Historia de la Iglesia
35 Un lugar hermoso


“Un lugar hermoso”, capítulo 35 de Santos: La historia de La Iglesia de Jesucristo en los Últimos Días, tomo I, El estandarte de la verdad, 1815 – 1846, 2018

Capítulo 35: “Un lugar hermoso”

Capítulo 35

Manos cruzadas

Un lugar hermoso

La epidemia de malaria continuó en Commerce hasta 1840. Emily Partridge y su hermana Harriet visitaban a los enfermos en las tiendas, los carromatos y las casas sin terminar. Emily, que ahora tenía dieciséis años, se había acostumbrado a vivir en condiciones muy duras. Durante casi una década, su familia había sido expulsada de una humilde morada a otra, sin poder disfrutar de una vida estable como habían tenido en Ohio.

Las hermanas atendían a los enfermos hasta que ellas mismas enfermaron con fiebres y escalofríos. Sus padres, Edward y Lydia Partridge, dándose cuenta de que la vida de sus hijas peligraba, se mudaron de la tienda de campaña en que vivían a una pequeña habitación rentada en un almacén abandonado junto al río. Edward se puso, entonces, a edificar una casa para su familia en un terreno ubicado a un kilómetro y medio de distancia.

Pero las dificultades vividas en Misuri habían quebrantado la salud del obispo, y él ya no estaba en condiciones de trabajar. Él mismo contrajo la fiebre, la cual combatió con medicinas hasta sentirse lo suficientemente fuerte como para trabajar una o dos semanas en la construcción de la casa. Cuando volvía a sentirse enfermo, tomaba más medicina y regresaba al trabajo.

Entretanto, la estrecha y asfixiante habitación en el almacén ayudó muy poco a Emily, Harriet y sus otros hermanos, que también enfermaron. Emily siguió teniendo fiebre hasta la primavera de 1840, pero Harriet empeoró más y más. Ella falleció a mediados de mayo, a la edad de 18 años 1 .

La muerte de Harriet devastó a los Partridge. Después del funeral, Edward intentó mudar a su familia a un establo para vacas que estaba sin terminar, y que estaba en su propiedad, con la esperanza de que ofreciera un mejor refugio. Pero el esfuerzo fue demasiado y él colapsó. Para ayudar a la familia, unos miembros llamados William y Jane Law se llevaron a Emily y a sus hermanos a su casa, donde los atendieron hasta que se recuperaron.

Edward estuvo agonizando en su lecho durante unos días antes de fallecer tan solo una semana y media después de la muerte de Harriet. Ambas muertes dejaron a Emily desconsolada. Ella estaba muy unida a Harriet, y sabía que su padre lo había sacrificado todo por proveer para su familia y la Iglesia, aun cuando hubo santos gruñones, disidentes sin fe y vecinos hostiles que habían agobiado su alma 2 .

Con el tiempo, Emily emergió de entre la niebla de la enfermedad y la tristeza, pero ahora su vida era diferente. Ella y su hermana Eliza, de diecinueve años, tenían que buscar un trabajo para ayudar a su empobrecida familia. Eliza tenía conocimientos como para que la contrataran de costurera, pero Emily no tenía ninguna habilidad en particular. Ella podía lavar platos, barrer y fregar pisos y hacer otras tareas domésticas, claro está, pero eso lo hacían prácticamente todos en la comunidad 3 .

Felizmente, los santos no olvidaron cuánto había sacrificado su padre por la Iglesia. “Nadie como él se había ganado la confianza de la Iglesia”, decía el obituario del obispo Partridge en el nuevo periódico de los santos Times and Seasons. “Su religión lo era todo para él; a ella dedicó su vida, y por ella la dio” 4 .

Para honrar su memoria y atender a su familia, los santos terminaron de construir la casa que el obispo había comenzado, proveyendo para su familia un lugar que pudieran considerar suyo 5 .


Para la primavera de 1840, la nueva ciudad en el Mississippi había logrado un comienzo prometedor. Los santos habían cavado acequias y canales para drenar los pantanos hacia el río y así hacer más habitable el lugar. Trazaron calles, colocaron cimientos, construyeron estructuras para casas, plantaron huertos y cultivaron campos. Para el mes de junio, ya había unas doscientas cincuenta casas nuevas que daban fe de su laboriosidad 6 .

