Demos a Diosla oportunidad de bendecirnos
¿Cómo es que un distrito de Argentina, donde sólo hay unas pocas ramas, tiene 17 matrimonios efectuados en el templo en menos de cuatro años? Los líderes dicen que la respuesta es simple: la obediencia.
Cuando Gisela Silva, de 21 años, se mudó con su familia de Mendoza, Argentina, a la ciudad que se encuentra más al sur del país, Ushuaia, se preguntaba si había dejado atrás la posibilidad de casarse en el templo. Después de todo, Mendoza tiene varias estacas con muchos barrios de Santos de los Últimos Días, mientras que Ushuaia, ubicada en la isla de Tierra del Fuego, sólo tiene unos 600 miembros que asisten a tres ramas pequeñas.
“Mis padres se habían casado en el templo y querían que yo tuviera esa bendición: la de casarme con un miembro fiel de la Iglesia, alguien con quien pudiera formar una familia eterna”, recuerda. “Pero cuando llegué a Ushuaia, había tan pocos jóvenes adultos aquí que empecé a preguntarme si eso llegaría a suceder”.
Lucas Romano tenía las mismas dudas que Gisela. Mientras estaba en la misión en Uruguay, su familia se mudó a Ushuaia. Cuando se unió a ellos después de terminar su misión, en seguida se dio cuenta de que había más jóvenes adultos solteros varones que mujeres. Sin embrago, estaba resuelto a obedecer el consejo de los líderes locales de salir sólo con jovencitas miembros de la Iglesia.
Ese consejo fue más fácil de seguir después de que conoció a Gisela en la Iglesia y ella se inscribió en las clases de inglés en la escuela donde él enseña. Comenzó a acompañarla a casa después de la escuela y pronto comenzaron a salir. A medida que ambos oraron en forma individual en cuanto a la relación que se iba afianzando, ellos dicen que la confirmación vino “línea por línea, precepto por precepto” (2 Nefi 28:30; D. y C. 98:12).
En abril de 2005, Lucas y Gisela se casaron en una ceremonia civil, como lo requiere la ley de Argentina, y después se sellaron en el Templo de Buenos Aires, Argentina. Su sellamiento fue importante para los miembros jóvenes de Ushuaia: fue el primero de los 17 matrimonios efectuados en el templo en menos de cuatro años.
Un gran logro
¿Cómo es que un distrito, donde sólo hay unas pocas ramas, tiene tantos matrimonios efectuados en el templo en tan poco tiempo? La respuesta, según los líderes locales, es simple: la obediencia.
“Éste es un gran logro”, dice Marcelino Tossen, ex presidente del distrito Ushuaia. “Estos jóvenes están sentando un gran ejemplo para los miembros de la Iglesia. Una de las cualidades que tienen es que obedecen al Señor, a los profetas y a sus líderes locales, y siguen los susurros del Espíritu. Esa cualidad une a los jóvenes aquí en el distrito Ushuaia”.
Sin embargo, el presidente Tossen admite que los líderes locales “tuvieron que realizar un gran esfuerzo en todo el distrito por un tiempo” antes de que sus enseñanzas y consejos acerca de la importancia del matrimonio en el templo dieran fruto.
Roberto Ignacio Silva, presidente del Distrito Ushuaia, dice que lo que le llamó la atención cuando se mudó a Ushuaia con su familia en 2004 fue la cantidad de ex misioneros y mujeres jóvenes adultas que no estaban casados. Su hija Gisela pasó a ser parte de ese grupo. Dijo que los jóvenes adultos tenían la meta de casarse en el templo, pero que necesitaban un poco de aliento y dirección.
“Les dije que si queremos un compañero eterno, no tenemos que buscar a alguien que sea perfecto”, menciona el presidente Silva; “pero debemos orar y pedir a Dios que nos ayude, y tenemos que permanecer fieles en la Iglesia”.
Además de aumentar las actividades de los jóvenes adultos solteros, incluso las charlas fogoneras y las actividades combinadas con los jóvenes adultos solteros de Río Gallegos y de otras ciudades más al norte, los líderes hicieron hincapié en la importancia de orar, de ser fieles y de ser dignos. También alentaron a los jóvenes adultos de Ushuaia a que tuvieran suficiente fe para superar sus temores.
No teníamos nada
“Una gran preocupación que los jóvenes tienen aquí es cómo poder casarse si no tienen casi nada”, dice el presidente Silva. “Los hemos ayudado a entender que no tenemos que tener todas las cosas antes de casarnos”.
