2010–2019
Busquen conocimiento: Tienen una obra que realizar
Abril 2012


11:28

Busquen conocimiento: Tienen una obra que realizar

Aprendan todo lo que puedan ahora para que bendigan a sus hijos y su futuro hogar.

Mis queridas jovencitas, cuánto amamos a cada una de ustedes. Las vemos levantarse con valor y brillar con luz en un mundo en el que los grandes desafíos van acompañados de grandes oportunidades. Eso quizá las haga preguntarse: ¿qué me depara el futuro? Les aseguro que, como hijas virtuosas de Dios que son, ¡su futuro es brillante! Viven en una época en la que las verdades del Evangelio se han restaurado, las cuales se pueden encontrar en las Escrituras; ustedes recibieron el don del Espíritu Santo cuando se bautizaron, y Él les enseñará la verdad y las preparará para los desafíos de la vida.

Dios les dio el albedrío moral y la oportunidad de aprender mientras estén en la tierra, y Él tiene una obra para que ustedes realicen. Para hacerlo, tienen la responsabilidad individual de buscar conocimiento. La clave de su futuro, su “rayo brillante de esperanza”1, se encuentra en el nuevo librito Para la Fortaleza de la Juventud, bajo la norma de educación académica, así como en el valor conocimiento de las Mujeres Jóvenes.

“Estudiar… te abrirá las puertas de las oportunidades”2. A medida que sigan la admonición del Señor de “…busca[r] conocimiento, tanto por el estudio como por la fe”3 ganarán no sólo conocimiento por medio de sus estudios, sino mayor luz a medida que aprendan por medio de la fe.

Busquen conocimiento por medio del estudio diligente. Rara vez podrán pasar tanto tiempo dedicado al aprendizaje como lo pueden hacer ahora. El presidente Gordon B. Hinckley sabiamente aconsejó a los jóvenes de la Iglesia: “El modelo de estudio que establezcan durante los años de estudio formal afectará en gran medida la sed de conocimiento que tengan durante toda la vida”4. “Deben obtener toda la educación académica que les sea posible… Sacrifiquen lo que sea necesario sacrificar para reunir los requisitos a fin de llevar a cabo la obra de [este] mundo… Entrenen su mente y sus manos para llegar a ser una influencia para bien conforme sigan adelante con su vida”5.

Dirigiéndose específicamente a la mujer, el presidente Thomas S. Monson dijo: “A menudo, el futuro es incierto; por tanto, es preciso prepararnos para lo incierto… Las insto a proseguir estudios y a adquirir conocimientos prácticos, para que, de surgir la necesidad, estén preparadas para proveer para su familia”6.

Mujeres jóvenes, sigan el consejo de estos sabios e inspirados profetas. Sean buenas alumnas. Levántense y brillen en la escuela por medio del trabajo arduo, la honradez y la integridad. Si están teniendo dificultades o se sienten desanimadas en cuanto a su desempeño en la escuela, pidan la ayuda de sus padres, maestros y miembros serviciales de la Iglesia. ¡Nunca se den por vencidas!

Hagan una lista de las cosas que deseen aprender; luego “…[compartan sus] metas educativas con [su] familia, amigos y líderes para que ellos puedan [darles] apoyo y ánimo”7. Ése es el modelo del Progreso Personal.

Gracias a la tecnología, están siendo testigos de una explosión de conocimiento. Se les está bombardeando constantemente con sonido, video y las redes sociales. Sean selectivas y no permitan que este aumento repentino de información las distraiga o detenga su progreso. ¡Levántense, mujeres jóvenes! Ustedes determinan sus metas. Ustedes deciden lo que entra en su mente y en su corazón.

Parte de su aprendizaje más importante se llevará a cabo fuera del salón de clases. Rodéense de mujeres ejemplares que puedan enseñarles habilidades relacionadas con las labores del hogar, el arte, la música, la historia familiar, los deportes, la escritura o la oratoria. Lleguen a conocerlas y pídanles que sean sus mentoras. Cuando hayan aprendido algo nuevo, enséñenlo en la Mutual o sean mentoras de otras jovencitas como parte de los requisitos para la Abejita de Honor.

