2000–2009
La Creación
Abril 2000


La Creación

“En su magnificencia, el planeta Tierra es parte de algo aún más grandioso: es parte del gran plan de Dios. Abreviando, la tierra se creó para que las familias fuesen”.

Durante mucho tiempo recordaremos esta inspiradora conferencia en el nuevo Centro de Conferencias. No hace mucho, sólo había un hoyo profundo en el sitio donde se encuentra este edificio, y hemos observado su construcción con interés y asombro.

El proceso de la construcción es algo que realmente me conmueve, ya que, desde el diseño hasta su finalización, todo proyecto de construcción importante refleja la obra del Maestro Creador. De hecho, la Creación del planeta Tierra y de la vida en él es la base de toda aptitud creativa. Todo lo que el hombre crea es posible sólo gracias a nuestro divino Creador. La gente que diseña y construye recibe vida y capacidad del Creador; y todos los materiales que se utilizan en la construcción de un edificio son, después de todo, derivados de los ricos recursos de la tierra. El Señor declaró: “…la tierra está llena, y hay suficiente y de sobra; sí, yo preparé todas las cosas”1.

Es difícil para la mente mortal comprender la majestuosidad de la Creación. Es mucho más fácil para nosotros pensar en cosas buenas para comer o en cosas divertidas para hacer. No obstante, me gustaría que hiciéramos un esfuerzo mental a fin de pensar en cosas que sean más difíciles de alcanzar. La creación del hombre y de la mujer fue algo maravilloso y extraordinario2, del mismo modo que lo fue la creación de la tierra como el lugar de su morada mortal.

Toda la Creación fue planeada por Dios. Se convocó en el cielo un concilio en el cual nosotros participamos3. Allí, nuestro Padre Celestial anunció Su divino plan4, al cual también se le llama el plan de felicidad5, el plan de salvación6, el plan de redención7, el plan de la restauración8, el plan de la misericordia9, el plan de redención10 y el evangelio eterno11. La finalidad del plan es proporcionar a los hijos espirituales de Dios la oportunidad de progresar hasta alcanzar una exaltación eterna.

LOS COMPONENTES DEL PLAN

El plan requería la Creación, lo que, a su vez, requirió la Caída y la Expiación. Éstos son los tres componentes fundamentales del plan. La creación de un planeta paradisíaco provino de Dios12; la mortalidad y la muerte llegaron al mundo como consecuencia de la caída de Adán13, y la inmortalidad y la posibilidad de la vida eterna las suministró el sacrificio expiatorio de Jesucristo14. La Creación, la Caída y la Expiación se planearon mucho antes de que se comenzara en sí la obra de la Creación.

Un día, mientras visitaba el Museo Británico, en Londres, leí un libro sumamente inusual; no era un libro de Escrituras, sino que se trataba de una traducción de un antiguo manuscrito egipcio, del que paso a citar un diálogo entre el Padre y el Hijo. Refiriéndose a Su Padre, Jehová, el Señor premortal, decía:

“Tomó arcilla de las manos del ángel e hizo a Adán a Nuestra imagen y semejanza, y lo dejó recostado durante cuarenta días y cuarenta noches sin poner aliento de vida en él. Y cada día suspiraba junto a él, diciendo: ’Si pongo aliento de vida en este [hombre], deberá sufrir mucho dolor’. Y yo dije a Mi Padre: ’Pon aliento en él; yo seré su abogado’. Y Mi Padre me dijo: ’Si pongo aliento en él, Mi Hijo amado, te verás obligado a descender al mundo y sufrir mucho dolor por él antes de que lo hayas redimido y le hagas volver a su primer estado’. Y yo dije a Mi Padre: ’Pon aliento en él; yo seré su abogado y descenderé al mundo y cumpliré Tu mandato’ “15.

Aunque esta cita no es de las Escrituras, confirma las que enseñan del profundo y compasivo amor del Padre por el Hijo y del Hijo por nosotros, testificando que Jesús se ofreció voluntariamente para ser nuestro Salvador y Redentor16.

El Señor Dios declaró: “…ésta es mi obra y mi gloria: Llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre17. Él, que bajo la dirección del Padre había creado la tierra, más tarde vino a la vida terrenal para hacer la voluntad de Su Padre18 y para cumplir con todas las profecías de la Expiación19, la cual redimiría a toda alma de los castigos de la transgresión personal, bajo las condiciones que Él estableció20.

