“En el mismo equipo”, Para la Fortaleza de la Juventud, julio de 2023.
En el mismo equipo
Estas dos rivales de la escuela se convirtieron en amigas de por vida.
¡A la hermana Dil le quedaban solo seis semanas de misión en Australia cuando se enteró de que las pasaría sirviendo con la hermana Tuala!
“Es lo último que se me habría pasado por la cabeza”, dice la hermana Dil.
La hermana Dil y la hermana Tuala habían sido jugadoras titulares de los mejores equipos de baloncesto competitivo de sus escuelas secundarias de Auckland, Nueva Zelanda. Eran rivales, ellas solían jugar la una contra la otra en las rondas finales y no con gentileza, precisamente.
“Para ponerlo en contexto”, dice la hermana Tuala, “solíamos terminar los partidos con rasguños y moretones”.
La hermana Dil y la hermana Tuala dedicaron mucho tiempo a entrenar y jugar al baloncesto. “El baloncesto era nuestra vida”, dice la hermana Dil.
Después de graduarse de la escuela secundaria, ambas se sintieron inspiradas a servir en una misión, si bien ninguna de ellas había tenido el deseo de prestar servicio anteriormente.
Tomar la decisión de servir
A la hermana Tuala le llevó un tiempo alinear su voluntad con la del Señor. “Tenía veintiún años cuando tomé la decisión de actuar de acuerdo con la impresión”, dice ella. “Fue una lucha interior hasta subir al avión”.
La hermana Tuala llegó a su misión en Australia durante la pandemia del COVID-19 y aunque ha sido difícil, está muy agradecida por haber decidido servir.
“No concibo ser la misma hermana Tuala que era cuando tenía veintiún años. En verdad siento que he crecido”.
La hermana Dil tuvo la impresión “clara y directa” de servir en una misión cuando recibió su bendición patriarcal. Pasado un tiempo, decidió seguir la impresión de servir, porque “la voluntad del Señor siempre es la senda correcta y la mejor opción”. Llegó el llamamiento e hizo las maletas para servir en Australia.
En el mismo equipo… a distancia
El hecho de que la hermana Dil y la hermana Tuala prestaran servicio en la misma misión no significaba que fueran amigas al momento. Después de ser rivales por tanto tiempo, a la hermana Dil y a la hermana Tuala aún les costaba ver en la otra algo más que una rival.
De hecho, el primer día que la hermana Tuala vio a la hermana Dil, lo primero que pensó fue: “No creo que tenga la obligación de que me agrade”.
El fin del conflicto
Así que, cuando a la hermana Tuala y a la hermana Dil se les asignó servir juntas, fue extraño, sin duda alguna.
Ambas tenían prejuicios la una de la otra basándose en cómo jugaban en la cancha de baloncesto; cada una pensaba que la otra era agresiva, competitiva y mala.
Sin embargo, las cosas empezaron a cambiar a medida que se fueron conociendo. La hermana Dil se dio cuenta de que la hermana Tuala era “todo lo contrario” al modo en que siempre la había visto. “En realidad es una persona muy amorosa, una de las compañeras más amorosas con las que he servido”, dice la hermana Dil.
La hermana Tuala tuvo una experiencia similar. No se había dado cuenta de que sus sentimientos de rivalidad hacia la hermana Dil habían sido “un conflicto bastante inconsciente” en su vida.
Conforme comenzó a ver quién era realmente la hermana Dil, el amor y la comprensión reemplazaron los sentimientos negativos de conflicto y prejuicios; y aunque la hermana Tuala pensaba que la hermana Dil era callada, se dio cuenta de que “¡la hermana Dil habla mucho cuando lo desea!”.
En su flamante amistad, la hermana Dil y la hermana Tuala entendieron que tal vez nunca habían sido verdaderas enemigas, después de todo.
“En el baloncesto, uno construye en la mente la idea de que hay que ganar y de que cada equipo contrario es el enemigo”, dice la hermana Dil. “Y cuando se acaba el baloncesto, lo entiendes: ‘Ya no son el enemigo. En realidad, quizás jamás hayan sido el enemigo’”.
Ahora tanto la hermana Dil como la hermana Tuala ven que están en el mismo “equipo”: el equipo de Dios.
El sacrificio de Jesucristo es para todos
Ambas hermanas sintieron la mano de Dios en su asignación como compañeras y saben que el poder de la expiación de Jesucristo les permitió experimentar la sanación y el cambio.
“Jesucristo hizo aquel sacrificio para que todo lo que haya marchado mal en el pasado pueda sanarse, rectificarse y mejorarse”, dice la hermana Dil. “Podemos perdonar, olvidar y seguir adelante, y las cosas cambian”.
La hermana Tuala y la hermana Dil no solo sanaron su conflicto, sino que también aprendieron a ver a los demás como Dios los ve.
“Al venir aquí y poder ver a mi compañera y a otras personas con otros ojos, me doy cuenta de que la historia de cada persona es importante”, dice la hermana Tuala. “Y todos necesitan la expiación de Jesucristo”.
Aprendieron que, aunque puede ser difícil, es posible que dos personas que antes se consideraban enemigas se unan por medio del amor.
“No importan la edad ni el origen étnico”, dice la hermana Tuala, “ni si eres ateo o religioso.
“Si yo puedo trabajar junto a alguien con quien nunca había tenido una buena relación y las dos nos unimos para un propósito principal, entonces los demás también pueden hacerlo”.