El Gozo De Vivir El Gran Plan De Felicidad
“Como marido y mujer, ustedes recibirán guía en su vida, al hacerse merecedores del don del Espíritu Santo si obedecen las enseñanzas del Salvador”.
Las Escrituras indican: “Y yo, Dios, cree al hombre a mi propia imagen … varón y hembra los cree”1. Esto se hizo espiritualmente en la vida premortal, cuando vivías en la presencia de tu Padre Celestial. Antes de venir a la tierra, ya eras hombre o mujer. Tu quisiste tener esta experiencia terrenal como parte del plan divino para ti. Los Profetas lo llaman “el plan de la misericordia”2; “el eterno plan de redención”3; “el plan de salivación(4)”; y por cierto, “el gran plan de felicidad”5. Se te enseñó ese plan antes de venir a la tierra y te regocijaste ante el privilegio de participar en el.
La obediencia a ese plan es el requisito para lograr la felicidad en esta vida y una continuación del gozo eterno mas allá del velo. El albedrío, el derecho de decidir, es esencial para el plan de felicidad de Dios; también, el santo privilegio de la procreación, el cual debe ejercerse dentro de los lazos del matrimonio legal, es fundamental. El matrimonio entre el hombre y la mujer es esencial para Su plan eterno. La familia es ordenada por Dios(6). Como matrimonio, ustedes tienen la responsabilidad de tener hijos y de capacitarlos espiritual, emocional y físicamente(7).
Satanás también tiene un plan; es un plan de destrucción, astuto, malvado y sutil(8). El objetivo de Satanás es llevar cautivos a los hijos de nuestro Padre Celestial y hacer todo lo posible para frustrar el gran plan de felicidad.
Nuestro Padre Celestial ha investido a Sus hijos con características únicas, especialmente dadas de acuerdo con las responsabilidades individuales que tendrían, mientras ellos cumplen con Su plan. Para seguir Su plan tienes que hacer lo que El espera de ti como hijo o hija, esposo o esposa. Esas funciones son diferentes pero enteramente compatibles. En el plan del Señor, se necesitan dos -un hombre y una mujer- para formar un todo. En realidad, marido y mujer no son dos mitades idénticas, sino una asombrosa y divina combinación de aptitudes y características que se complementan.
En el matrimonio esas características se combinan en un todo-en una unidad-para bendecir al marido y a la mujer, a los hijos y a los nietos. Para lograr la mayor felicidad y productividad en la vida, se necesitan tanto el marido como la mujer; sus esfuerzos se entretejen y se complementan. Cada uno tiene rasgos individuales que se ajustan mejor al plan del Señor para la felicidad del hombre o de la mujer. Si se emplean como el Señor quiere, esas aptitudes hacen que los dos piensen, actúen y se regocijen como si fueran uno; que enfrenten los problemas juntos y los resuelvan como si fueran uno; que su amor y comprensión aumenten y que por las ordenanzas del templo queden ligados eternamente. Ese es el plan.
Ustedes pueden aprender a ser padres mas eficaces estudiando la vida de Adán y Eva. Adán era Miguel, el que ayudó a crear la tierra, un personaje glorioso y magnifico; Eva era su igual, una colaboradora completa y total. Después que comieron del fruto, el Señor les habló.
Sus respuestas indican algunas de las diferencias que existen entre el hombre y la mujer. A Adán le preguntó: “¿Has comido del árbol del cual te mande no comer … ?9” Y la respuesta de Adán fue la de un hombre que desea que lo consideren como una persona integra: “La mujer que tu me diste, y mandaste que permaneciese conmigo, me dio del fruto del árbol, y yo comí(10)”. Cuando el Señor le preguntó a Eva: “¿Que es esto que has hecho?(11)’’, la respuesta de ella fue típica de una mujer sencilla y directa: “La serpiente me engañó, y yo comí(12)”.