LAS FASES DE LA CREACIÓN

Toda fase de la Creación fue bien planeada antes de que se llevara a efecto. Las Escrituras nos dicen que Dios el Señor creó todas las cosas… “espiritualmente… antes que existiesen físicamente sobre la faz de la tierra”21.

La creación física en sí se organizó durante etapas ordenadas de tiempo. En Génesis22 y en Moisés23, a estas etapas se les llama días, pero en el libro de Abraham, a cada período se le llama ocasión y vez24. Ya sea que se le llame un día, una ocasión o vez, o época, cada una de las fases consistió en un período entre dos eventos identificados, o sea, una división de la eternidad25.

El período uno comprendió la creación de los cielos atmosféricos y de la tierra física, la que culminó con el surgimiento de la luz y de la obscuridad26.

En el período dos se dividieron las aguas entre la superficie de la tierra y sus cielos atmosféricos, y se previó que las nubes y la lluvia dieran vida a todo aquello que luego estuviera sobre la tierra27.

En el período tres comenzó la vida vegetal en el planeta; se organizó la tierra para que produjera pasto, hierbas, árboles y vegetación, para que cada uno creciera de su propia semilla28.

El período cuatro fue un tiempo de mayor desarrollo, ya que se organizaron las luces en la extensión de los cielos a fin de que hubiera estaciones y otros medios para medir el tiempo. Durante ese período, se colocaron el sol, la luna, las estrellas y la tierra en una debida relación entre sí29. El sol, con su vasta provisión de hidrógeno, serviría como un gigante calorífico para proveer de luz y calor a la tierra y a la vida que hubiera en ella30.

En el período cinco se crearon los peces, las aves y “todo ser viviente”31. Y fueron hechos fructíferos y capaces de multiplicarse, tanto en el mar como en la tierra, cada uno según su especie32.

En el período sexto continuó la creación de la vida; se crearon las bestias de la tierra según su género, el ganado según su especie y todo lo “que se arrastra sobre la tierra”, también, según su especie33. Entonces “los Dioses tomaron consejo entre sí, y dijeron: “Descendamos y formemos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza…

“De modo que los Dioses descendieron para organizar al hombre a su propia imagen, para formarlo a imagen de los Dioses, para formarlos varón y hembra”34. Y así formaron a Adán y a Eva35, y fueron bendecidos y se les dijo: “Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra”36.

Y el período siete fue designado como un tiempo para descansar37.

LA CREACIÓN TESTIFICA DE UN CREADOR

Testifico que la tierra y todo lo que vive en ella son de origen divino. La Creación no se hizo por casualidad, ni surgió de la nada. Y las mentes y las manos humanas que son capaces de construir edificios y de crear computadoras tampoco existen por casualidad. Dios nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos. ¡Pueblo suyo somos!38 La Creación misma testifica de un Creador, y no podemos desairar el toque divino en la Creación, porque sin nuestra agradecida percepción de la mano de Dios en la Creación, estaríamos tan ajenos a nuestro proveedor como lo está un pez en una pecera. Con profunda gratitud, hacemos eco a las palabras del salmista que dijo: “¡Cuán innumerables son tus obras, oh Jehová! Hiciste todas ellas con sabiduría; la tierra está llena de tus beneficios”39.

EL PROPÓSITO Y EL DESTINO DE LA TIERRA

Esta tierra es sólo una de las muchas creaciones sobre las cuales Dios preside. “Y he creado incontables mundos”, dijo Él, “y también los he creado para mi propio fin; y por medio del Hijo, que es mi Unigénito, los he creado”40. En su magnificencia, el planeta Tierra es parte de algo aún más grandioso: es parte del gran plan de Dios. Abreviando, la tierra se creó para que las familias fuesen; las Escrituras explican que marido y mujer “serán una sola carne, y todo esto para que la tierra cumpla el objeto de su creación”41.

Y como parte del planeado destino de la tierra y sus habitantes, también aquí han de ser redimidos nuestros antepasados fallecidos42. Las familias han de ser selladas por toda la eternidad43. Debe haber un eslabón conexivo entre los antepasados y sus descendientes. En nuestra época, debe haber una unión entera, completa y perfecta de todas las dispensaciones, llaves y poderes44. Y para este sagrado fin hay ahora templos santos en muchas partes del mundo.

Aunque nuestro entendimiento de la Creación sea limitado, sabemos lo suficiente para apreciar su divina trascendencia. Y en el futuro tendremos aún más conocimiento. Las Escrituras declaran: “…el día en que el Señor venga [otra vez], él revelará todas las cosas:

“cosas que han pasado y cosas ocultas que ningún hombre conoció; cosas de la tierra, mediante las cuales fue hecha, y su propósito y estado final;

“cosas sumamente preciosas; cosas que están arriba y cosas que están abajo; cosas que están dentro de la tierra y sobre la tierra y en el cielo”45.