Inconforme con el nombre de Commerce, José había designado el lugar como Nauvoo casi desde el momento en que él llegó. “El nombre de nuestra ciudad —explicaba él en una proclamación de la Primera Presidencia— es de origen hebreo y significa un lugar o una ubicación hermosa, implicando además la idea de reposo 7 . José esperaba que Nauvoo hiciera honor a su nombre y concediera a los santos un descanso de los conflictos de los últimos años.

Sin embargo, él sabía que el descanso y la paz no vendrían fácilmente. Para evitar las disensiones y la persecución que habían experimentado en Ohio y Misuri, los santos debían forjar lazos más fuertes entre ellos y fomentar amistades perdurables con sus vecinos 8 .

Por este tiempo, José recibió una carta de William Phelps, quien se había mudado a Ohio tras abandonar la Iglesia e incluso testificar en contra de José ante una corte de Misuri: “Conozco mi situación, usted la conoce y Dios la conoce, y quiero ser salvo, si mis amigos me ayudan” 9 .

José sabía que William era un hombre sincero, no obstante sus faltas, por tanto, le escribió poco tiempo después: “Es cierto que hemos sufrido mucho por motivo de su conducta —le dijo—, sin embargo, la copa ha sido bebida, la voluntad de nuestro Padre Celestial se ha cumplido y seguimos con vida”. José perdonó a William, feliz de poder dejar atrás los días tenebrosos de Misuri, y lo puso a trabajar de nuevo en la Iglesia.

“Venga, querido hermano; la contención quedó atrás, pues los que fueron amigos, de nuevo amigos serán”, le escribió José 10 .

José también sintió la urgencia de dar a los santos una mayor dirección espiritual. En la cárcel de Liberty, el Señor le había dicho que sus días eran conocidos, y José había confesado a sus amigos que él no pensaba que viviría hasta los cuarenta años. Él debía enseñar a los santos más de lo que Dios le había revelado antes de que fuese demasiado tarde 11 .

Las labores de edificación de la ciudad, y la administración de los asuntos temporales de la Iglesia, sin embargo, consumían la mayor parte del tiempo de José. Él siempre había tenido un rol activo en los asuntos temporales de la Iglesia, y desde hacía tiempo, él se había apoyado en hombres como el obispo Partridge para repartir las cargas. Ahora que Edward había partido, José comenzó a apoyarse más en el obispo Newel Whitney y en otros obispos que fueron llamados en Nauvoo. No obstante, José sabía que necesitaba aún más ayuda para dirigir los aspectos temporales de la administración de la Iglesia, de modo que él pudiera enfocarse más en su ministerio espiritual 12 .

Poco después, José recibió otra carta, esta vez de un desconocido llamado John Cook Bennett. John le decía que él pretendía mudarse a Nauvoo, unirse a la Iglesia y ofrecer sus servicios a los santos. Él era médico y un oficial de alto rango en la milicia del estado de Illinois; había sido además ministro y profesor. “Creo que seré mucho más feliz con usted —le dijo—. Escríbame inmediatamente” 13 .

En los días subsiguientes, José recibió dos cartas más de John. “Usted puede contar conmigo —prometía John—. Espero que pronto llegue el tiempo en que su pueblo, será mi pueblo y su Dios, mi Dios”. Él le dijo a José que su talento para hablar en público y su infatigable entusiasmo serían una valiosa ayuda para los santos 14 .

“Mi ansiedad de estar con ustedes crece día a día —insistió él—; yo concluiré mi ejercicio profesional inmediatamente y me dirigiré hacia su feliz morada, si usted piensa que es lo mejor” 15 .

José revisó las cartas, alentado de que alguien con las credenciales de John quisiera unirse a los santos. Ciertamente, un hombre con sus capacidades ayudaría al establecimiento de la Iglesia en Illinois.

“Si le fuese posible venir aquí en esta estación para sufrir con el pueblo de Dios —escribió José a John—, nadie se alegrará más ni le dará una bienvenida más cordial que yo” 16 .


