“Verdades simples y llanas”: Los Hombres y las Mujeres Jóvenes ponen en práctica los seis principios
El presidente Gordon B. Hinckley se dirigió a los jóvenes y a los jóvenes adultos de la Iglesia en una charla fogonera especial celebrada el 12 de noviembre de 2000 (véase “El consejo y la oración de un profeta en beneficio de la juventud”, Liahona, abril de 2001, págs. 30–41). Su mensaje se centró en seis principios para ayudar a los jóvenes a tomar decisiones correctas y enfrentarse con éxito a los retos del mundo actual. Pedimos a los jóvenes que compartieran las experiencias que hubieran tenido al aplicar el consejo del presidente Hinckley, y las siguientes son algunas de las muchas respuestas recibidas.
Había sido una semana larga. Llegué tarde a la retransmisión de la charla fogonera, mientras aún me esforzaba por hacer a un lado los pensamientos de los exámenes, las asignaciones, el trabajo y los amigos. Esperaba que de algún modo las palabras del profeta pudieran borrar de mi mente todas esas preocupaciones y encontrar un lugar en mi corazón.
Cuánto esperaba recibir ayuda y oraba en silencio para recibirla a fin de centrarme en las palabras del profeta. Y mi oración recibió respuesta. Llegué a la charla fogonera con pensamientos confusos y turbios, pero salí con una perspectiva renovada sobre la vida y algunas verdades simples y llanas, una receta para la felicidad.
Sean agradecidos, sean inteligentes, sean limpios, sean verídicos, sean humildes y sean dedicados a la oración. ¡Qué frases tan sencillas y qué gran impacto pueden tener en mi vida!
Sé que este Evangelio tiene la verdad que hace falta en el resto del mundo; sé que el profeta me ama y me siento agradecida porque mi Padre Celestial y el Salvador nos aman lo suficiente para darnos guía individual y específica en nuestra vida mediante la oración y las palabras de nuestro profeta. Estas verdades son llanas, sencillas y verdaderas.
Lisa Ware, 19 años, Barrio Rochedale, Estaca Eight Mile Plains, Australia
Sean Agradecidos
“El hábito de decir gracias es la característica de un hombre o de una mujer educados… estén agradecidos a sus padres quienes se preocupan tanto por ustedes y quienes han trabajado tanto para sostenerles”. —Presidente Gordon B. Hinckley
Al terminar de leer el discurso del presidente Hinckley, tuve un extraño sentimiento de felicidad y de tristeza. Soy estudiante de secundaria y mis padres pagan todos mis gastos escolares. Yo creía que eso era algo que se esperaba de ellos. También pensé que se esperaba que me compraran ropa, alimentos y todo lo que necesitara; creía que ésa era la forma habitual de vivir. Casi nunca decía gracias, y si no recibía las cosas que quería, me enfadaba. Después de haber leído este discurso, me siento avergonzada. Me doy cuenta de cuán afortunada soy por tener lo que tengo. Creo que la palabra gracias es una palabra maravillosa.
Aya Chikano, 13 años, Barrio Kariya, Estaca Okazaki, Japón
“Den gracias al Señor por Su maravillosa Iglesia restaurada en esta grandiosa época de la historia. Denle las gracias por todo lo que la Iglesia les ofrece; denle las gracias por amigos y seres queridos, por padres y hermanos y hermanas, por la familia. Permitan que un espíritu de agradecimiento guíe y bendiga sus días y sus noches”. —Presidente Gordon B. Hinckley
Cuando era pequeño, solía acudir a mis padres y familiares a pedirles cosas; pero como era tan pequeño, no me daba cuenta de que debía decir “gracias”. No entendía el significado de la gratitud. Sin embargo, al crecer fui entendiéndolo poco a poco. Sucede lo mismo con nuestra actitud hacia Dios. Hay personas que oran a Dios y reciben respuestas apropiadas y bendiciones, pero a veces no mostramos gratitud. Si damos gracias a Dios con sinceridad, las bendiciones que recibamos serán ciertamente aún mayores.
Chiang Chien-Yen, 14 años, Barrio Tao Yuan 2, Estaca Tao Yuan, Taiwán
Sean Inteligentes
“Pertenecen a una Iglesia que enseña la importancia de la educación académica… [El Señor] desea que capaciten sus mentes y sus manos para que lleguen a ser una influencia para bien al seguir adelante con su vida. Y al hacerlo, al desempeñar sus tareas honorablemente y con excelencia, traerán honor a la Iglesia, ya que se les considerará hombres o mujeres de integridad, de habilidad y que hacen un trabajo de calidad”. —Presidente Gordon B. Hinckley
Después de oír el mensaje del presidente Hinckley, tomé muchas decisiones en cuanto al curso que debo tomar en la vida. Decidí que me esforzaría por obtener una mejor educación académica. Actualmente estoy estudiando en la universidad y en ocasiones me resulta difícil equilibrar las clases con el curso de instituto. A veces he desatendido el uno o el otro, pero ahora me doy cuenta de que el Señor desea que seamos inteligentes y que alcancemos nuestras metas, así que he decidido graduarme tanto del instituto como de la universidad.
Tomé apuntes durante la charla fogonera, pero el tener el texto íntegro del discurso en la revista Liahona me ha permitido repasar las palabras del presidente Hinckley, las cuales siguen teniendo una gran influencia en mí, como si acabara de oírlas. No importa dónde vivamos (en un pequeño país o en una nación grande), sé que si escuchamos la voz del profeta y seguimos su consejo, el Señor nos bendecirá y nos ayudará a ser mejores personas.