Sí, habrá más luz y conocimiento. El Señor dijo: “Y también, si se han fijado límites a los cielos, los mares o la tierra seca, o el sol, la luna o las estrellas,

“todos los tiempos de sus revoluciones, todos los días, meses y años… y todas sus glorias, leyes y tiempos fijos, serán revelados en los días de la dispensación del cumplimiento de los tiempos”46.

Con el tiempo, “la tierra será renovada y recibirá su gloria paradisíaca”47. A la segunda venida del Señor, la tierra volverá a ser cambiada; volverá a su estado paradisíaco y será renovada; habrá un cielo nuevo y una tierra nueva48.

NUESTRAS RESPONSABILIDADES

Mientras tanto, hermanos y hermanas, debemos comprender nuestras importantes responsabilidades. Tanto las creaciones de Dios como las de los hombres nos enseñan la importancia de cada componente del plan. ¿Creen que se notaría la ausencia de un trozo de granito del exterior de este edificio? ¡Por supuesto que sí!

Lo mismo sucede con cada hijo e hija de Dios. No podemos permitir que “diga la cabeza a los pies que no tiene necesidad de ellos; porque sin los pies, ¿cómo podrá sostenerse el cuerpo?49 Así como “el cuerpo tiene necesidad de cada miembro”50, del mismo modo, la familia tiene necesidad de cada uno de sus miembros. Todos los miembros de la familia deben estar unidos, sellados “para que todos se edifiquen juntamente, para que el sistema se conserve perfecto”51.

La Creación es importante, pero no es el fin en sí, sino el medio para llegar a él. Hemos venido a la tierra por un breve período, para sufrir con paciencia nuestras pruebas y dificultades, y para prepararnos a fin de seguir adelante y en forma ascendente hacia el reencuentro final52. Nuestros pensamientos y hechos tendrán por seguro un mayor significado mientras estamos aquí si comprendemos el plan de Dios y agradecemos y obedecemos Sus mandamientos53.

En calidad de beneficiarios de la Creación divina, ¿qué debemos hacer? Debemos cuidar la tierra, ser mayordomos sabios de ella y conservarla para las futuras generaciones54. Además, debemos amarnos y cuidarnos los unos a los otros55.

Debemos ser creadores a nuestra manera, constructores de una fe individual en Dios, fe en el Señor Jesucristo y fe en Su Iglesia; debemos edificar familias y ser sellados en el santo templo; debemos construir la Iglesia y el reino de Dios sobre la tierra56; debemos prepararnos para nuestro propio y divino destino: la gloria, la inmortalidad y la vida eterna57. Estas bendiciones divinas pueden ser todas nuestras por medio de nuestra fidelidad.

¡Testifico que Dios vive! ¡Que Jesús es el Cristo y el Creador! Él es el Señor de toda la tierra. Él ha establecido Su Iglesia en éstos, los últimos días, a fin de llevar a cabo Sus propósitos divinos. José Smith es el gran profeta de la Restauración. El presidente Gordon B. Hinckley es Su profeta hoy en día, a quien apoyo con todo mi corazón, en el nombre de Jesucristo. Amén.

  1. D. y C. 104:17.

  2. Véase “The Magnificence of Man”, Ensign, enero de 1988, págs. 64–69; “We Are Children of God”, Ensign, noviembre de 1998, págs. 85–87.

  3. Véase Enseñanzas del Profeta José Smith, págs. 430–431, 453.

  4. Véase 2 Nefi. 9:13; Alma 34:9; Abraham. 3:22–27.

  5. Véase Alma 42:8, 16.

  6. Véase Jarom 1:2; Alma 24:14; 42:5; Moisés 6:62.

  7. Véase Jacob 6:8; Alma 12:25–34; 17:16; 18:39; 22:13; 29:2; 34:16, 31; 39:18; 42:11–13.

  8. Véase Alma 41:2.

  9. Véase Alma 42:15, 31; 2 Nefi 9:6.

  10. Véase 2 Nefi 11:5.

  11. Véase Apocalipsis 14:6; D. y C. 27:5; 36:5; 68:1; 77:8–9, 11; 79:1; 84:103; 99:1; 101:22, 39; 106:2; 109:29, 65; 124:88; 128:17; 133:36; 135:3, 7; 138:19, 25; José Smith--Historia 1:34.