A medida que Nauvoo fue adquiriendo forma, José se centró en el recogimiento. Desde Inglaterra, los Apóstoles acababan de enviar una compañía de 41 santos, cruzando el océano, con rumbo a Nauvoo. José esperaba recibir más compañías en los próximos meses y años.

“Este es el principal lugar de recogimiento —había anunciado en un sermón en el mes de julio—. Quien lo desee, venga y participe de la pobreza de Nauvoo gratuitamente”.

Él sabía que la expulsión de Misuri y la fallida petición que habían elevado al gobierno, habían causado que muchas personas tuvieran incertidumbre en cuanto al futuro de Sion y del recogimiento. José deseaba que entendieran que Sion era más que una parcela de tierra en el condado de Jackson. “En cualquier lugar que los santos se congreguen es Sion”, declaró él.

El Señor los mandaba ahora a establecer estacas en Nauvoo y en los alrededores. Con el tiempo, a medida que vinieran más santos a congregarse en Sion, la Iglesia organizaría estacas adicionales y el Señor bendeciría la tierra.

Antes de concluir su sermón, José anunció: “Me comprometo a edificar un templo tan grande como el que hizo Salomón, si la Iglesia me respalda”. Él extendió la mano y señaló hacia un punto en la colina donde los santos edificarían la estructura sagrada. “Si fuera… la voluntad de Dios que yo pudiera vivir hasta ver el templo completo y terminado —dijo con nostalgia—, diré: ‘Señor, con esto basta. Señor, permite a Tu siervo partir en paz’” 17 .

Unas semanas más tarde, conforme seguían las altas temperaturas en Nauvoo y las enfermedades se cobraban más vidas, falleció Seymor Brunson, un amigo de José 18 . José habló en su funeral y expresó palabras de consuelo a Harriet, la viuda de Seymor y a los miles de santos en la congregación. Mientras hablaba, miró a Jane Neyman, cuyo hijo, Cyrus, siendo un adolescente, había muerto antes de ser bautizado.

Sabiendo que Jane estaba preocupada por el bienestar del alma de su hijo, José decidió compartir lo que el Señor le había enseñado acerca de la salvación de las personas, que como su hermano Alvin, habían muerto sin recibir el bautismo 19 .

José abrió la Biblia y leyó las palabras del apóstol Pablo a los corintios: “De otro modo, ¿qué harán los que se bautizan por los muertos, si en ninguna manera los muertos resucitan? ¿Por qué, pues, se bautizan por los muertos?” 20 . Él hizo ver que las palabras de Pablo eran una evidencia de que una persona viva podía bautizarse vicariamente por una persona fallecida, extendiendo los beneficios del bautismo a los que estaban muertos en cuerpo, pero sus espíritus seguían vivos.

José dijo que el plan de salvación de Dios estaba diseñado para salvar a todos los que estuvieran dispuestos a obedecer la ley de Dios, incluyendo las innumerables personas que habían muerto sin haber oído nunca acerca de Jesucristo ni de Sus enseñanzas 21 .

Poco después del sermón, Jane fue al río con un élder de la Iglesia y fue bautizada a favor de Cyrus. Esa noche, cuando José se enteró del bautismo, él preguntó cuáles fueron las palabras que el élder había usado en la ordenanza. Luego de repetírselas, José confirmó que el élder había efectuado el bautismo correctamente 22 .


John Bennet llegó a Nauvoo en septiembre de 1840, y José procuró su consejo en cuanto al manejo de las cuestiones legales y políticas de Nauvoo y de la Iglesia. John tenía casi la misma edad del Profeta, pero era más instruido. Era un hombre de baja estatura, pelo negro canoso, ojos oscuros y de delgado y atractivo rostro. Él aceptó gustosamente el bautismo 23 .

Lucy Smith estaba muy preocupada por la salud de su esposo como para prestar mucha atención al famoso que acababa de llegar. Al igual que el obispo Partridge, Joseph Smith, padre, había llegado muy enfermo de Misuri, y el clima veraniego de Nauvoo solo lo había debilitado aún más. Lucy esperaba que él se recuperaría finalmente, pero luego de vomitar sangre un día, ella temió que su muerte era inminente.

Cuando José y Hyrum supieron del empeoramiento de su padre, corrieron para estar a su lado 24 .