Mas tarde, “Adán bendijo a Dios … y empezó a profetizar concerniente a todas las familias de la tierra, diciendo: Bendito sea el nombre de Dios, pues a causa de mi transgresión se han abierto mis ojos, y tendré; gozo en esta vida, y en la carne de nuevo veré; a Dios(13)”. Es obvio que pensaba en sus deberes y que trataba de hacer la voluntad del Señor. Eva dijo: “De no haber sido por nuestra transgresión, nunca habríamos tenido posteridad, ni hubiéramos conocido jamas el bien y el mal, ni el gozo de nuestra redención, ni la vida eterna que Dios concede a todos los que son obedientes(14). Esas palabras fueron características de la mujer, pensando en los demás, tratando de que se considerara a todos. Ninguna respuesta fue mas correcta que la otra, sino que ambas provienen de los distintos rasgos inherentes al hombre y a la mujer. El Señor quiere que empleemos esas diferencias para cumplir Su plan y lograr la felicidad, el progreso personal y el desarrollo. Consultándose mutuamente llegaron juntos a una perspectiva mas amplia y correcta de la verdad.
Adán y Eva trabajaron justos(15); obedecieron el mandamiento de tener hijos(16).
Conocían el plan de felicidad y lo seguían, aun cuando a veces les causaba pesar y dificultades.
Se les mandó: “… te arrepentirás e invocaras a Dios en el nombre del Hijo para siempre jamás(17)”. Y así lo hicieron. Y enseñaron a sus hijos el plan de felicidad(18); se esforzaron juntos por vencer los desafíos(19), y “no cesaron de invocar a Dios”20.
Debido a que Adán y Eva fueron obedientes, el Espíritu Santo los guió. Como marido y mujer, ustedes recibirán guía en su vida, al hacerse merecedores del don del Espíritu Santo si obedecen las enseñanzas del Salvador.
Sin embargo, cuídate de las formas sutiles que emplea Satanás para desviarte del plan de Dios(21) y de la felicidad verdadera. Una de SUS artimañas mas eficaces es menoscabar la función de la mujer en el hogar; esto ataca el núcleo mismo del plan de Dios de fomentar el amor entre marido y mujer y de enseñar a los hijos en un ambiente de comprensión, paz, estima y apoyo. Mucha de la violencia del mundo de hoy es producto de un hogar debilitado. Ni los planes gubernamentales y sociales corregirán eficazmente el problema, ni tampoco los mejores esfuerzos de las instituciones de enseñanza y de las iglesias compensaran la ausencia de los tiernos cuidados de una madre y esposa compasiva en el hogar.
Esta mañana, el presidente Hinckley habló sobre la importancia de la madre en el hogar.
Estudia este mensaje. Guiada por el Señor, tu, como madre, tejes la trama del carácter de tus hijos con los hilos de la verdad por medio de la enseñanza cuidadosa y del ejemplo digno. Tu les inculcas en su mente y en su corazón, los rasgos de la honradez, de la fe en Dios, del cumplimiento del deber, del respeto hacia los demás, de la bondad, de la confianza en si mismos, así como los deseos de contribuir, de aprender, de dar. Ninguna guardería puede hacerlo; ese sagrado derecho y privilegio es tuyo.
Naturalmente, como mujer puedes tener gran éxito en el mundo profesional; pero -es ese el mejor empleo del talento y los rasgos femeninos con los que Dios te ha dotado? Y tu, el esposo, no alientes a tu esposa a trabajar para ayudarte en el deber divino que tienes de proveer para tu familia, si en lo posible puedes evitarlo. Como lo han aconsejado los Profetas, dentro de lo posible y con la ayuda del Señor, esfuércense ambos por mantener a la madre en el hogar(22). Tu presencia fortalecerá a tus hijos y disminuirá la posibilidad de que tengan problemas emocionales. Mas aun, al enseñarles la verdad por la palabra y por el ejemplo, esos niños llegaran a comprender quienes son y lo que pueden lograr como hijos divinos del Padre Celestial.
Se que hablo de la situación ideal, y quizás te cause preocupación el pensar que no te ajustas al modelo. Te prometo que, a través de tu obediencia y continua fe en el Señor Jesucristo y tu comprensión de todo el plan de felicidad, aun cuando todavía no se cumplan aspectos importantes de ese plan en tu vida, se cumplirán en el debido tiempo del Señor. Te prometo también que puedes alcanzar progreso y felicidad significativos ahora, en las circunstancias en las que te encuentres. Como hija o hijo de Dios, vive lo que puedas del plan haciendo lo mejor posible.
