2008
Por designio divino
Abril de 2008


Por designio divino

Creemos que la institución de la familia es ordenada por Dios. En la guía profética, “La Familia: Una proclamación para el mundo”, se declara la forma en que percibimos a la familia.

“Con tanta sofistería que se hace pasar como verdad, con tanto engaño en cuanto a las normas y los valores, con tanta tentación de seguir los consejos del mundo, hemos sentido la necesidad de amonestar y advertir sobre todo ello. A fin de hacerlo, nosotros, la Primera Presidencia y el Consejo de los Doce Apóstoles, presentamos una proclamación a la Iglesia y al mundo como una declaración y confirmación de las normas, doctrinas y prácticas relativas a la familia que los profetas, videntes y reveladores de esta Iglesia han repetido a través de la historia”1.

Con esas palabras, el presidente Gordon B. Hinckley (1910–2008) presentó el documento “La Familia: Una proclamación para el mundo”2 en la reunión general de la Sociedad de Socorro que se llevó a cabo el 23 de septiembre de 1995, en Salt Lake City, Utah.

“Recomendamos a todos que lean con cuidado y con espíritu de oración esta proclamación. La fortaleza de toda nación radica en las paredes de sus hogares. Instamos a nuestros miembros, en todo lugar, a fortalecer a su familia de acuerdo con estos valores que a través de los años han sido probados”3.

A continuación, hay fotografías e ilustraciones de asiáticos, cuya cultura se reconoce por su “intensa y devota relación familiar” que abarca “el respeto por los mayores y altas normas de conducta para los niños”4. Estas imágenes son representativas de los Santos de los Últimos Días de todo el mundo e ilustran algunas enseñanzas importantes que se encuentran en la proclamación sobre la familia.

Notas

  1. “Permanezcan firmes frente a las acechanzas del mundo”, Liahona, enero de 1996, pág. 113.

  2. Liahona, enero de 1996, pág. 117.

  3. Liahona, enero de 1996, pág. 117.

  4. “The Asians at Berkeley”, Wall Street Journal, 30 de mayo de 1995, pág. A14, citado en Liahona, enero de 1996, pág. 115.