Lucy fue a avisar a todos los de la familia, mientras José permanecía con su padre. Él le contó a su padre acerca del bautismo por los muertos y las bendiciones que eso pondría al alcance de los hijos de Dios. Henchido de gozo, Joseph, padre, le suplicó que efectuara la ordenanza por Alvin.

Pronto volvió Lucy con la mayoría de sus hijos y se sentaron alrededor de la cama de su padre. Joseph, padre, deseaba dar una bendición de despedida a cada hijo mientras aún tuviera fuerzas para hablar. Al llegar el turno de José, Joseph, padre, colocó sus manos sobre la cabeza de su hijo:

—Sé fiel y serás bendecido, y tu familia será bendecida, y tus hijos después de ti —le dijo—. Y vivirás hasta completar tu obra.

—¡Oh, padre mío!, ¿será así?

—Sí — le respondió el padre—, vivirás hasta establecer el plan de toda la obra que Dios te ha encomendado hacer.

Cuando Joseph, padre, terminó de bendecir a sus hijos, se volvió hacia Lucy. —Madre —exclamó—, tú eres una de las mujeres más singulares del mundo.

Lucy protestó, pero su esposo continuó: “Los dos hemos deseado poder morir al mismo tiempo —le dijo—, pero no debes desear morir cuando yo muera, porque debes permanecer para consolar a los hijos cuando yo me haya marchado”.

Tras una pausa, Joseph, padre, exclamó: “Veo a Alvin”. Entonces, cruzó las manos y comenzó a respirar lentamente, hasta que sus respiraciones se hicieron más y más breves, y falleció apaciblemente 25 .


Pocas semanas después de la muerte de Joseph, padre, los santos se congregaron en Nauvoo para asistir a la Conferencia General de octubre de 1840. José les enseñó más acerca del bautismo por los muertos, y les explicó que los espíritus de los muertos estaban esperando que sus familiares vivos recibieran las ordenanzas de salvación en su nombre 26 .

Entre las sesiones de la conferencia, los santos corrían hasta el río Mississippi, donde había varios élderes, con el agua a la cintura, haciéndoles señas para que se bautizaran por sus abuelos, padres, madres, hermanos e hijos fallecidos. Poco después, Hyrum fue bautizado en favor de su hermano Alvin 27 .

Cuando Vilate Kimball vio a los élderes en el río, anheló ser bautizada por su madre, quien había fallecido hacía más de una década. Ella deseaba que Heber regresara de Inglaterra para efectuar la ordenanza, pero dado que José había instado a los santos a redimir a los muertos tan pronto como fuese posible, ella decidió bautizarse inmediatamente por su madre 28 .

Emma Smith también pensaba en su familia. Su padre, Isaac Hale, había fallecido en enero de 1839. Él nunca se reconcilió con ella ni con José. Unos años antes de fallecer, él incluso accedió a que los críticos de la Iglesia publicaran una carta que él había escrito condenando a José y diciendo que el Libro de Mormón era “una patraña llena de falsedad y maldad” 29 .

Aun así, Emma amaba a su padre y se bautizó en su nombre en el río 30 . Él no había aceptado el Evangelio restaurado en vida, mas ella esperaba que eso no sería así para siempre.


Ese otoño, José y John redactaron una Carta de leyes o constitución para Nauvoo. Se diseñó el documento para conceder a los santos tanta libertad como fuera posible para que ellos se gobernaran a sí mismos, y para protegerlos contra el tipo de injusticias que los habían atribulado en Misuri. Si la legislatura del estado aprobaba la Carta, los ciudadanos de Nauvoo podrían legislar sus propias leyes para la ciudad, operar tribunales locales, establecer una universidad y organizar una milicia 31 .

Los planes de José en cuanto a la Iglesia también seguían progresando bien. Anticipando la llegada de más y más santos que vendrían a congregarse, el Profeta organizó varias estacas en los nuevos asentamientos aledaños de Nauvoo. Él además llamó a Orson Hyde y a John Page a embarcarse en una misión a Palestina, donde habrían de dedicar Jerusalén para el recogimiento de los hijos de Abraham. Para llegar allí, los Apóstoles tendrían que atravesar toda Europa, lo que les daría oportunidades de predicar el Evangelio en muchas de sus ciudades 32 .

