Para la Fortaleza de la Juventud
El poder de la amistad y el testimonio
Junio de 2024


“El poder de la amistad y el testimonio”, Para la Fortaleza de la Juventud, junio de 2024.

El poder de la amistad y el testimonio

Abre tu corazón a tus amigos y expresa lo que sabes que es verdad.

Imagen
Imágenes que representan el amor y la amistad

Ilustraciones por Andrew Roberts

Hace años, en un día frío, dos misioneros se pasaron horas haciendo contactos con las personas en las calles de Nagano, Japón. Hablaron con unas pocas personas, hicieron incluso menos citas para enseñar y vieron cómo todas las citas se cancelaban.

Al final de ese día difícil, los misioneros conocieron a un joven de solo quince años que estaba interesado en aprender acerca de la Iglesia.

Ese joven era yo.

Encontrar amistades

Ese día, al ir de la escuela a casa, conocí a uno de los misioneros. Él me enseñó acerca de la Primera Visión y testificó que era verdadera. Yo no entendí todo en ese momento, pero quise aprender más.

Dos semanas después, los misioneros me invitaron a una fiesta de Navidad en la Iglesia. Cuando llegué, ¡todos fueron muy amigables! Me saludaron con una sonrisa y un apretón de manos y me llamaron hermano Wada. Me preguntaba cómo sabían mi nombre y por qué me llamaban hermano. Después me enteré de que los misioneros les habían dicho a todos que yo iba a asistir. Me sentí muy bienvenido y que se me necesitaba.

Cuando todos comenzaron a cantar himnos de Navidad, me pidieron que me uniera a ellos. Al cantar “¡Regocijad! Jesús nació” (Himnos, nro. 123), un himno nuevo para mí, los miembros de la Rama Nagano me hicieron sentir que formaba parte de la rama y pronto nos hicimos buenos amigos.

Al encontrarte con otras personas, tiende la mano a los demás tanto como sea posible. Eso da como resultado sentirse integrado, lo que a menudo se traduce en amistades. Las amistades verdaderas, basadas en compartir el amor de Dios y esforzarse por amar a los demás como Él lo hace, bendecirán tu vida para siempre.

Llegar a conocer la verdad

Los misioneros me enseñaron durante más de un año. Asistí a la Iglesia y seguí interactuando con los miembros. Jugábamos juntos y hablábamos de muchas cosas. Me alentaron a seguir al Salvador y ser bautizado, pero estaba preocupado.

Mis padres eran budistas devotos y no aprobaban que yo aprendiera más sobre la Iglesia. Con el deseo de cumplir con las expectativas de mi familia, les dije a los misioneros que no podía ser bautizado. Sin embargo, las verdades del Evangelio restaurado de Jesucristo me habían inspirado a seguir un camino diferente del que seguía la mayoría de las personas que me rodeaban. Tenía que decidir por mí mismo qué camino tomar.

Cuanto más pensaba en ello, más sentía que debía orar. Me arrodillé junto a mi cama y oré en voz alta por primera vez en mi vida. Incluso antes de terminar, el Espíritu Santo me dejó en claro que había encontrado la verdad. Pero ¿qué pensarían mis padres?

Cuando mis padres se dieron cuenta de mi deseo de ser bautizado, me sorprendieron al aceptar que los misioneros fueran a visitarme. Cuando ellos llegaron a nuestra casa, mis padres tuvieron un buen sentimiento. Después de hablar por un rato, los misioneros nos invitaron a cantar un himno, “Cuando hay amor” (Himnos, nro. 194). Mientras cantábamos juntos, mi madre tenía lágrimas en los ojos. Todos estábamos conmovidos.

Esa experiencia ablandó el corazón de mis padres, y un año y ocho meses después de conocer a los misioneros, fui bautizado. Posteriormente serví una misión en Utah y he tenido muchas oportunidades maravillosas en la Iglesia.

Amar y compartir

¿Alguna vez te has detenido a pensar en cómo el Evangelio de Jesucristo ha bendecido tu vida? Al hacerlo, rebosarás de amor por Dios y llegarás a comprender mejor que Él te ama tanto que envió al mundo a Su Hijo Unigénito y preciado, Jesucristo, para fortalecerte y elevarte conforme vienes a Él.

Cuando sientas ese amor, espero que respondas abriendo tu corazón a tus seres queridos y a los demás, y que compartas lo que sabes que es verdad. Mi vida ha sido bendecida gracias a amigos que me tendieron la mano y compartieron conmigo su amor por el Salvador y Su Evangelio. También he sido bendecido al seguir fortaleciendo mi testimonio por medio de la oración, al estudiar la vida y las enseñanzas de Jesucristo, y al escoger ser Su discípulo. ¡Tú puedes hacer lo mismo!

Conforme te esfuerces por recordar las promesas que hiciste cuando fuiste bautizado y recibiste el don del Espíritu Santo, Dios te ha prometido que el Espíritu Santo “[te] mostrará todas las cosas que deb[es] hacer” (2 Nefi 32:5). Por favor, ten fe en Su promesa. Puedes ser guiado en la dirección correcta en todo lo que hagas y digas. Puedes tender una mano de amistad e invitar a otras personas a escuchar tu testimonio. Sé que esto puede hacerte más feliz que lo que podría lograr cualquier otra cosa.

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