Una misión permite cambiar vidas, pero ahí no termina el deseo de servir
Cuando Ron Harvey y su esposa Rose se casaron en 1950, no se imaginaron que pasarían 16 años de su matrimonio sirviendo como misioneros de tiempo completo.
“Ni siquiera lo había soñado”, dice la hermana Harvey.
Desde 1992, esta pareja canadiense ha servido en nueve misiones de la Iglesia y predicado por los Estados Unidos, Canadá y las Islas del Pacífico.
Sus experiencias han sido edificantes. “Se regresa con un elevado nivel espiritual”, comenta la hermana Harvey. No obstante, el cambio de corazón que han experimentado no está reservado para los que sirven durante dieciséis años. “No es necesario servir en nueve misiones. Después de la primera, regresamos siendo ya personas diferentes”.
El hermano y la hermana Harvey han tenido éxito, han crecido en el Evangelio, han sobrellevado pruebas y superado sentimientos de insuficiencia. Actualmente, disfrutan de una relación más estrecha que nunca y no dudan en afirmar la fortaleza que han desarrollado y las bendiciones que el Señor les ha otorgado a ellos y a su familia.
Llamados a servir, una vez tras otra
La primera misión de los hermanos Harvey en la Misión de Minnesota Minneapolis en 1992 fue una experiencia maravillosa, en especial para la hermana Harvey, que había estado deseando servir en una misión de tiempo completo desde el momento en que sus hijos comenzaron a prepararse para servir en una misión. Ella y su esposo hallaron gozo en la obra de reactivación de miembros y al ver la organización de una rama.
Más adelante, este matrimonio sirvió en otra misión de proselitismo en la Misión de Dakota del Sur Rapid City, seguida de una misión de historia familiar en la Biblioteca de Historia Familiar de Salt Lake City y en el Utah Correctional Institute (prisión de Utah). Esta última conllevó desafíos singulares, y los hermanos Harvey experimentaron gran compasión por sus hermanos y hermanas encarcelados.
Después sirvieron en otra misión de proselitismo en la Misión de Canadá Vancouver, seguida de dos misiones de servicio humanitario en Samoa Americana y en Sacramento, California, Estados Unidos. Poco después se les llamó a servir en otra misión de historia familiar, esta vez en la Misión de Canadá Calgary.
Tras el año y medio que pasaron en Calgary, en estos momentos se encuentran sirviendo en otra misión de historia familiar dentro de los límites de la Misión de Calgary: en Golden, British Columbia, y Cardston, Alberta.
Desafíos comunes
Los años de servicio de los hermanos Harvey no han estado exentos de desafíos. Tuvieron que superar los mismos obstáculos de todo futuro misionero, como cuestiones económicas, miedo, encontrar las oportunidades adecuadas y preocupaciones familiares.
Cuestiones económicas: Los hermanos Harvey pudieron servir gracias a su disposición a vivir de manera sencilla y frugal. Simplificaron sus finanzas prescindiendo de gastos y facturas innecesarios e hicieron los arreglos convenientes para que las pensiones de jubilación y del gobierno se ingresaran automáticamente en su cuenta. Aunque no les sobraba el dinero, siempre tenían lo suficiente. “Nunca teníamos demasiado dinero, pero lo que sí teníamos era mucha fe”, explica la hermana Harvey.
Miedo: En su diario (ambos escribían en su diario desde su primera misión en Minneapolis), el hermano Harvey escribió que se sentía incapaz de predicar la palabra, y la hermana Harvey compartía a veces ese sentimiento. Su preocupación era la siguiente: “¿Sé lo suficiente?”, explica la hermana. “No teníamos estudios… pero ahí estábamos frente al mundo, intentando convertir a las personas… Representar al Señor es una enorme responsabilidad”. Mediante sus experiencias, han comprobado que el Señor cuida a los que le sirven.
Encontrar las oportunidades adecuadas: Para toda aptitud o talento que tenga una pareja, existe una oportunidad de servicio adecuada. Se aconseja a los matrimonios que tomen en cuenta sus talentos y aptitudes así como su salud y situación financiera al hablar con el obispo o presidente de rama. Los hermanos Harvey han desempeñado responsabilidades tan variadas como los lugares en los que han vivido. Les complacía servir dondequiera que el Señor les llamara, ya fuera como misioneros de servicio humanitario, de historia familiar o de proselitismo.
Familia: Una de las mayores inquietudes de los misioneros mayores es la de alejarse de su familia. Para los hermanos Harvey, su familia consiste en 7 hijos, 39 nietos y 25 bisnietos. Dejarles durante varios años ha sido difícil, pero ahora se sienten más cerca de sus descendientes que antes de marcharse. “Me es difícil expresar el amor que se desarrolló entre nosotros… Si creen que no pueden marcharse por motivo de sus hijos, están pensando las cosas al revés”, dice la hermana Harvey.
A lo largo de todo ello, los hermanos Harvey han tenido presente que se encuentran al servicio del Señor. “Es Su obra y Su gloria. Hay que tener fe en que esto es cierto”, dice.
Establecer un legado de fe
El servicio que han prestado los hermanos Harvey va mucho más allá del plano de la misión. Ha aportado bendiciones a su posteridad que nunca habrían podido imaginarse. “Estamos atónitos en vista de lo que ha representado para nuestros hijos”, dice la hermana Harvey.
Todos sus descendientes coinciden en que el ejemplo de los hermanos Harvey ha surtido un gran efecto en su vida. “Cuando los nietos y las nietas van a servir al campo misional, piensan en cómo dedican su corazón, alma, mente y fuerza la abuelita y el abuelito a su avanzada edad, y esto les motiva a dar lo mejor de sí mismos a su vez”, dice Teri Kearl, una de las hijas del matrimonio Harvey.
El observar la influencia positiva que surtieron en su familia durante su primera y segunda misión motivó a los hermanos Harvey a seguir sirviendo.
“En cierto sentido, cuando salimos a prestar servicio ya siendo abuelos, también prestamos servicio de muchas maneras a nuestra propia familia”, dice la hermana Harvey.
Nicole Kearl, su nieta, que presta servicio en la Misión de Idaho Pocatello, escribió hace poco lo siguiente acerca de sus abuelos: “El ver su devoción al Señor ha aumentado mi deseo de servir al Señor. Estoy convencida de que mi deseo de servir en una misión se debe en parte a su gran ejemplo”.
Acercarse el uno al otro y al Señor
Los hermanos Harvey se han acercado a sus hijos y nietos mediante su servicio, pero también se han acercado más el uno al otro. La hermana Harvey describió su programa de estudio diario de las Escrituras como “la mayor bendición que haya podido recibir”.
El hermano Harvey añadió que se siente mucho más cerca de su esposa gracias a todo este tiempo de servicio. “Sus sentimientos son los míos. Cuando llora, yo también lloro. Cuando ríe, yo también río”, dijo.
Su relación con el Señor también se ha fortalecido a medida que buscan su consuelo y guía. “Al salir a la misión, uno está solo”, dice la hermana Harvey. “Se confía en el Salvador como nunca antes”.
El matrimonio Harvey comprobó que el Señor les cuidaba en la medida en que estuviesen dispuestos a escuchar los susurros del Espíritu.
“Es como si el Señor abriera puertas… más rápido de lo que podemos cruzarlas”, dice la hermana Harvey. “No se requiere más que el deseo y un corazón bien dispuesto”.