“Aferrarse a la verdad”, Para la Fortaleza de la Juventud, julio de 2023.
Aferrarse a la verdad
La primera vez que vi un edificio de la Iglesia pensé que era un hospital. Estaba tan limpio y había tanto silencio. Me encantó el evangelio de Jesucristo desde el momento que asistí a los servicios de la Iglesia.
Las misioneras comenzaron a enseñarme y decidí bautizarme. ¡Qué gran día!
Mi vecina, que es exmisionera, me dio a conocer el Evangelio. Me llamó un domingo por la mañana y me pidió que fuera a las reuniones con ella y su familia. Al principio mi madre me dijo que no podía ir, pues no teníamos dinero para el pasaje de autobús. Cuando se lo conté a mi vecina, me dijo que ella me llevaría y mi madre me permitió ir.
Incluso cuando caminamos solos
Después de bautizarme, tuve muchos momentos difíciles con mi familia. En ocasiones, deseaban que me quedara en casa el domingo, aunque yo decidía ir a la capilla. La mayoría de las veces era difícil tratar de mantenerse en la senda de los convenios.
Algunos miembros de mi familia se han opuesto a la Iglesia y me han dicho que tomé una decisión equivocada al unirme a ella. Cuando me hablan así, me vienen a la mente estas palabras: “Sé que el Padre Celestial y Jesucristo viven. Sé que la Iglesia es verdadera”. Esos pensamientos me han ayudado a aferrarme a la verdad.
Nuestros hechos pueden influir en la vida de los demás
Cuando no entendía cómo pagar el diezmo, mi vecina me mostró cómo hacerlo. Ahora, cuando mi madre me da algo de dinero para pequeños gastos, siempre pago el diezmo. Mi familia y yo hemos visto bendiciones por ello. ¡Incluso han comenzado a darme su dinero para pagar el diezmo! Vaya sorpresa.
La mayoría de las veces voy a las reuniones sola, pero en ocasiones mi madre viene conmigo. Mi madre decidió aprender más sobre el Evangelio y lo ve como algo muy bueno, aunque todavía no ha sido bautizada.
La oración y la fe cambian el corazón
He visto la mano del Señor en la vida de mi familia al orar por ellos y pedir a otras personas que oren por ellos en el templo. Mis familiares han empezado a apoyarme más y ahora me alientan a ir a la capilla y a ser fiel a quien soy.
Mi abuelo falleció hace poco y encontré su nombre mientras hacía la obra de historia familiar. Le pregunté a mi papá si podía pedir que se efectuaran sus ordenanzas en el templo y me dijo: “Hazlo, si es lo correcto”.
El gozo y la felicidad verdaderos
Leer las Escrituras y saber acerca de la expiación de Jesucristo me ha brindado gozo, felicidad, paz y consuelo.
Sé que mediante el sacrificio expiatorio del Salvador puedo volver a estar con mi Padre Celestial y que mi familia puede estar conmigo para siempre, si algún día nos sellamos en el templo.
La autora es de Vanuatu y vive en Fiji.