“No lloro cuando siento el Espíritu. ¿Me ocurre algo?”, Para la Fortaleza de la Juventud, junio de 2022.
Al grano
No lloro cuando siento el Espíritu. ¿Me ocurre algo?
Llorar no es la única reacción a sentir el Espíritu de Dios. Ni siquiera es la señal más habitual de que el Espíritu está presente.
El presidente Howard W. Hunter (1907–1995) declaró: “Me preocupa el que a veces equiparemos las emociones fuertes o el derramar lágrimas con la presencia del Espíritu. Ciertamente, el Espíritu del Señor puede ocasionar emociones fuertes, incluso lágrimas, mas esa manifestación exterior no debe confundirse con la presencia del Espíritu en sí” (Predicad Mi Evangelio: Una guía para el servicio misional, 2019, pág. 105).
Hay muchas maneras de percibir al Espíritu Santo. Tal vez sientas paz y tranquilidad, o claridad en la mente y pensamientos inspirados. O quizás sientas emociones positivas como el amor, el gozo, la mansedumbre, la paciencia o, simplemente, el deseo de hacer el bien (véanse Doctrina y Convenios 6:15, 23; 8:2; 11:12–14; Gálatas 5:22–23; Moroni 7:13). Si estás experimentando este tipo de cosas, puedes estar seguro de que estás sintiendo el Espíritu. Las emociones fuertes pueden traer lágrimas a los ojos, pero no debes pensar que es la mejor manera o la más clara de percibir el Espíritu.