1990–1999
Cristianos En Creencia Y En Acción
Octubre 1996


Cristianos En Creencia Y En Acción

“Mediante la obediencia, motivada por un sincero amor a Dios, venimos a Cristo plenamente y dejamos que Su gracia, por conducto de la Expiación, nos conduzca a la perfección.”

Mis queridos hermanos y hermanas, es un privilegio para mi hablarles en esta tarde. Oro por el mismo Espíritu del que tanto hemos gozado durante esta conferencia.

Algunas personas creen erróneamente que La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días y sus miembros no son cristianos. Se nos hace difícil entender por que habría alguien que aceptara y promoviera esa idea que esta tan lejos de la verdad. El presidente Gordon B. Hinckley ha descrito a los miembros de la Iglesia diciendo que estamos “unidos por el amor común por nuestro Maestro que es el Hijo de Dios, el Redentor del mundo. Somos el pueblo del convenio del Señor: hemos tomado sobre nosotros Su santo nombre”’.

Nuestras creencias y acciones podrán diferir de las de otros, pero, como buenos cristianos, no criticamos otras religiones ni a sus seguidores. “Reclamamos el derecho de adorar a Dios Todopoderoso conforme a los dictados de nuestra propia conciencia, y concedemos a todos los hombres el mismo privilegio: que adoren como, donde o lo que deseen .

En el diccionario se define a un cristiano como alguien “que cree en la fe de Cristo … que pertenece a la religión de Cristo”, y cuya acción demuestra el “amor a Dios, la caridad, la humildad, el amor al prójimo”5. Así, vemos que hay dos características que identifican a los cristianos: (1) su creencia en el Salvador, y (2) sus acciones en armonía con las enseñanzas del Salvador.3 Los miembros fieles de la Iglesia, a los que se les llama santos o Santos de los Últimos Días, tienen ambas características; tanto en nuestra creencia como en nuestras acciones demostramos que en nuestra religión “la principal piedra del ángulo [es] Jesucristo mismo”4.

Nuestra Declaración De Creencia

La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días lleva Su nombre; El esta a la cabeza y la dirige por medio de Sus Profetas escogidos.

Creemos que el primer principio del evangelio es la “fe en el Señor Jesucristo”5. “… nadie viene al Padre, sino por” El(6). Como discípulos Suyos que somos, con valentía nos hacemos eco del decisivo testimonio de Pedro al Maestro: “Tu eres el Cristo”7. Es el ardiente testimonio del Santo Espíritu que sentimos profundamente en nuestro corazón lo que nos lleva a hacer esa manifestación en forma agradecida y humilde. Cuando explicamos lo que sentimos por Jesús, testificamos con amor y sencillez que El es “el Cristo, el Hijo del Dios viviente”8.

Nos regocijamos en la certeza de que “no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”9. Con corazón obediente y llenos de fe, “vemos que la puerta del cielo esta abierta para todos, si, para todos los que quieran creer en el nombre de Jesucristo, que es el Hijo de Dios”10.

Declaramos que Jesús es el Primogénito de nuestro Padre Celestial en el espíritu y el Unigénito de Dios en la carne. Es un Dios, uno de los de la Trinidad; es el Salvador y el Redentor de la raza humana. En un concilio premortal en el que todos estuvimos presentes, El aceptó el gran plan de felicidad de nuestro Padre para Sus hijos y fue elegido por el Padre para ponerlo en practica. El dirigió las fuerzas del bien en una batalla por las almas de los hombres que comenzó antes de la fundación del mundo contra las fuerzas de Satanás y sus seguidores.

Ese conflicto continua hoy. Estábamos del lado de Jesús entonces y estamos de Su lado ahora.

La Expiación de Jesucristo, un acto de amor puro, anulo los efectos de la Caída y proporciono la vía para que toda la humanidad regresara a la presencia de Dios. Como parte de la Expiación, el Salvador venció la muerte física y proporcionó la inmortalidad para todos los hijos de Dios por medio de Su resurrección. También venció la muerte espiritual al tomar sobre Si el sufrimiento de los pecados de toda la humanidad, dándonos así la posibilidad de la vida eterna, que es la vida que Dios vive y el mas grande de todos los dones de Dios.

