños alguna vez se harán realidad. Comprendo lo que sienten. Si pudiera retroceder en el tiempo y hablarle al muchacho que se paraba al otro lado del vallado anhelando un futuro mejor, le diría:
“No será fácil, pero puedes hacerlo. Todo saldrá bien. El trayecto estará lleno de desafíos, Dieter; sin embargo, esa misma lucha te transformará en la persona que quieres ser. Trabaja con ahínco; sé constante; concéntrate en las cosas que puedas cambiar, y no tanto en aquello que no puedas modificar. Ten fe; ten esperanza; confía en Dios. Has de saber que si haces tu parte, las cosas saldrán bien”.
Hoy les doy ese mismo consejo también a ustedes.
Tú eres el héroe de tu propia historia
Mis queridos amigos, desde mi temprana infancia, me encantaban las historias de aventuras. Muchas de ellas comienzan con un personaje que tiene algún problema; cuanto mayor sea el problema, más atrayente será la historia. ¡Y lo que el personaje ignora es que las cosas se pondrán mucho peor! De hecho, empeoran a tal grado, que el héroe o la heroína puede comenzar a sentir que jamás vencerá los desafíos que afronta.
Por lo menos hasta que algo especial suceda en su vida, como, por ejemplo, el que aparezca alguna persona de confianza o alguna fuente de sabiduría a fin de ayudarle a obtener el suficiente conocimiento e ideas para formular un nuevo plan. El resto de la historia trata sobre cómo el héroe sigue el plan y vence las dificultades que afrontaba.
En una conferencia general anterior, hablé sobre Bilbo Bolsón, un hobbit de lo más común y corriente, que emprende una aventura para matar un dragón. Gandalf es su fuente de sabiduría y ayuda. O bien, piensen en Obi–Wan Kenobi, quien ayuda a Luke Skywalker a aprender a dominar la Fuerza y a derrotar la Estrella de la Muerte. Ana la de Tejas Verdes cuenta con Marilla y Matthew, quienes la aman y la guían conforme esta pasa de ser una huérfana indeseada a ser una alumna aplicada y una amiga muy querida. Hermione Granger y Harry Potter tienen profesores bondadosos en el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería que les ayudan a saber lo que deben hacer para vencer al “El–Que–No–Debe–Ser–Nombrado”.
Y ahora, me dirijo a ti: Ya sea que te sientas como un héroe o no, ¡lo eres! ¡Tú eres el héroe en la historia de tu vida! Tal vez te encuentres frente a lo que para ti sea un “vallado”, anhelando algo que quieras llegar a ser. A veces, podrías sentirte solo, pero no lo estás.
Eres hijo de Dios; Él es tu Padre Celestial; te ama y está a tan solo una oración de distancia. Tienes a Jesucristo. Los efectos de Su expiación siempre se hallan disponibles para eliminar el dolor y la soledad de los errores. Tienes al obispo y a otros líderes de la Iglesia bien dispuestos, así como a la familia del barrio, quienes pueden guiarte y ayudarte.
Confía en que Dios guiará tus pasos
Sin importar cuán lejos parezca tu destino, has de saber esto: tal vez no llegues a donde deseas llegar en un día, ni en una semana o ni siquiera en un año; no obstante, si sigues poniendo un pie delante del otro y te esfuerzas cada día por seguir tu plan, las cosas saldrán bien y alcanzarás tus objetivos. Sin duda, hallarás sorpresas y desafíos inesperados durante tu aventura, pero eso es lo que constituye una historia de éxito; ¡la historia de tu vida! Y, en especial, recuerda que si confías en el Señor, aprendes de Él y tienes fe en Él, Él enderezará tus veredas2.
Mis queridos amigos y compañeros de viaje en el camino de esta gran aventura de la vida terrenal: no se desanimen. No se den por vencidos. ¡El futuro es brillante! Algún día, contemplarán en retrospectiva la persona que ahora son con ternura y compasión, y entonces sabrán que los pasos que dieron hoy los han convertido en la maravillosa persona que aún deben llegar a ser.