La visión de los profetas en cuanto a la Sociedad de Socorro: fe, familia, socorro
Fe, familia y socorro— estas tres sencillas palabras han llegado a expresar la visión que los profetas tienen para las hermanas de la Iglesia.
En años recientes he sentido la impresión de hablar con frecuencia acerca de la Sociedad de Socorro: sus propósitos y sus cualidades1, el valor de su historia2, su obra y su relación con los obispos y los quórumes del Sacerdocio de Melquisedec3. Ahora parece importante centrar un poco de atención en la visión que los profetas tienen en cuanto a la Sociedad de Socorro4.
Así como los profetas del Señor han enseñado continuamente a los élderes y a los sumos sacerdotes sus propósitos y deberes, ellos han compartido su visión en cuanto a las hermanas de la Sociedad de Socorro. De su consejo, queda claro que los propósitos de la Sociedad de Socorro son: aumentar la fe y la rectitud personales, fortalecer a las familias y los hogares, y buscar y ayudar a los necesitados. Fe, familia y socorro; estas tres sencillas palabras han llegado a expresar la visión que los profetas tienen para las hermanas de la Iglesia.
Desde el comienzo de la Restauración, los profetas han compartido su visión de mujeres firmes, fieles y resueltas, quienes entienden su valía y propósito eternos. Cuando el profeta José Smith estableció la Sociedad de Socorro, mandó a la primera presidenta que “[presidiera] sobre esta Sociedad en el cuidado de los pobres al satisfacer sus necesidades y atender a los diversos asuntos de la institución”5. La visión que tenía de la organización era que fuera “una sociedad selecta, separada de todas las iniquidades del mundo”6.
Brigham Young, el segundo Presidente de la Iglesia, mandó a sus consejeros y al Quórum de los Doce Apóstoles que instruyeran a los obispos a que “[dispusieran] que [las hermanas organizaran] Sociedades de Socorro [Femeninas]… en los diversos barrios”. Y agregó: “Algunos podrían pensar que esto es algo trivial, pero no lo es”7.
Más tarde, el presidente Joseph F. Smith dijo que en comparación con las organizaciones del mundo que “son establecidas por el hombre o la mujer”, la Sociedad de Socorro “es divinamente creada, divinamente autorizada, divinamente instituida, divinamente ordenada por Dios”8. El presidente Joseph Fielding Smith dijo a las hermanas que habían “recibido poder y autoridad para hacer muchísimas cosas”9. Él dijo: “Ustedes son miembros de la más grandiosa organización de mujeres del mundo, una organización que es parte vital del reino de Dios sobre la tierra y cuyo diseño y funcionamiento ayuda a sus miembros fieles a obtener la vida eterna en el reino de nuestro Padre”10.
Una extensa esfera de influencia
Todos los años, cientos de miles de mujeres y mujeres jóvenes llegan a formar parte de este “círculo de hermanas”11 en constante expansión. A partir de entonces, dondequiera que viva una hermana y doquiera que sirva, retiene su calidad de miembro y su asociación en la Sociedad de Socorro12. Debido a los importantes propósitos de la Sociedad de Socorro, la Primera Presidencia ha expresado su deseo de que las mujeres jóvenes comiencen su preparación para la Sociedad de Socorro mucho antes de que cumplan los 18 años13.
La Sociedad de Socorro no es un programa; es una parte oficial de la Iglesia del Señor que está “divinamente ordenada por Dios” para enseñar, fortalecer e inspirar a las hermanas en su objetivo en cuanto a la fe, la familia y el socorro. La Sociedad de Socorro es un modo de vida para las mujeres Santos de los Últimos Días y su influencia se extiende más allá de una clase dominical o de una reunión social. Sigue el modelo de las discípulas que sirvieron con el Señor Jesucristo y Sus apóstoles en Su iglesia antigua14. Se nos ha enseñado que “Es tan obligatorio para la mujer el incorporar en su vida las virtudes inculcadas por la Sociedad de Socorro, como lo es para el hombre el instituir en la suya los modelos de carácter inculcados por el sacerdocio”15.
Cuando el profeta José Smith organizó la Sociedad de Socorro, enseñó a las hermanas que debían “socorrer al pobre” y “salvar almas”16. En el mandato de “salvar almas”, se autorizó a las hermanas para organizar y participar en una extensa esfera de influencia. La primera presidenta de la Sociedad de Socorro fue apartada para exponer las Escrituras, y la Sociedad de Socorro todavía tiene la responsabilidad esencial de enseñar en la Iglesia del Señor. Cuando José Smith le dijo a las hermanas que la organización de la Sociedad de Socorro las prepararía para “los privilegios, las bendiciones y los dones del sacerdocio”17, se les abrió la puerta de la obra de salvación del Señor. El salvar almas incluye compartir el Evangelio y participar en la obra misional; incluye el participar en la obra del templo y de historia familiar; e incluye hacer todo lo posible para llegar a ser autosuficientes, tanto espiritual como temporalmente.
El élder John A. Widtsoe declaró que la Sociedad de Socorro ofrece “ayudar al necesitado, atender al enfermo; disipar las dudas, liberar de la ignorancia, aliviar de todo lo que obstaculice la alegría y el progreso de la mujer. ¡Qué magnífica comisión!”18.
