“Congregados en Su luz: Evitar el cautiverio”, Para la Fortaleza de la Juventud, octubre de 2022.
Congregados en Su luz: Evitar el cautiverio
A medida que vivas en rectitud, no solo escaparás del cautiverio del adversario, sino que también llegarás a ser un ejemplo de esperanza y luz para los demás.
Todos nos hemos sentido solos alguna vez; de hecho, puede que incluso te hayas sentido solo recientemente, pero lo maravilloso del Evangelio es que, sean cuales sean tus circunstancias, siempre puedes experimentar un sentimiento de pertenencia, aunque no haya muchos miembros de la Iglesia cerca.
Nuestra propia familia vivió treinta y tres años en la península de San Francisco, en los Estados Unidos. Creo que nunca hubo más de un miembro en las clases de la escuela secundaria de nuestros hijos.
Aun así, durante todos esos años, sabíamos que el Señor nos había congregado como parte de la casa de Israel y pudimos experimentar un sentimiento de pertenencia al vivir el Evangelio. El presidente Russell M. Nelson ha dicho que el recogimiento “no depende del lugar donde se viva, sino que es una cuestión de dedicación individual. Las personas pueden ‘[ser] llevad[a]s al conocimiento del Señor’ [3 Nefi 20:13] sin dejar su tierra natal”1.
Al vivir el Evangelio, te estás congregando en el Señor. Cuando haces tu parte para congregar a otras personas en el Evangelio, estás cumpliendo la obra vital de ayudar al Señor a recoger a Israel.
Escapar del cautiverio y la iniquidad
Al congregarnos en Cristo siguiendo Sus enseñanzas, experimentamos la libertad que solo el Evangelio puede proporcionar: la libertad de recibir revelación personal y la libertad de llegar a ser lo que el Padre Celestial desea que seamos. No llevar una vida recta puede conducir al cautiverio y a las limitaciones, tanto en lo físico como en lo espiritual2. Cuando ayudamos a congregar a nuestros amigos y seres queridos en el Evangelio, ayudándolos incluso a hacer y guardar convenios sagrados con Dios, los estamos ayudando a liberarse de muchos tipos de esclavitud.
En una ópera que me gusta se ilustra el principio del cautiverio espiritual y físico. En su juventud, Giuseppe Verdi se sentía intrigado por el profeta Jeremías del Antiguo Testamento. En 1842, cuando tenía veintiocho años, escribió la ópera Nabucco, en referencia a Nabucodonosor, el rey de Babilonia, que vivió durante la época de Jeremías.
En esta ópera se habla de la conquista de Jerusalén y del cautiverio y la servidumbre de los judíos, que fueron las consecuencias de no llevar vidas rectas (véase Jeremías 13:9–19). El Salmo 137 es la inspiración del emotivo y conmovedor “Coro de los esclavos hebreos” de Verdi. El encabezamiento de este Salmo en nuestras Escrituras es muy dramático: “Mientras estuvieron en cautiverio, los judíos lloraron junto a los ríos de Babilonia — A causa del dolor, no podían soportar cantar los cánticos de Sion”.
Dios quiso que los hombres y las mujeres fueran libres para elegir entre el bien y el mal. Cuando las malas decisiones se convierten en la característica dominante de una cultura o de una nación, se producen graves consecuencias, tanto en esta vida como en la venidera. Las personas pueden llegar a ser esclavas o a provocar su propio cautiverio, no solo de sustancias perjudiciales y adictivas, sino también de las filosofías perjudiciales y adictivas que restan valor a una vida recta. Podemos ver que eso sucede en nuestros días.
Debemos hacer todo lo posible por evitar el pecado y la rebelión que conducen a la servidumbre3. Al hacerlo, nos hacemos merecedores de recibir inspiración al ayudar al Señor en el recogimiento de Sus escogidos y en el recogimiento literal de Israel.
A medida que vivas en rectitud, no solo escaparás del cautiverio del adversario, sino que también llegarás a ser un ejemplo de esperanza y luz para los demás.
Dejar que tu luz brille
¿Tienes amigos o seres queridos que estén tan llenos de pesar que no puedan entonar los cánticos de Sion ni sentir el gozo del Evangelio?
Ya sea en casa o con desconocidos, cuando se trata de compartir el Evangelio, puedes ser una luz resplandeciente al aceptar y vivir la luz del Evangelio4. Sin embargo, si las personas no saben que los amas, no tendrás el mismo impacto; por lo tanto, siempre debemos procurar estar llenos de amor por los demás. Cuando estés lleno de amor por todos los hijos del Padre Celestial, todos verán tu luz, una luz que puede tener efectos de largo alcance, más allá de lo que puedas llegar a ver.
Simplemente con ser tú mismo y llevar una vida recta, puedes atraer a otras personas, que se fijarán en ti y en tu forma de vivir. Esto plantará innumerables semillas que llegarán a dar mucho fruto con el tiempo5. Mucho antes de que cumplas la edad suficiente para servir en una misión, puedes ayudar a plantar semillas, buscar a los escogidos y congregarlos en Cristo.
Puedes comenzar desarrollando ese amor y esa luz en tu hogar. Ese proceso podría ser largo, así que, por favor, no te sientas desanimado por las contenciones personales o las discusiones que se produzcan en tu familia. El respeto a largo plazo requiere esfuerzo a largo plazo. Dedica tiempo a trabajar en las relaciones familiares. Puedes comenzar mostrando respeto y aprendiendo a evitar la crítica.
En el hogar, la crítica es como un veneno que puede destruir la unidad. Si alguien comete un error, como tirar un plato al suelo, no son necesarios el arrepentimiento ni la crítica; por el contrario, lo único que se necesita es enseñar con bondad. Debemos aprender a ser pacientes los unos con los otros, especialmente en nuestra familia. Creo que si un hogar puede ser un lugar donde no hay críticas, el amor puede florecer.
Congregarse en un lugar seguro
Como dije antes, cuando estamos en el cautiverio, nuestras posibilidades de actuar quedan limitadas. La solución es buscar libertad, luz y amor en la seguridad del Evangelio. El cautiverio en el pecado puede llevarte a sentir que no puedes entonar los cánticos de Sion, pero el arrepentimiento siempre está disponible. Podemos congregarnos en la casa de Israel y ayudar a los demás a congregarse en lugares seguros con nosotros.
Si te mantienes centrado en el Evangelio, en el Salvador y en el templo, estás haciendo justo lo que necesitas hacer. Puedes vivir en cualquier parte del mundo, incluso con un pequeño número de miembros de la Iglesia, y aun así ser parte de la Iglesia, del reino y del recogimiento. Nunca estás solo cuando estás en la casa de Israel.