“Podemos esperar que pronto veremos a personas de cada país y nación acudiendo en masa a este lugar —proclamaba José con la Primera Presidencia—; personas de todos los idiomas y de cada lengua, y de cada color, que adorarán al Señor de los ejércitos en Su santo templo” 33 .

A principios de diciembre, John Bennet logró influir en la Legislatura del estado de Illinois para que aprobaran la Carta de Nauvoo, que concedía a los santos potestad para llevar a cabo sus planes para la ciudad. Cuando John regresó triunfante a Nauvoo, José lo felicitó en múltiples ocasiones 34 .

Algo más de un mes más tarde, el 19 de enero de 1841, el Señor bendijo a los santos con una nueva revelación. En ella, el Señor les aseguraba que había recibido a Edward Partridge y a Joseph Smith, padre, en Su seno, junto con David Patten, quien había sido muerto en la batalla del río Crooked. Hyrum Smith fue llamado a ocupar el lugar de su padre como patriarca de la Iglesia y fue nombrado para servir como profeta, vidente y revelador junto a José, para ocupar la función que una vez tuvo Oliver Cowdery en la Iglesia 35 .

Adicionalmente, el Señor mandó a John Bennet que continuara apoyando a José y siguiera hablando a los que no son de la Iglesia en favor de los santos; y le prometió bendiciones con la condición de efectuar obras de rectitud. “Y no fallará su recompensa, si acepta consejo —declaró el Señor—. He visto la obra que ha hecho, la cual acepto si continúa” 36 .

El Señor también aceptaba los esfuerzos que habían hecho los santos en el pasado para edificar Sion en el condado de Jackson, y les mandó ahora a edificar Nauvoo, establecer más estacas y construir un hotel llamado el Mesón de Nauvoo, donde los visitantes hallarían un lugar donde reposar y contemplar la palabra de Dios y la gloria de Sion 37 .

Pero lo más importante era que el Señor mandaba a los santos edificar un nuevo templo. “Edifíquese esta casa a mi nombre —declaró Él—, para que en ella pueda yo revelar mis ordenanzas a mi pueblo” 38 .

El bautismo por los muertos era una de esas ordenanzas. Hasta ese entonces, el Señor había permitido que los santos efectuaran los bautismos en el río Mississippi, pero ahora les mandaba no hacer más la ordenanza hasta que hubieran dedicado una pila bautismal especial en el templo. Él declaró: “Esta ordenanza pertenece a mi casa” 39 .

Otras ordenanzas del templo, así como nuevas verdades inspiradoras llegarían más tarde. “Me propongo revelar a mi iglesia cosas que han estado escondidas desde antes de la fundación del mundo, cosas que pertenecen a la dispensación del cumplimiento de los tiempos —prometió el Señor—. Y le mostraré a mi siervo José todas las cosas concernientes a esta casa, y su sacerdocio” 40 .

El Señor prometió bendecirlos por su diligencia y obediencia, e instó a los santos a trabajar con todas sus fuerzas en el templo. “Os mando construir una casa a mi nombre en este lugar, para que probéis ante mí que sois fieles en todas las cosas que os mando, para que yo os bendiga y os corone con honra, inmortalidad y vida eterna” 41 .

En los albores de ese nuevo año, el futuro lucía brillante para los santos. El 1 de febrero de 1841, eligieron a John Bennet como alcalde de Nauvoo, lo que lo convertía en el jefe de justicia del tribunal de la ciudad. Él llegó a ser, además, el canciller de la nueva universidad, el mayor general de la milicia y un Consejero Auxiliar de la Primera Presidencia 42 . José y otros líderes de la Iglesia tenían confianza en su capacidad para dirigir la ciudad y hacerla grande.

A medida que la autoridad y las responsabilidades de John se ampliaron, Emma no podía negar que él había ayudado inmensamente a los santos, mas ella no compartía el afecto que sentían los santos por él. Ella pensaba que John se paseaba por la ciudad como un pomposo general, y que cuando no estaba tratando de impresionar a José, él parecía solo estar preocupado de sí mismo y era desconsiderado con las personas.

A pesar de todos sus talentos y lo útil que era, había algo en John Bennet que le preocupaba a Emma 43 .