Relatos de Jesús
El Padre Celestial y Jehová crearon el mundo
“Haya luz”, dijo Jehová*. De pronto, la luz brillante estalló en la oscuridad del espacio. El Padre Celestial y Jehová vieron que la luz era buena y llamaron a la luz día y a la oscuridad noche; había comenzado un mundo nuevo.
El Padre Celestial dirigió a Jehová al crear la tierra; juntos planearon detenidamente para que hubiese alimento, agua, animales y todo lo que necesitaríamos en nuestro hogar terrenal.
Jehová usó el poder del sacerdocio para organizar los elementos; todas las cosas obedecían Su mandato. Él creó un planeta con rocas, tierra y agua; Él juntó las aguas para formar los mares y los océanos.
Cuando dijo: “Aparezca lo seco”, se levantaron montañas, colinas y valles al lado de los mares. Encima de la tierra y del agua, creó el cielo y las nubes.
La tierra entera se convirtió en el jardín de Dios; en el suelo se colocaron semillas para que llegaran a ser árboles con jugosas naranjas, arbustos con fruto para que los pajarillos comiesen, y pasto para cubrir las praderas de la montaña.
Jehová creó el sol para que brillara todo el día y las plantas crecieran; Él creó la luna y las estrellas para que brillaran por la noche; Él hizo que la tierra girara en su propia órbita para que hubiese días, estaciones y años.
Él creó toda criatura que nada, y llenó los cielos con todo pájaro que vuela. Las ballenas salpicaban; las medusas se meneaban; los patos chapoteaban y los pelícanos aleteaban.
Jehová creó a los canguros que en sus bolsas mantienen a sus crías mientras éstos brincan, y a los monos que de la cola se balancean en los árboles. Todo insecto que se mueve, toda lagartija que se arrastra, toda criatura que ruge, que galopa o gruñe, Jehová los hizo a todos. Cada uno fue creado para que tuviera bebés que fueran como sus padres. Por fin la tierra estaba preparada para que fuese el hogar de los hijos de nuestro Padre Celestial.
Adán y Eva fueron los primeros hijos de nuestro Padre Celestial, procreados en espíritu, que vinieron a la tierra a recibir un cuerpo. El Padre Celestial los bendijo como esposo y esposa, y Jehová vio que todo lo que había creado era muy bueno.
El Padre Celestial les dijo a Adán y a Eva “Fructificad y multiplicaos”, a fin de que sus hijos y los hijos de sus hijos llenaran toda la tierra.
Cada nuevo bebé que nace recibe un cuerpo físico de sus padres terrenales y es un hijo de nuestro Padre Celestial, procreado como espíritu; y toda criatura que viene a la tierra es bendecida por medio del hermoso mundo que crearon nuestro Padre Celestial y Jehová.