El presidente Boyd K. Packer ha comparado la Sociedad de Socorro a una barrera protectora19. La responsabilidad de proteger a las hermanas y a sus familias aumenta la importancia del cuidado y la ministración de las maestras visitantes y es una manifestación de nuestra disposición a recordar nuestros convenios con el Señor. Al “ministrar a los necesitados y afligidos”, trabajamos conjuntamente con los obispos para velar por las necesidades temporales y espirituales de los santos20.
El presidente Spencer W. Kimball dijo: “Hay muchas hermanas que están viviendo en harapos; harapos espirituales. Tienen derecho a túnicas maravillosas, túnicas espirituales… Es el privilegio de ustedes el ir a esos hogares y cambiar esos harapos por túnicas”21. El presidente Harold B. Lee compartía esa visión; él dijo: “¿Pueden ver por qué el Señor ha dado a la Sociedad de Socorro la responsabilidad de visitar esos hogares? Porque, con excepción del Maestro mismo, no hay nadie en [la] Iglesia que tenga un toque más bello, un entendimiento más cabal de los corazones y de las vidas de esas personas”22.
El presidente Joseph F. Smith advirtió a las hermanas de la Sociedad de Socorro y a sus líderes, diciéndoles que no quería “ver llegar el momento en que nuestras sociedades de socorro sigan esas organizaciones creadas por mujeres, o se unan y pierdan su propia identidad al mezclarse con ellas”. Él esperaba que las hermanas guiaran “al mundo, en especial a las mujeres del mundo, en todo lo que sea digno de alabanza, en todo lo que sea de Dios, en todo lo que sea ennoblecedor y purificante para los hijos de los hombres”23. Su consejo recalca el mandato de eliminar tradiciones, temas, modas pasajeras y tendencias, e incorporar prácticas que sean compatibles con los propósitos de la Sociedad de Socorro.
Las líderes que procuran la revelación pueden asegurar que toda reunión, lección, clase, actividad y esfuerzo de la Sociedad de Socorro cumpla los propósitos para los que se organizó. La sociabilidad, amistad y unidad que deseamos serán los dulces resultados del servir juntas con el Señor en Su obra.
Hacer realidad la visión de los profetas
El presidente Thomas S. Monson y sus consejeros testificaron recientemente “que el Señor ha restaurado la plenitud del Evangelio por medio del profeta José Smith y que la Sociedad de Socorro es una parte importante de esa restauración”. Como evidencia del deseo que tienen de que se preserve el “glorioso legado” de la Sociedad de Socorro, la Primera Presidencia recientemente publicó y distribuyó por todo el mundo Hijas en Mi reino: La historia y la obra de la Sociedad de Socorro. En las páginas de este libro hay modelos y ejemplos de hermanas y hermanos que trabajan mancomunadamente en familias y en la Iglesia, y podemos aprender principios referentes a quiénes somos, qué es lo que creemos y qué es lo que debemos proteger. La Primera Presidencia nos ha alentado a estudiar este importante libro y “permitir que sus imperecederas verdades e inspiradores ejemplos surtan una influencia en [nuestras] vidas”24.
A medida que las hermanas se alineen más con los propósitos de la Sociedad de Socorro, la visión de los profetas se cumplirá. El presidente Kimball dijo: “En esta organización [de la Sociedad de Socorro] radica un poder que aún no ha sido completamente aprovechado para fortalecer los hogares de Sión y edificar el reino de Dios; ni lo será, hasta que tanto las hermanas como los hermanos comprendan la misión que les ha sido encomendada”25. Él profetizó que “gran parte del progreso y del crecimiento que tendrá la Iglesia en estos últimos días se deberá a que muchas de las mujeres buenas del mundo (que con frecuencia poseen… un sentido interno de espiritualidad) serán atraídas hacia la Iglesia en forma numerosa. Eso sucederá al punto que las mujeres de la Iglesia… [sean consideradas] diferentes —en forma positiva— de las mujeres del mundo”26.
Estoy agradecida por la visión de los profetas con respecto a la Sociedad de Socorro. Yo, al igual que el presidente Gordon B. Hinckley, “estoy [convencida] de que no hay otra organización en lugar alguno que se compare con la Sociedad de Socorro de esta Iglesia”27. Ahora es nuestra la responsabilidad de alinearnos con la visión de los profetas en cuanto a la Sociedad de Socorro a medida que tratamos de aumentar la fe, fortalecer a las familias y brindar socorro.
Concluyo con las palabras del presidente Lorenzo Snow: “El futuro de la Sociedad [de Socorro] es muy prometedor. Conforme la Iglesia crezca, su campo de utilidad aumentará proporcionalmente, e incluso será más poderoso para el bien de lo que lo ha sido en el pasado”28. A las hermanas que ayudan a hacer avanzar el reino de Dios, él dijo: “…así como han compartido estas labores, así también compartirán muy ciertamente el triunfo de la obra y la exaltación y la gloria que el Señor dará a Sus hijos fieles”29. También doy testimonio de esta visión. En el nombre de Jesucristo. Amén.