Bajo la dirección de Su Padre, El creó este mundo y muchos otros; vino a la tierra como Hijo de Dios, el Eterno Padre, e hijo de la virgen terrenal, María. El vivió una vida sin pecado, y tuvo sobre la gente de este mundo un efecto mayor que el de cualquier otro ser que haya vivido o pueda vivir en el. El “ocupa el primer, principal y único lugar como personalidad dirigente en el progreso del mundo”11. El fue crucificado, resucitó y ascendió a Su Padre en el cielo. Después de la Resurrección, enseñó a la gente del hemisferio occidental.

Después de la gran Apostasía, un día de primavera de 1820 El inició la Restauración del Evangelio cuando Su Padre y El visitaron al joven José Smith. El 6 de abril de 1830, el Señor dirigió la organización de Su Iglesia restaurada.

El volverá en gloria a reinar con justicia durante mil años, después de los cuales entregara el reino a Su Padre(12).

Nuestra creencia y convicción de la naturaleza y de la misión divinas del Señor Jesucristo esta basada en las Santas Escrituras y en la revelación continua a los Profetas de los últimos días.

“Creemos que la Biblia es la palabra de Dios”13. Nos deleitamos en el conocimiento del Señor que encontramos en el Antiguo y en el Nuevo Testamento. Sabemos que el Jehová del Antiguo Testamento y el Jesús del Nuevo Testamento son uno y el mismo. Estamos agradecidos de que ese registro sagrado de los tratos de Dios con el pueblo del antiguo Israel y de Su ministerio terrenal haya sido preservado y lo tengamos para iluminarnos la mente y fortalecernos el espíritu. La naturaleza fragmentada del registro bíblico y los errores que contiene, provenientes de las muchas transcripciones, traducciones e interpretaciones no afectan nuestra creencia de que “es la palabra de Dios hasta donde este traducida correctamente”14. La leemos y la estudiamos, la enseñamos y predicamos con ella, y nos esforzamos por vivir de acuerdo con las verdades eternas que contiene. Sentimos amor por esa Santa Escritura.

“… también creemos que el Libro de Mormón es la palabra de Dios”15. Es otro testamento de Jesucristo, “escrito por vía de mandamiento, por el espíritu de profecía y de revelación … para convencer [a todas las personas] de que Jesús es el Cristo, el Eterno Dios, que se manifiesta a si mismo a todas las naciones”16. Dios sacó a luz el Libro de Mormón como un segundo testigo que corrobora y fortalece el testimonio del Salvador que hay en la Biblia. Este libro no substituye a la Biblia, pelo expande, aclara y amplia nuestro conocimiento del Salvador. Sin duda, este otro testigo debe ser causa de gran regocijo entre todos los cristianos.

Invitamos a los amigos que no son de nuestra fe a leer el Libro de Mormón y a meditar sobre su contenido con oración. A ellos les ofrecemos esta promesa: “Y ahora bien, mis amados hermanos … y todos los extremos de la tierra, escuchad estas palabras y creed en Cristo; y si no creéis en estas palabras, creed en Cristo. Y si creéis en Cristo, creeréis en estas palabras, porque son las palabras de Cristo, y el me las ha dado; y enseñan a todos los hombres que deben hacer lo bueno”17.

Los Santos de los Últimos Días “creemos todo lo que Dios ha revelado, todo lo que actualmente revela, y creemos que aun revelara muchos grandes e importantes asuntos pertenecientes al reino de Dios”18. Nos sentimos bendecidos de saber que Dios habla a Sus hijos, tal como lo ha hecho a través de las épocas, por medio de los Profetas(19).

Dios llamó, preparó y sostuvo a José Smith, el Profeta de la Restauración. Los Profetas no tienen otro propósito ni otra misión que la de servir a Dios. Nuestro Profeta actual, el presidente Gordon B. Hinckley, ha dicho esto de su sagrada responsabilidad y santo llamamiento: “No deseo mas que hacer lo que el Señor desea que haga. Soy Su siervo, llamado a servir a Su pueblo. Esta es Su Iglesia. Somos tan sólo guardianes de lo que le pertenece a El”20.

Doctrina y Convenios también contiene revelaciones en las cuales “uno escucha la tierna pero firme voz del Señor Jesucristo, que habla de nuevo en la dispensación del cumplimiento de los tiempos … en cumplimiento de las palabras de todos los santos Profetas desde el principio del mundo, y de conformidad con ellas”21.

