“Tu recarga espiritual diaria”, Para la Fortaleza de la Juventud, agosto de 2021, págs. 26–27.
Lección práctica para la noche de hogar
Tu recarga espiritual diaria
¡Las cosas pequeñas y sencillas pueden tener resultados que desafían la gravedad y cambian la vida!
¿Has tenido alguna vez la sensación de que estás siguiendo las prácticas diarias del Evangelio, pero no logras ningún cambio? A todos se nos anima a dedicarle tiempo a las Escrituras cada día y a orar con frecuencia, pero a veces puede ser difícil notar los beneficios de estos pequeños hábitos diarios.
Aunque los hábitos sencillos como la oración personal y el estudio diario de las Escrituras podrían parecer pequeños, tienen el poder de influir en lo que sucede en tu día y en tu vida.
Busca un peine de plástico, un grifo y una voluntaria con el cabello seco. ¡Es la hora de la lección práctica!
Qué hacer
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Abre el grifo de modo que salga un chorro de agua muy fino. En este momento, la gravedad es lo único que influye en la dirección del agua. Explícale a tu familia que la gravedad es como nuestra rutina cotidiana. Sin embargo, una recarga espiritual diaria puede tener un efecto impresionante en lo que sucede en nuestra vida, al igual que el peine cargado con electricidad estática afectará al pequeño chorro.
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Peina tu cabello (o el de un familiar) diez veces con el peine de plástico. Ahora acércalo al pequeño chorro de agua (sin llegar a tocarlo) y mira cómo se produce la magia. Si todo va bien, ¡el chorro de agua debería desviarse hacia el peine!
Claro que en realidad es ciencia, no magia. Cuando te peinas una y otra vez, la electricidad estática se acumula en el peine en forma de pequeños electrones microscópicos. Cuando acercas el peine al agua, la acumulación de esos pequeños electrones atrae al agua y, literalmente, ¡la desvía!
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Vuelve a hacer el experimento, esta vez peinándote el cabello solo una o dos veces. Esto no reúne suficientes electrones para mover el agua. Pero si lo haces diez, veinte o treinta veces, ¡puedes reunir una cantidad impresionante de electricidad estática!
Pregunta a tu familia cuál es la diferencia entre los dos experimentos y cómo puede relacionarse con nuestros propios hábitos espirituales a lo largo del día (o de la semana, o de toda la vida). Luego haz el experimento de la manera correcta una vez más porque, bueno, ¡es divertido!
El poder de una recarga diaria
El élder David A. Bednar, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó: “El patrón espiritual de las cosas pequeñas y sencillas, que llevan a efecto grandes cosas, produce firmeza y perseverancia, una devoción cada vez mayor, y una conversión más completa al Señor Jesucristo y a Su evangelio”1.
Al igual que los electrones microscópicos que se juntan en el peine, hay pequeñas actividades diarias que podemos hacer para recargar nuestro testimonio. Estas recargas espirituales pueden ser muchas cosas: el estudio de las Escrituras, la oración personal, tomar la Santa Cena o ir a Seminario. Explica que las cosas del día a día pueden parecer pequeñas, aunque esas recargas espirituales pueden marcar una gran diferencia, incluso si solo se trata de desviar ligeramente tu vida en la dirección correcta (véase Doctrina y Convenios 64:33).
Pide a tu familia que mencione las formas en que puedes reunir pequeñas recargas espirituales a lo largo del día y de la semana. ¡Las influencias espirituales constantes en tu vida pueden ser tan poderosas como para desafiar la gravedad!