Mantengan una perspectiva eterna
“Si ayudamos primero a la gente a comprender el plan, entonces ellos tendrán una motivación más profunda y permanente para guardar los mandamientos”.
Las palabras no pueden describir el sentimiento de ineptitud vinculado con este santo llamamiento, sobre todo la responsabilidad de ser un testigo especial de Jesucristo en todo el mundo (véase D. y C. 107:25). Ruego tener su fe y sus oraciones.
Un principio del cual quiero hablar proviene de Alma: “por tanto, después de haberles dado a conocer el plan de redención, Dios les dio mandamientos” (Alma 12:32).
La secuencia del proceso de enseñanza de este versículo es que nuestro Padre Celestial enseñó primeramente a Adán y a Eva el plan de redención y después les dio mandamientos. Todos los mandamientos tienen su importancia eterna en el contexto del gran plan de felicidad (véase Alma 42:8; 34:9).
Sé que esta verdad es la clave para la conversión, la retención y la activación. Si ayudamos primero a la gente a comprender el plan, entonces ellos tendrán una motivación más profunda y permanente para guardar los mandamientos.
Otra forma de decir lo que Alma enseñó provino de una experiencia que compartió una Autoridad General. Contó que había hablado con una hermana conocida de él en la Iglesia, quien algunos años antes se había divorciado. Ella se le acercó para agradecerle el consejo que le había dado durante sus horas más amargas; le recordó lo que él le había dicho: “Hermana, no vaya a perder su perspectiva eterna. Mantenga siempre una perspectiva eterna”.Ella dijo que esa verdad se había convertido en su fuente de fortaleza.
Cuando comprendemos el gran plan de felicidad, obtenemos una perspectiva eterna y los mandamientos, las ordenanzas, los convenios, y las experiencias, las pruebas y las tribulaciones se pueden apreciar bajo su luz verdadera y eterna.
Sin embargo, recuerden que Satanás disminuirá el resplandor de la esperanza y de la perspectiva eterna por medio de las obscuras e imperiosas exigencias del momento. Ese es el caso de aquellos que se mencionan en el Libro de Mormón que “se habían apartado del camino” (Helamán 6:31) y actuaron “por sí mismos” (3 Nefi 1:29).
Lamán y Lemuel se apartaron del camino y se quejaron por sus padecimientos al no tener consigo sus posesiones, con las cuales, según ellos, hubieran “podido ser dichosos” (1 Nefi 17:21). Sucedió lo mismo con el hijo pródigo. Ansioso por recibir su herencia terrenal, le dijo a su padre: “Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde”.se los llevó, pero luego los “desperdició… viviendo perdidamente” (Lucas 15:12–13).
Nefi describió aún a otros que, según dijo el diablo “agitará a la ira contra lo que es bueno… y los adormecerá con seguridad carnal” (2 Nefi 28:20–21).
Quienes no posean una perspectiva eterna o quienes la hayan perdido, implantan sus propias normas para beneficiarse a sí mismos y sus intereses egoístas. Su perspectiva terrenal pasa a ser su propia norma y, para algunos, su propio dios.
Ammón enseñó al rey Lamoni, el cual siempre había vivido bajo la luz de su reinado terrenal, sobre Dios, un poder divino superior al del rey. El rey suponía “que todo lo que [hacía] era justo” (Alma 18:5). Pero el ejemplo y el mensaje de Ammón le conmovieron y “empezó a temer en sumo grado por miedo de haber hecho mal” (Alma 18:5). Ammón entonces le “explicó el plan de redención” (Alma 18:39).
Después de que el hijo pródigo hubo perdido todo, “volviendo en sí, dijo… Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti” (Lucas 15:17–18). Es significativo que él haya admitido haber pecado contra el cielo, porque en realidad hay un cielo y un Dios misericordioso y justo que reina allí. Él reveló un plan divino el cual comprende el juicio final que realizará Su Hijo, “y allí él no emplea ningún sirviente”, y donde todos tendremos que comparecer algún día (2 Nefi 9:41).
Estoy eternamente agradecido por mis maravillosos padres y por un hogar donde se enseñaba el Evangelio y en el cual adquirí por primera vez una perspectiva eterna. Esa perspectiva fue fortalecida durante mi juventud por líderes y maestros al asistir a la Iglesia y a seminario.
La decisión más importante que tomé en mi vida con el fin de obtener una perspectiva eterna y una firme comprensión del gran plan de felicidad fue ir a una misión regular. Por medio del estudio diario del Libro de Mormón y al enseñar las charlas misionales, experimenté la verdad que el apóstol Pablo enseñó: “Tú, pues, que enseñas a otro, ¿no te enseñas a ti mismo?” (Romanos 2:21). Yo aprendí el plan de felicidad al enseñarlo una y otra vez.
En tanto que la oración, el estudio de las Escrituras y el servicio en la Iglesia me ayudaron a aprender el plan del Padre y a obtener y a cultivar una perspectiva eterna, tengo un mayor aprecio por el aporte que los himnos sagrados brindan al proceso de conversión.
Durante mi niñez y mi juventud, y especialmente en la Primaria, los himnos de la Restauración, escritos por siervos verdaderos de Dios, ejercieron un papel sumamente importante en mi conversión al Evangelio y me brindaron una comprensión de Su plan. El presidente Packer ha dicho: “Si prestamos atención, nos daremos cuenta que nos comunica las verdades del Evangelio, porque los himnos de la Restauración son, de hecho, un curso de doctrina” (Liahona, enero de 1992, pág. 25).
En el prólogo escrito por la Primera Presidencia en el himnario actual, se nos recuerda que “la música es una parte esencial de nuestras reuniones de la Iglesia… El canto de los himnos muchas veces es en sí un elocuente sermón. Los himnos nos instan a arrepentirnos y a hacer buenas obras, fortalecen nuestro testimonio y nuestra fe, nos consuelan cuando nos sentimos tristes o desesperanzados y nos inspiran a perseverar hasta el fin”.(Himnos, ix)
Muchos himnos revelan las doctrinas del gran plan de redención. Algunos de ellos se obtuvieron como resultado de enorme sacrificio, siendo la muerte el supremo sacrificio, y comunican un espíritu de santidad y de consagración para llevarnos a la conversión al Padre y a Su plan.
Con el énfasis que se ha puesto este año en el mejoramiento de maestros, los padres, los maestros y los misioneros perfeccionarán la enseñanza del Evangelio al intensificar ellos mismos su comprensión del plan y al cantar los himnos que imparten el mismo espíritu. Cántenlos, y esperamos que no se haga en forma superficial, sino con el propósito de comenzar y terminar las reuniones y como parte de las lecciones para presentar y resumir los conceptos.
Termino con las palabras de este hermoso himno:
Dios vive y sé que es
Mi Padre Celestial,
Y el Espíritu me dice
Que esto es verdad.
Al mundo me mandó
A obedecer por fe,
Y el Espíritu me testifica
Que podré.
Testifico que el gran plan del Dios Eterno es verdadero. Dios vive. Jesús es Su Hijo divino. José Smith es un profeta verdadero y esta obra está bajo la dirección del Señor por medio de 15 profetas, videntes y reveladores. En el nombre de Jesucristo. Amén.