Este libro de revelaciones es “de gran valor para la familia humana y de mayor estima que todas las riquezas de toda la tierra” por “el testimonio que se da de Jesucristo: de su divinidad, su majestad, su perfección, su amor y su poder redentor …”22.

La Perla de Gran Precio da el conocimiento de que Jesucristo es la figura central de todas las dispensaciones, que comprenden desde Adán a José Smith y hasta el presidente Gordon B. Hinckley en la actualidad.

Nuestra Forma De Vivir

Repito, por definición, un cristiano no sólo profesa creer en el Salvador sino que también vive y actúa de acuerdo con las enseñanzas y los mandamientos de Jesucristo. El enseñó: “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrara en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que esta en los cielos”23. Y también dijo: “Si me amáis guardad mis mandamientos”24. El nos mandó modelar nuestra vida según la Suya(25). Los verdaderos discípulos del Señor deben ser “hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores”26.

Nuestra fe en el Señor nos mueve hacia el segundo principio del Evangelio: el arrepentimiento(27). Surge en nosotros un deseo de purificarnos y santificarnos, de modo que seamos dignos de volver a la presencia de Dios; aprendemos sobre el gran plan de felicidad que el Padre ha delineado para Sus hijos, y buscamos las bendiciones de paz y gozo ligadas irrevocablemente a la obediencia a las leyes de Dios(28). Por medio del maravilloso poder de la expiación de Jesucristo, un poder que se activa de acuerdo con nuestra obediencia a Sus mandamientos, podemos ser limpios de nuestros pecados. Su infinita “misericordia satisface las exigencias de la justicia”29 para todos los que se arrepientan. Una de las grandes verdades que se restauró a la tierra mediante la revelación moderna es que la expiación de Jesucristo es universal! El poder salvador del Evangelio abarca todas las generaciones y se extiende a todas las naciones, tribus, lenguas y pueblos. Por medio de un arrepentimiento humilde, ofrecemos el sacrificio de un corazón quebrantado y un espíritu contrito que el Señor nos requiere antes de entrar en las aguas bautismales(30).

Nuestra fe en el Señor nos mueve hacia el tercer principio del Evangelio, que es el “bautismo por inmersión para la remisión de los pecados” por aquel que tenga la autoridad del sacerdocio(31). El Salvador dijo que todos debemos nacer de nuevo: “… el que no naciere del agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios”32. Los Santos de los Últimos Días aceptamos el bautismo como una ordenanza salvadora esencial que se requiere de todos; a través del bautismo, hacemos convenio de tomar sobre nosotros el nombre del Señor y de honrarlo, guardando Sus mandamientos. A su vez, El nos promete la presencia de Su Espíritu que nos guiara e iluminara. El cuarto principio del Evangelio es la “imposición de manos para comunicar el don del Espíritu Santo”33.

Al tomar Su nombre sobre nosotros, somos ciertamente mas cristianos puesto que llevamos el nombre de Cristo. Todas las semanas, cuando tomamos los emblemas del pan y del agua, lo hacemos en memoria de El y así renovamos el convenio de que “estamos dispuestos a tomar sobre [nosotros] el nombre [del] Hijo [de Dios], y a recordarle siempre, y a guardar sus mandamientos que el [nos] ha dado”34.

Por medio de la fe en el Señor, el arrepentimiento, el bautismo y la recepción del Espíritu Santo nacemos de nuevo; experimentamos “un potente cambio … en nuestros corazones”35 y somos “vivificado[s] en el hombre interior”36. Si somos fieles y obedientes, ese cambio potente hará que ya no tengamos “mas disposición a obrar mal, sino a hacer lo bueno continuamente”37.

Al obedecer los mandamientos de Dios, evitamos toda impiedad. Mediante la obediencia, motivada por un sincero amor a Dios, venimos a Cristo plenamente y dejamos que Su gracia, por conducto de la Expiación, nos conduzca a la perfección(38).

Los Santos de los Últimos Días hacen convenio de guardar los mandamientos del Señor; aunque a veces fallemos, estamos dedicados de corazón a procurar sinceramente ser obedientes. Seguimos las enseñanzas del Salvador; tratamos siempre de andar la segunda milla, de ayunar, de orar por nuestros enemigos, de cuidar de los pobres y de llevar a cabo nuestros actos caritativos en privado. Procuramos seguir el ejemplo que El nos dio en la parábola del buen samaritano. Evitamos lo profano; tratamos de no criticar y de reconciliarnos con nuestro hermano; con paciencia y el deseo de perdonar, nos esforzamos por presentar la otra mejilla sabiendo que seremos juzgados según como Juzguemos a los demás. Estamos conscientes de los peligros del materialismo y de las deudas. Procuramos dar prioridad al Reino de Dios y su justicia porque sabemos que nuestro corazón estará con aquello que atesoremos. Sabemos que la puerta es estrecha y el camino angosto y, debido a eso, nos esforzamos por desarrollar autodominio para seguir Sus pasos.

