“Cuando las decisiones de otras personas te hacen daño”, Para la Fortaleza de la Juventud, julio de 2023.
Cuando las decisiones de otras personas te hacen daño
Estas son algunas de las cosas que debes recordar cuando las personas usan su albedrío de tal manera que te hace daño.
Cada día tomas montones de decisiones: qué ponerte, qué desayunar y con qué amigos pasar el rato. El albedrío, o la libertad de escoger y de actuar, es uno de los mayores dones que Dios nos ha dado.
Nuestras decisiones también tienen consecuencias y, a veces, las que toman otras personas pueden hacernos daño. Si alguna vez te han castigado por algo que hizo tu hermano, ¡ya sabes lo difícil que puede ser cuando otras personas usan el albedrío de maneras que no te agradan!
Sin embargo, a veces hay cosas incluso peores para las que las personas pueden usar el albedrío. Los niños de la escuela podrían acosarte o tal vez un miembro de la familia decida dejar la Iglesia. Hay muchas ocasiones en las que la vida podría parecer injusta. Después de todo, tú tratas de usar el albedrío para tomar decisiones correctas, así que, ¿por qué ellos no lo hacen?
Claro que no puedes controlar a los demás, pero la buena noticia es que tú puedes cambiar. La estrategia consiste en cambiar aquello en lo que te centras y tomar buenas decisiones, aun cuando los demás no lo hagan.
A continuación se presentan algunas cosas que debemos recordar en cuanto a seguir adelante con fe, incluso cuando otras personas utilicen su albedrío de maneras que te hagan daño:
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Satanás procuró destruir el albedrío (véase Moisés 4:3). Aunque es difícil ver a los demás tomar malas decisiones, ¡también eres libre de tomar buenas decisiones para seguir a Jesucristo y llegar a ser más como Él!
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Tus acciones tienen efectos. Recuerda: “Somos libres de escoger, pero no podemos escoger las consecuencias”1. Ver cómo te afectan las decisiones de otras personas puede ser un buen recordatorio para que tomes decisiones que no te hagan daño a ti ni a los demás.
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Cada persona es responsable de sus propias decisiones (véase Doctrina y Convenios 101:78). No tienes que llevar la carga de sentirte responsable de cambiar a los demás o sus decisiones. En vez de ello, puedes centrarte en tomar decisiones positivas y seguir a Jesucristo.
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Puedes decidir ser bondadoso. Alguien podría ser malo contigo, pero incluso así puedes ser bondadoso con esa persona. Se requiere valor para ser bondadoso con las personas y perdonarlas cuando estas no son buenas contigo, pero eso es exactamente lo que Jesús haría (véase Lucas 23:34).
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Debes centrarte en lo que puedes controlar. Por ejemplo, tal vez no puedas evitar que tus padres se divorcien, pero puedes decidir centrarte en permanecer en la senda de los convenios, ayudar a tus hermanos, aprender sobre las relaciones saludables y fijar metas para tu futura familia. Elige convertir tus desafíos en oportunidades para crecer y aprender.
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Tienes una identidad y un propósito divinos. Cuando recuerdas tu identidad como hijo o hija de Dios y vuelves a centrarte en tus metas en la vida, logras ver un panorama más amplio de las circunstancias. Centrarte en tu propósito y ver que esas dificultades son solo una pequeña parte de la historia de tu vida puede ayudarte a seguir adelante con fe.
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Por medio de la fe en Jesucristo puedes hallar paz personal, aun cuando lo que te rodee no sea apacible. El presidente Russell M. Nelson dijo: “[P]odemos sentir una paz y un gozo duraderos, incluso en épocas turbulentas”2. La vida es un mar tormentoso y es fácil desear que Dios apacigüe esas tormentas para nosotros, pero a veces, en vez de calmar el mar, nos calma a nosotros, los marineros. Recurre a Él con tus problemas y Él te ayudará.
Dios te dio el albedrío para que pudieras escoger seguirlo a Él y, por lo tanto, llegar a ser como Él. Al hacerlo, te resultará natural aprender de tus propias decisiones y errores, y de las decisiones de los demás. Si bien es difícil ver a las personas tomar decisiones que te hacen daño, puedes aprender de esas experiencias y seguir adelante con propósito, fe y gozo.