Los profetas de los últimos días nos hablan sobre la enseñanza del evangelio
David O. Mckay (1873–1970), Noveno Presidente de la Iglesia
“El líder o el maestro fracasan en la labor que se les ha asignado si dirigen el amor del miembro únicamente hacia la personalidad del líder o del maestro. Es el deber del líder, o el deber del maestro, enseñar al miembro a amar, no al líder ni al maestro, sino la verdad del Evangelio. Siempre, en todas partes, hallamos a Cristo sometiéndose a la voluntad de Su Padre; y eso mismo debieran hacer nuestros líderes y maestros en lo que a sus personalidades se refiere: entregarse totalmente a la verdad que Él desea que enseñen.
“Cuando la gente acudió a Jesús y le pidió pan, o sea, la verdad, Él jamás los alejó dándoles piedras; Él siempre tuvo la verdad para darles; la entendía; ésta irradiaba de Su ser. A fin de imprimir la verdad en los que le oían, sabía cómo emplear las ilustraciones, las cosas físicas que le rodeaban. En otras palabras, estaba inmerso en el tema y de ese modo podía transmitirlo a los que le oían. No siempre es lo que se dice, sino lo que se es, lo que influye en los niños, en los jóvenes o en las personas con las que usted se relaciona. ‘Lo que eres’, dijo [Ralph Waldo Emerson], en la opinión de algunos el más sabio de los norteamericanos, ‘truena tan fuerte en mis oídos que soy incapaz de oír lo que dices’ ” (en Conference Report, octubre de 1968, págs. 143–144).
Spencer W. Kimball (1895–1985), Décimosegundo Presidente de la Iglesia
“Nos dirigíamos al norte por una autopista de Oklahoma y me fijé en que el sol desaparecía entre las nubes. El cielo se tornaba cada vez más oscuro y amenazante. Dijimos: ‘Parece que va a haber tormenta’. A medida que la oscuridad aumentaba y el viento arreciaba, dijimos: ‘Será una tormenta muy fuerte’. Al estallar la tormenta con toda su ira infernal, dijimos: ‘La lluvia y el viento se han convertido en un torbellino furioso’.
“Vivimos en una época turbulenta; la primera plana de los periódicos muestra un mayor número de actos violentos y las revistas dedican sus páginas a la creciente amenaza…
“¿Se la puede detener? ¿Podemos cambiar el curso y recuperar la decencia y el orden en medio del caos? La respuesta es sí, un sí afirmativo y resonante; pero la solución no es sencilla…
“La vida hogareña, la enseñanza en el hogar, la guía de los padres [son] la solución de toda dolencia, la cura de toda enfermedad, el remedio de todo problema…
“Ah, mis hermanos y hermanas, hijos e hijas de Dios, miembros de la Iglesia de Cristo, pueblos de todas las afiliaciones religiosas, gente de todas las naciones: aferrémonos a este remedio universal, curemos nuestras heridas e inmunicemos a nuestros hijos contra el mal mediante el sencillo proceso de enseñarles y capacitarlos en el camino del Señor. ¡Todo padre y toda madre en Sión, y todo católico, protestante, judío y musulmán, así como cualquier otro padre, comparten la idéntica responsabilidad: enseñar a sus hijos a orar y caminar rectamente ante el Señor!” (en Conference Report, abril de 1965, págs. 60–65).
Howard W. Hunter (1907–1995), Décimocuarto Presidente de la Iglesia
“Permítanme tomar un momento para mencionar un pequeño incidente que se grabó en mi memoria cuando era niño…
“Era un día veraniego, temprano por la mañana; estaba yo parado cerca de la ventana y, protegido por las cortinas, podía ver afuera en el césped a dos pequeñas criaturas. Una de ellas era un pájaro grande y la otra un pajarillo que aparentemente acababa de salir del nido; vi al pájaro grande saltar por el césped, después de lo cual hizo ruido con las patas y ladeó la cabeza. Luego extrajo del césped una lombriz grande y gorda y regresó saltando. El pajarillo abrió el pico, pero el pájaro grande se tragó la lombriz.
“Entonces vi al pájaro volar hasta un árbol, donde picoteó la corteza del mismo por unos momentos y luego volvió con un gran insecto en el pico. El pajarito abrió el pico otra vez pero el pájaro grande se comió el insecto, causando esto un gran alboroto en forma de protesta.
“El pájaro grande se alejó y no lo volví a ver, pero seguí observando al pajarillo; después de un rato, éste saltó por el césped, hizo ruido con las patas, ladeó la cabeza y extrajo una lombriz de la tierra.
“Dios bendiga a las buenas personas que enseñan a nuestros hijos y a nuestra juventud” (“Un maestro”, Liahona, febrero de 1973, pág. 17).
Gordon B. Hinckley (1910–), Décimoquinto Presidente de la Iglesia
“Para todos los que poseen llamamientos de liderazgo, desde los numerosos grupos de maestros y misioneros, hasta los cabezas de familia, quisiera extenderles una súplica: En todo lo que hagan, alimenten el Espíritu —nutran el alma…
“Estoy convencido de que el mundo está hambriento de alimento espiritual. Amós profetizó en la antigüedad: ‘He aquí vienen días, dice Jehová el Señor, en los cuales enviaré hambre a la tierra, no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oír la palabra de Jehová.
“ ‘E irán errantes de mar a mar; desde el norte hasta el oriente discurrirán buscando palabra de Jehová, y no la hallarán.
“ ‘En aquel tiempo las doncellas hermosas y los jóvenes desmayarán de sed’ (Amós 8:11–13).
“Hay hambre en la tierra y una sed sincera: una gran hambre de la palabra del Señor y una insatisfecha sed por las cosas del Espíritu. Estoy convencido de que el mundo tiene hambre de alimento espiritual, y nosotros tenemos la obligación y la oportunidad de nutrir el alma” (en Conference Report, octubre de 1967, págs. 89–90).