Amamos a nuestro prójimo. Procuramos tratar a los demás con cortesía y respeto, como nos gustaría que nos trataran a nosotros, tanto en publico como en el seno de nuestro hogar. Tratamos de demostrar interés en los demás y de ser corteses en todo, aun en medio del embotellamiento que el trafico produzca. Sabemos que “de las cosas pequeñas proceden las grandes”39. Por el gozo que encontramos en lo que sabemos y en nuestra manera de vivir, deseamos dar a conocer el Evangelio a otras personas.

¿Puede alguien dudar de que los Santos de los Últimos Días profesan una profunda creencia en Jesucristo, o de que nuestra religión se basa en la vida y en las enseñanzas del Salvador? Sin duda, El es “el autor y consumador de [nuestra] fe”40. El presidente Hinckley dio este magnifico testimonio de nuestro Redentor: “Mas sublime que el genero humano, allí esta Jesús el Cristo, el Rey de gloria, el inmaculado Mesías, el Señor Emanuel … El es nuestro Rey, nuestro Señor, nuestro Maestro, el Cristo viviente, que esta a la diestra de Su padre. ¡EL vive! El vive, resplandeciente y maravilloso, el Hijo viviente del Dios viviente …”41.

Agrego mi testimonio personal a los otros que se han escuchado. Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, el Salvador y Redentor de toda la humanidad, nuestro Mediador ante el Padre y nuestro ejemplo perfecto. Lo amo, lo sirvo y solo quiero hacer Su voluntad. Dios vive y ama a Sus hijos. El Evangelio de Jesucristo ha sido restaurado por medio del profeta José Smith. El presidente Gordon B. Hinckley es el Profeta elegido por el Señor hoy día. Lo testifico en el nombre de Jesucristo. Amen.

  1. “Esta resplandeciente mañana de la Pascua …”, Liahona, julio de 1996, pág. 71.

  2. Artículos de Fe Nº 11; cursiva agregada .

  3. Véase American Heritage Dictionarn (1992), s.v. “Christian”; cursiva agregada.

  4. Efesios 2:20.

  5. Artículos de Fe Nº 4.

  6. Juan 14:6.

  7. Marcos 8:29.

  8. Juan 6:69.

  9. Hechos 4:12.

  10. Helamán 3:28.

  11. James E. Talmage, Jesús el Cristo, ; 1973], pág. 2.

  12. Véase Apocalipsis 20:6; D. y C. 76:107-109

  13. Artículos de Fe Nº 8.

  14. Ibíd.

  15. Ibíd.

  16. Libro de Mormón, Portada.

  17. 2 Nefi 33:10; véase también Moroni 7:16.

  18. Artículos de Fe Nº 9.

  19. Véase Amós 3:7; Efesios 4:1114.

  20. “Esta resplandeciente mañana …”, Liahona, julio de 1996, pág. 71.

  21. Doctrina y Convenios, Introducción.

  22. Doctrina y Convenios, Introducción.

  23. Mateo 7:21.

  24. Juan 14:15.

  25. Véase 3 Nefi 12:48; Mateo 5:48; 3 Nefi 27:27.

  26. Santiago 1:22.

  27. Véase Artículos de Fe N” 4.

  28. Véase Alma 12:32–34; D. y C. 130: 2021.

  29. Alma 34:16; véase también Mosíah 15:9; Alma 42.

  30. D. y C. 20:37.

  31. Artículos de Fe Nº 4.

  32. Juan 3:5.

  33. Artículos de Fe Nº 4.

  34. D. y C. 20:77.

  35. Mosíah 5:2; véase también Alma 5:12–14.

  36. Moisés 6:65

  37. Mosíah 5:2.

  38. Véase Moroni 10:32.

  39. D. y C. 64:33.

  40. Hebreos 12:2.

  41. “Esta resplandeciente mañana …”, Liahona, julio de 1996, pág. 73.