El deseo que tienes de casarte y de ser madre quizás no se cumpla aquí, pero, si vives con fe y obediencia para merecerlo, se cumplirá en el tiempo del Señor(23). No te apartes del plan de nuestro Dios(24) y te desvíes hacia las costumbres del mundo, donde la maternidad se menosprecia, la femineidad se degrada y se hace burla de la función de la mujer como esposa y madre. Deja que el mundo haga lo suyo. Tu, sigue el plan del Señor para llegar a los logros mas altos y a la felicidad mas completa. En esta vida o en la otra se rectificara la ausencia de las bendiciones prometidas de las cuales seas merecedora(25).
Muchas veces entrevisto a firmes líderes del sacerdocio. Cuando esos hombres hablan de su esposa, lo hacen con ternura y con obvia gratitud por la esposa que tienen. Muchas veces, las lágrimas les brotan de sus ojos. Y hacen comentarios como estos: “es mas espiritual, mas pura y mas dedicada que yo”; “ella es la fuerza de mi vida”; o “no podría cumplir mis deberes sin ella”. Hermana, no juzgues tu valor, tu importancia ni el amor que te tenemos por nuestra ineptitud para expresarte lo que sentimos profundamente. Ese mismo rasgo divino que posees de dar de ti, sin tener en cuenta las consecuencias, te conduce a subestimar tu propio valor.
Humildemente doy gracias a nuestro Padre Celestial por Sus hijas, por ti, que has venido a la tierra para vivir en circunstancias tan inciertas. La mayoría de los hombres no podríamos soportar las incertidumbres que se te presentan. Las costumbres sociales exigen que aguardes a que te propongan matrimonio; después, se espera que sigas a tu marido adonde le lleven su empleo o su llamamiento; el vecindario en el que vivas depende de la capacidad que el tenga para proveer, ya sea poco o mucho; tu pones tu vida en las manos del Señor cada vez que das a luz un hijo. El hombre no hace ese sacrificio. La bendición que ofreces al educar a tus hijos y atender a tu marido se mezcla con muchas tareas rutinarias. Pero haces todo eso voluntariamente porque eres mujer. Generalmente, no tienes idea de lo admirable y lo capaz que eres, de cuanto se te estima y se te ama ni de cuan desesperadamente se te necesita, porque la mayoría de los hombres no dicen esas cosas tan abiertamente ni tan a menudo como deberían.
¿Cómo puedes recibir la felicidad y las bendiciones mas grandes de esta experiencia terrenal?
¿Aprende el fundamento doctrinal del gran plan de felicidad estudiando las Escrituras, meditándolas y orando para comprenderlas. Estudia con atención y aplica la Proclamación de la Primera Presidencia y el Consejo de los Doce Apóstoles(26). Fue inspirada por el Señor.
Escucha las palabras inspiradas de los Profetas presentes y pasados. Puedes recibir una confirmación personal de ellas en tu propio corazón y en tu mente al orar acerca de ellas, con el fin de aplicarlas a tu situación. Pídele al Señor que te confirme las decisiones que tomes y acepta la responsabilidad de ellas.
Obedece los sentimientos íntimos que recibas como impresiones del Espíritu Santo. Esas impresiones se originan debido a tus pensamientos y acciones correctos y a tu determinación de saber la voluntad del Señor y de hacerla.
Cuando lo necesites, busca el consejo y la guía de tus padres y de los líderes del sacerdocio.
Una madre selecta escribió esto: “¿Cómo enfrentaban las mujeres pioneras … los problemas de su época? Escuchaban la voz del Profeta y lo seguían, porque sabían que era la voluntad del Señor. Por su fe y obediencia, enfrentaron los problemas y cosecharon grandes bendiciones. Ellas no daban prioridad a la seguridad económica, a una casa hermosa ni a una vida fácil … Ningún sacrificio era demasiado grande si era por el bien de su marido e hijos preciados”27.
Es evidente que no se lo que siente una mujer, pero se efectivamente lo que es amar a una con todo mi corazón y mi alma. Constantemente le expreso al Señor la inconmensurable gratitud que siento por las infinitas bendiciones que gozan nuestros hijos y que he recibido tan abundantemente de la vida de una de Sus preciadas hijas. Y deseo que tu tengas la misma felicidad que nosotros hallamos. Cuanto mas te adhieras al plan que El tiene para ti, mayores serán tu felicidad, tu satisfacción y tu progreso; y mayor será tu mérito que te permitirá recibir las recompensas que El ha prometido a los obedientes. Testifico de ello, pues el Salvador vive y El te ama. En el nombre de Jesucristo. Amen.