  12. La revelación de los últimos días afirma que Miguel (conocido también como Adán; véase D. y C. 27:11; 107:54; 128:21) también participó en el proceso de la creación.

  13. Véase 2 Nefi 2:25; Moisés 6:48; TJS Génesis 6:49.

  14. Véase 2 Nefi. 2:21–28.

  15. “Discourse on Abbatôn by Timothy, Archbishop of Alexandria”, en Coptic Martyrdoms etc. in the Dialect of Upper Egypt, editor y traductor E. A. Wallis Budge (1914), pág. 482. Timothy, Arzobispo de Alejandría, murió en 385 de nuestra era. Véase también Liahona, abril 2000, pág.

  16. Véase Juan 3:16; 10:14–15, 17–18.

  17. Moisés 1:39.

  18. Véase 3 Nefi 27:13.

  19. Para un estudio exhaustivo de las profecías de los profetas concernientes a Cristo, véase D. Kelly Ogden y R. Val Johnson, “All the Prophets Prophesied of Christ,” Ensign, enero de 1993, págs. 31–37; Liahona, abril de 1994, págs. 10–18.

  20. Véase 2 Nefi. 9:20–27; Mosíah 26:21–23; D. y C. 138:19.

  21. Moisés 3:5; véase 6:51.

  22. Véase Génesis 1:5–23.

  23. Véase Moisés 2:5–3:3.

  24. Véase Abraham 4:8–5:3.

  25. Abraham compara un día del tiempo del Señor a 1.000 años (véase Abraham 3:4).

  26. Véase Génesis 1:1–5; Moisés 2:1–5; Abr. 4:1–5.

  27. Véase Génesis 1:6–8; Moisés 2:6–8; Abraham 4:6–8.

  28. Véase Génesis 1:9–13; Moisés 2:9–13; Abraham 4:9–13.

  29. Véase Génesis 1:14–19; Moisés 2:14–19; Abraham 4:14–19.

  30. Véase Henry Eyring, “World of Evidence, World of Faith”, en Of Heaven and Earth, ed. y comp. David L. Clark, 1998, pág. 59.

  31. Abraham 4:21.

  32. Véase Génesis 1:20–23; Moisés 2:20–23; Abraham 4:22–23.

  33. Véase Génesis 1:24–31; Moisés 2:24–31; Abraham 4:24–31.

  34. Abraham 4:26–27.

  35. Nótese que el Señor llamó al primer hombre y mujer “Adán” (véase Génesis 5:2; Moisés 6:9).

  36. Génesis 1:28; Moisés 2:28; véase también Abraham 4:28; TJS, Génesis 1:30.

  37. Véase Génesis 2:1–3; Moisés 3:1–3; Abraham 5:1–3.

  38. Véase Salmos 100:3.

  39. Salmos 104:24.

  40. Moisés 1:33; véase también D. y C. 76:23–24.

  41. D.y C. 49:16.

  42. Véase D. y C. 128:15.

  43. Véase D. y C. 2:2–3; 49:17; 138:48; JS–H 1:39.

  44. Véase D. y C. 128:18.

  45. D. y C. 101:32–34.

  46. D. y C. 121:30–31.

  47. Artículos de Fe 1:10.

  48. Véase Apocalipsis 21:1; Éter 13:9; D. y C. 29:23–24.

  49. D. y C. 84:109.

  50. D. y C. 84:110.

  51. D. y C. 84:110; véase también 1 Corintios 12:14–26.

  52. Véase Salmos 116:15; Alma 42:8.

  53. Véase D. y C. 59:20–21.

  54. El Señor nos ha confiado el cuidado de la tierra. Él dijo: “Porque conviene que yo, el Señor, haga a todo hombre responsable, como mayordomo de las bendiciones terrenales que he dispuesto y preparado para mis criaturas. Yo, el Señor, extendí los cielos y formé la tierra, hechura de mis propias manos; y todas las cosas que en ellos hay son mías. Y es mi propósito abastecer a mis santos, porque todas las cosas son mías” (D. y C. 104:13–15; véase también Apocalipsis 7:3).

  55. Véase Juan 13:34–35; 15:12; Romanos 12:10–13:8; Gálatas 5:13; 1 Tesalonicenses 4:9; 1 Juan 3:11–4:12; Mosíah 4:15; D. y C. 88:123.

  56. Véase TJS, Mateo 6:38.

  57. Véase Romanos 2:7; D. y C. 75:5; 128:12; 132:19–24.