Además de mi maravillosa madre, he tenido muchas mentoras en la vida. Llegué a conocer primero el proceso de tener mentores cuando sólo tenía nueve años. Mi maestra de la Primaria me enseñó a bordar en punto de cruz “Traeré la luz del Evangelio a mi hogar”, un cuadro que estuvo colgado en mi habitación durante mi adolescencia. Mi maestra me guió, me corrigió y siempre me animó en el tiempo que me tomó hacerlo. Después tuve otras mentoras. Dos excelentes costureras de mi barrio me enseñaron a coser. Con su guía, paciencia y ánimo, presenté un vestido en un concurso de costura cuando tenía 14 años, ¡y gané un premio! El proceso aumentó mi sed de conocimiento y excelencia en otras áreas también.

El conocimiento que obtengan ahora pagará grandes dividendos cuando sean madres. “El nivel de formación académica de una madre tiene una profunda influencia en las decisiones educativas de sus [hijos]”8. La formación académica de una madre puede ser la “clave para salir [del] ciclo de la pobreza”9. “Las mujeres con formación académica… tienden a: tener bebés más sanos, tener hijos más saludables, más seguros, más adaptables, y que tienen mejor razonamiento y juicio”10.

En “La familia: Una proclamación para el mundo”, aprendemos que “la madre es principalmente responsable del cuidado de sus hijos”11. Proveer una formación académica para sus hijos es parte de ese cuidado, y es su responsabilidad sagrada. Al igual que los jóvenes guerreros a quienes “…sus madres les habían enseñado”12, ustedes serán la maestra más importante que sus hijos tendrán, así que elijan su aprendizaje con cuidado. Aprendan todo lo que puedan ahora para que bendigan a sus hijos y su futuro hogar.

Busquen conocimiento por la fe. Aprendemos por la fe cuando obtenemos conocimiento espiritual diligentemente mediante la oración, el estudio de las Escrituras y la obediencia, y cuando procuramos la guía del Espíritu Santo, que testifica de toda verdad. Si hacen su parte para obtener conocimiento, el Espíritu Santo les iluminará la mente. A medida que se esfuercen por mantenerse dignas, el Espíritu Santo las guiará e iluminará su aprendizaje.

Cuando era jovencita, me prestaron esquís que eran demasiado largos, botas que eran demasiado grandes, ¡y una amiga me enseñó a esquiar! Fuimos un hermoso día de primavera lleno de sol, nieve perfecta y un cielo azul sin nubes. La ansiedad que sentía ante las empinadas cuestas se disipó ante el placer de aprender. Y aun cuando me caí varias veces con esos esquís tan largos, me levanté y seguí intentando. ¡Llegué a amar ese deporte!

Sin embargo, al poco tiempo me di cuenta de que no todos los días para esquiar ni las condiciones meteorológicas eran igual de ideales. En los días nublados, esquiábamos en una condición que se llama “luz plana”. La luz plana se produce cuando las nubes difuminan la luz del sol. Al mirar hacia adelante a la blanca nieve, la percepción de la profundidad se pierde, y es difícil juzgar cuán empinada está la pendiente o ver los montículos de la cuesta.

Jovencitas, quizá ustedes vean hacia el futuro como yo vi esa cuesta empinada para esquiar. Es posible que a veces sientan que están viviendo con luz plana, sin poder ver lo que hay por delante. El aprender por la fe les dará confianza y les ayudará a navegar por los momentos de incertidumbre.

En el capítulo 25 de Mateo, la parábola de las diez vírgenes nos enseña que la preparación espiritual es vital y que se debe lograr personalmente. Recordarán que se invitó a todas las diez vírgenes a acompañar al novio a la fiesta de bodas, pero sólo cinco vírgenes prudentes estaban preparadas con aceite en las lámparas.

“Y las insensatas dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite, porque nuestras lámparas se apagan.

“Pero las prudentes respondieron, diciendo: Para que no nos falte a nosotras y a vosotras, id más bien a los que venden y comprad para vosotras mismas.

“Y mientras ellas iban a comprar, vino el novio; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta”13.

Quizá piensen que las cinco vírgenes prudentes fueron egoístas por no compartir su aceite, pero era imposible. La preparación espiritual se debe adquirir individualmente, gota por gota, y no se puede compartir.

El momento para que sean diligentes en aumentar su conocimiento espiritual, gota a gota, mediante la oración, el estudio de las Escrituras y la obediencia es ahora. El momento de estudiar, gota a gota, es ahora. Cada pensamiento y acto virtuosos también agrega aceite a su lámpara, y las hace merecedoras de la guía del Espíritu Santo, nuestro divino maestro.