Jenny Elisa Jaimes Utani, 23 años, Barrio Job, Estaca Las Violetas, Lima, Perú
Sean Limpios
“[Las drogas ilícitas] les destruirán; ustedes se convertirán en sus esclavos… Mi consejo, mi súplica para ustedes maravillosos jóvenes y jovencitas, es que se mantengan completamente alejados de ellas… Consérvense limpios de estas adicciones que alteran la mente y crean hábito”. —Presidente Gordon B. Hinckley
Tengo dieciséis años y he tropezado con algunas tentaciones peligrosas. De no haber oído el discurso del presidente Hinckley, no habría sabido cómo reaccionar ante una de ellas.
Un día en la escuela, una amiga llamó a varias de nosotras para que nos acercáramos a ver algo. Cuando fuimos a ver lo que tenía, vimos que se trataba de una droga: marihuana. Me quedé pálida de miedo. Mi amiga me pidió que la probara, y sin pensarlo le grité: “¡Estás loca! No debieras tener eso. ¡Vámonos!”.
No me hizo caso y yo empecé a orar en silencio para tener el poder para conmover el corazón de cada una de mis amigas. Tomé el envoltorio y lo arrojé lejos. Al principio mis amigas estaban enojadas, pero yo no pude contener mi alivio y felicidad, así que aproveché para explicarles que la marihuana es algo malo.
Mientras hablábamos, recordé lo que dijo el presidente Hinckley sobre las drogas y repetí sus palabras a mis amigas. Sé que el Espíritu del Señor me estaba susurrando las palabras que había en mi corazón.
Daniela Brocca, 16 años, Barrio Jardim da Saúde, Estaca Parque Bristol, São Paulo Brasil
Sean Verídicos
“Ustedes, los que son miembros de esta Iglesia, deben ser leales a ella. Ésta es la Iglesia de ustedes… Han abrazado su Evangelio; han tomado sobre ustedes mismos un convenio en las aguas del bautismo, el cual han renovado cada vez que han participado de la Santa Cena… Anden con fe ante [Dios] con la cabeza en alto, orgullosos de ser miembros de esta gran causa y reino que Él ha restaurado en la tierra”. —Presidente Gordon B. Hinckley
Este mundo es peligroso y está lleno de tentaciones. Después de leer el discurso del presidente Hinckley, sentí más fuerte que nunca que debo obedecer las enseñanzas de la Iglesia. En este momento, para mí es especialmente importante “ser verídica”.
Cuando empezó el curso de este año, hice nuevas amistades y un día tuve la oportunidad de hablarles sobre el Evangelio. Recordé el video que vi en la Iglesia sobre los seis puntos del presidente Hinckley; mientras veía el video, me sentía llena de un espíritu de paz que me susurraba: “Puedes hablar de la Iglesia con confianza”, y cuando llegó la oportunidad, pude hacerlo. Me siento agradecida por esa oportunidad.
Cuando más tarde leí el discurso en la revista Liahona (en japonés), me fijé en la conocida frase “Sé sincero contigo mismo”. Cuando se hace necesario tomar ciertas decisiones importantes, estas palabras me guían por el camino correcto. Los demás puntos también son importantes, pero por encima de todo quiero ser sincera conmigo misma.
Sakura Kajihara, 15 años, Barrio Izumi, Estaca Sendai, Japón
Sean Humildes
“Creo que los mansos y los humildes son aquellos que son enseñables; están dispuestos a aprender; están dispuestos a escuchar los susurros de la voz quieta y apacible para recibir guía en sus vidas. Ellos consideran la sabiduría del Señor superior a la de ellos mismos”. —Presidente Gordon B. Hinckley
Hay muchas tentaciones que me rodean habitualmente y cada vez que se tornan insoportables, canto un himno en mi mente u ofrezco una oración sincera a mi Padre Celestial para que me ayude. Cuando lo hago, los malos pensamientos y las ideas se marchan. Sé que mi Padre Celestial me ama y en la medida en que yo sea humilde, Él escuchará mis oraciones y me ayudará a vencer las dificultades.
Siempre que logro cierto grado de éxito, puede resultar difícil evitar la arrogancia al creer que el éxito se debe a mis propios esfuerzos; mas siempre que pienso así, he descubierto que nada me sale bien. Sólo después me percato de que cualquier éxito que tengo no se debe a mis méritos sino a la ayuda de Dios. Gracias a estas experiencias y al recordatorio del presidente Hinckley, he aprendido que debemos ser humildes.
Hsu Wei-You, 16 años, Barrio Tao Yuan 2, Estaca Tao Yuan, Taiwán
Sean Dedicados a la Oración
“De modo que vivan a fin de que con una conciencia tranquila puedan hablar con el Señor… Lo milagroso de todo ello es que Él escucha; Él responde; Él contesta. No siempre lo hace como nos gustaría que lo hiciera, pero no tengo duda de que contesta”. —Presidente Gordon B. Hinckley
He descubierto que cuando me arrodillo para orar, recibo consuelo y siento el gran amor que mi Padre Celestial tiene por mí. Recientemente tuve una experiencia con la oración que me ayudó a saber con certeza que Él contesta nuestras oraciones.
Había sido un día muy difícil y cuando regresé a casa luego de salir de la escuela, me arrodillé de inmediato y le pedí a mi Padre Celestial que me ayudara a sentirme amada. Apenas acabé de decir “Amén”, mi hermana mayor entró en mi cuarto y me dijo que me amaba. Me llené del Espíritu y esa experiencia contribuyó grandemente a mi testimonio de la oración. Oro cada día y me esfuerzo por mantener una oración en el corazón.
Shannon Watson, 17 años, Barrio Highland 20, Estaca Highland Este, Utah