2022
Valientes juntas
Junio de 2022


“Valientes juntas”, Para la Fortaleza de la Juventud, junio de 2022.

Ven, sígueme

Rut 1–4

Valientes juntas

Noemí y Rut no tenían mucho, pero se tenían la una a la otra, y tenían fe en Dios.

Noemí y Rut

Ilustraciones por Katy Dockrill

Todo su mundo se había venido abajo. Noemí, una mujer israelita justa del Antiguo Testamento, no solo había perdido a su esposo, sino también a sus dos hijos (véase Rut 1:2–5).

Debido al lugar y al momento en los que vivía, eso implicaba un casi inevitable desastre económico para ella. En esa cultura y época, era difícil que una mujer se ganara la vida por sí misma. Si el esposo de una mujer moría, se suponía que sus hijos debían cuidar de ella.

Pero cuando ellos también murieron, Noemí se quedó sin apoyo, ya que vivía lejos de su casa y sus parientes. Así que ella y sus nueras comenzaron el viaje hacia Israel.

Sin embargo, pensando en el bienestar de sus nueras, Noemí les dijo que debían regresar a Moab para que sus familias pudieran cuidar de ellas.

No obstante, ellas amaban a su suegra y le respondieron: “… Ciertamente nosotras volveremos contigo a tu pueblo” (Rut 1:9–10). Querían quedarse con Noemí.

A pesar de sus protestas, Noemí las instó de nuevo a regresar a sus casas. Después de llorar mucho, una de las nueras decidió volverse.

La otra, sin embargo, se aferró aún más a Noemí. Luego pronunció unas palabras que son uno de los grandes ejemplos de lealtad de todas las Escrituras.

Le dijo: “… No me ruegues que te deje y que me aparte de ti; porque adondequiera que tú fueres, iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios” (Rut 1:16).

Esa fiel mujer y nuera se llamaba Rut, y no tenía idea alguna de que su demostración de lealtad y amor hacia Noemí desencadenaría una serie de acontecimientos que bendecirían a todo el mundo.

Lo que Rut afrontó

Seamos claros en una cosa: Rut no tenía ahorros; no estaba en condiciones de cuidar económicamente de Noemí, ni siquiera de sí misma. De hecho, la opción más segura para Rut era regresar a casa, como le había dicho Noemí. Al mantenerse unidas, tendrían que luchar para ganarse la vida. Aun sabiendo esto, Rut no estaba dispuesta a que Noemí quedara sola para afrontar ese destino. Su lealtad era grande.

Rut afrontó más dificultades. Se había convertido al Dios de Israel, Jesucristo, en algún momento después de casarse con su esposo. Ella era de Moab, donde el pueblo adoraba a otros dioses. Rut estaba dispuesta a viajar a una tierra extranjera (Belén), donde sería una extraña con una tradición religiosa y una educación diferentes. Y todo esto sin ninguna promesa de ayuda ni seguridad.

Sin embargo, lo que sí tenía Rut era fe en Dios y lealtad a Noemí.

Las bendiciones de la fidelidad

Cuando llegaron a Belén, Rut sugirió ir a los campos a espigar (recoger el grano que había caído al suelo, después de que los cosechadores habían acabado).

Espigar en los campos llevó a Rut a encontrarse con Booz, un hombre importante que estaba emparentado con el esposo de Noemí. Booz sintió compasión por Rut. Había oído cuán fiel era Rut a Noemí y al Dios de Israel (véase Rut 2:11–12).

Al poco tiempo, Rut solo espigaba en los campos de Booz, y Rut y Noemí tenían suficiente para comer. Noemí vio la oportunidad de ayudar a Rut, así que sugirió que Rut se presentara ante Booz como posible esposa.

Rut respondió como te imaginas, diciendo: “… Haré todo lo que tú me mandes” (Rut 3:5).

Booz se casó con Rut (véase Rut 4:13), lo cual proporcionó seguridad y estabilidad a Noemí y a Rut. Más aún, tuvieron un hijo que fue antepasado de Jesucristo (véanse Rut 4:17 y Juan 7:42).

Inicialmente, Noemí y Rut se quedaron sin mucho que pudieran considerar propio, pero se tenían la una a la otra. “[T]u nuera, que te ama”, le dijeron unas mujeres a Noemí, “es de más valor para ti que siete hijos” (Rut 4:15).

Lo que tenían, la una con la otra y con el Señor, era todo lo que necesitaban.