El Espíritu Santo las guiará en su jornada por la vida terrenal, aun cuando sientan que están en luz plana, con incertidumbre de lo que vendrá. No deben temer. Conforme se mantengan sobre la senda que lleva a la vida eterna, el Espíritu Santo las guiará en sus decisiones y su aprendizaje.

Testifico por experiencia personal que si buscan conocimiento no sólo por el estudio sino también por la fe, serán guiadas en lo que “el Señor… precisará que hagan y en lo que necesiten saber”14.

Recibí mi bendición patriarcal cuando era mujer joven y se me aconsejó prepararme con una buena educación académica y aprender temprano en la vida las virtudes necesarias para las labores del hogar y para criar a una familia. Tenía un gran deseo de tener la bendición de una familia; sin embargo, dicha bendición no se cumplió sino hasta que tuve 37 años, cuando finalmente me casé. Mi esposo era viudo, así que el día que nos sellamos en el templo repentinamente fui bendecida no sólo con un esposo sino con una familia de cuatro hijos.

Mucho antes, hubo muchos días en los que sentía como que estaba esquiando con luz plana, y me hacía la pregunta: “¿Qué me depara el futuro?”. Procuré seguir las admoniciones de mi bendición patriarcal. Estudié diligentemente para llegar a ser maestra y seguí estudiando para llegar a ser directora de una escuela primaria. Oré a mi Padre Celestial y busqué la guía del Espíritu Santo. Me aferré fervientemente a la promesa de los profetas que me aseguraban que si me “mantenía fiel, guardaba [mis] convenios, servía a Dios y amaba a [mi] Padre en los Cielos y al Señor Jesucristo, no se [me] negarían ninguna de las bendiciones eternas que nuestro Padre Celestial tiene reservadas para Sus hijos fieles”15.

Sé que mi educación académica me preparó para una vida que no ha sido nada parecida a la que imaginé cuando era una jovencita. Yo pensaba que estaba estudiando la docencia para ser maestra y para enseñar a mis futuros hijos, pero no sabía que el Señor también me estaba preparando para enseñar inglés en Mongolia durante la misión que mi esposo y yo servimos, para enseñar a las jovencitas de la Iglesia por todo el mundo y para enseñar a mis nietos el valor del conocimiento, todas ellas bendiciones maravillosas que nunca hubiera imaginado.

Testifico que nuestro Padre Celestial las conoce y las ama. Ha depositado una gran confianza en ustedes y tiene una obra que sólo ustedes pueden realizar. Quisiera asegurarles que serán preparadas para esa gran obra si buscan conocimiento tanto por el estudio como por la fe. Testifico de ello en el nombre de Jesucristo. Amén.

Notas

  1. Gordon B. Hinckley, “Tender la mano para ayudar a los demás”, Liahona, enero de 2002, pág. 67.

  2. Para la Fortaleza de la Juventud (librito, 2011), pág. 9.

  3. Doctrina y Convenios 88:118.

  4. Gordon B. Hinckley, Way to Be! Nine Ways to Be Happy and Make Something of Your Life, 2002, pág. 28.

  5. Gordon B. Hinckley, “Seek Learning,” New Era, septiembre de 2007, págs. 2, 4.

  6. Thomas S. Monson, “Si estáis preparados, no temeréis”, Liahona, noviembre de 2004, pág. 116.

  7. Para la Fortaleza de la Juventud, pág. 9.

  8. Cheryl Hanewicz y Susan R. Madsen, “The Influence of a Mother on a Daughter’s College Decision”, Utah Women and Education Project Research Snapshots, Nº 3, enero de 2011, pág.1.

  9. Marjorie Cortez, “Mom’s Education Key to Halt Poverty Cycle”, Deseret News, 23 de septiembre de 2011, pág. A1.

  10. Olene Walker, “More Utah Women Need to Finish College”, Salt Lake Tribune, 30 de octubre de 2011, pág. O4.

  11. “La familia: Una proclamación para el mundo”, Liahona, noviembre de 2010, pág. 129.

  12. Alma 56:47.

  13. Mateo 25:8–10.

  14. Henry B. Eyring, “Education for Real Life”, Ensign, octubre de 2002, pág. 18.

  15. M. Russell Ballard, “Preparing for the Future”, Ensign, septiembre de 2011, pág. 27.