Ruth Rodríguez conoció a Emanuel Silva cuando, en febrero de 2006, se les pidió a los dos que organizaran una actividad de distrito combinada para jóvenes adultos solteros en Río Gallegos, a más de 320 km. hacia el norte. El amigo que les pidió que trabajaran juntos esperaba que se sintieran atraídos el uno al otro. “Dio resultado”, recuerda Emanuel, que hacía dos años había regresado de prestar servicio en la Misión Arizona Tucson.
Cuando él y Ruth se casaron seis meses después, su preparación espiritual y temporal los ayudó a superar sus temores en cuanto al futuro.
“Sentí el amor de mi Padre Celestial y que Él quería que estableciera una familia”, dice Emanuel en cuanto a las respuestas a sus oraciones. “Una vez que me fijé la meta, Él me mostró el camino y me ayudó a encontrar una esposa”.
Ruth agrega que las metas que establecieron como pareja, incluso la de trabajar mucho a fin de ahorrar dinero para su viaje al templo, los ayudaron a seguir adelante. “A veces había cosas que queríamos comprar”, cuenta; “pero dijimos: ‘No, tenemos que ahorrar para ir al templo’”.
El costo del vuelo de ida y vuelta al Templo de Buenos Aires, Argentina, en 2006, agotó todos sus ahorros. “Después de eso no teníamos nada”, dice Emanuel, haciéndose eco de una frase muy común entre los recién casados. Hoy en día, él y Ruth se ríen al recordarlo y se sienten agradecidos de que su fe les permitió tener la “hermosa experiencia” de ser sellados en el templo, una experiencia que aún significa todo para ellos.
“Se pueden tener muchos temores cuando se considera el matrimonio”, expresa Ruth. “¿Cómo haremos en cuanto a las cosas que no tenemos? ¿Qué será de nuestra situación económica? ¿Cómo criaremos a los hijos? Pero si somos obedientes a la palabra del Señor, vamos al templo y establecemos una familia, no tenemos que preocuparnos. El Señor nos bendecirá de maneras que ni imaginamos”.
No se puede planear todo
Cuando Ezequiel Agustín Frau perdió el trabajo a principios de 2006, ya hacía casi dos años que había regresado de su misión a Colombia. Todavía estaba soltero, pero sentía que su futura esposa no se encontraba en Ushuaia. Decidió ir al templo en busca de guía.
“Quería estar más en contacto con el Espíritu Santo, saber cuál era la voluntad del Señor para mí y buscar inspiración”, comenta. “El templo me ayudó a encontrarla”.
Al llegar a Buenos Aires después de un viaje de 3.200 km durante tres días en autobús, se hospedó con unos amigos y después con un pariente mientras asistía al templo. Varias semanas más tarde, a Ezequiel se le estaba acabando el dinero y estaba considerando regresar a Ushuaia. No obstante, un obispo local le encontró trabajo y decidió quedarse.
Al poco tiempo, en una actividad de la Iglesia, Ezequiel conoció a una joven llamada Marina Mas. Les fue fácil entablar conversación y en seguida él se sintió cómodo en compañía de ella. Cuando volvió a ver a Marina en una actividad de jóvenes adultos solteros, ella dijo algo que lo dejó impresionado.
“Deberíamos vivir a la altura de la clase de persona con la que nos gustaría casarnos”, recuerda Ezequiel que Marina dijo al hablar sobre las metas.
Por su parte, Marina había estado orando para encontrar un compañero digno. Conocía a muchos jóvenes, pero la espiritualidad de Ezequiel la impresionó de inmediato.
Un amigo de ambos ayudó a Ezequiel a encontrar un lugar donde vivir que estuviera más cerca de su trabajo en vez de a tres horas de distancia de donde se estaba hospedando. Resultó que su nuevo apartamento, en una ciudad de trece millones de personas, estaba sólo a dos cuadras de la casa de Marina.
“No había planeado vivir a dos cuadras de su casa”, dice. “Ni siquiera sabía dónde vivía ella”.
El vivir cerca le dio a Ezequiel muchas oportunidades de ver a Marina, y la familia de ella lo acogió muy bien. La confluencia de los acontecimientos fue una respuesta a sus oraciones.
La pareja comenzó su noviazgo y pronto comenzaron a planear su futuro. Después de casarse en el templo en el otoño de 2006, se mudaron a Ushuaia.
“No siempre podemos comprender el plan que tiene nuestro Padre Celestial, y no podemos planear todo”, dice Ezequiel, “pero podemos ser obedientes y darle a Él la oportunidad de bendecirnos”.
Es hermoso tener una familia
El presidente Tossen dice que una de las más grandes bendiciones que el matrimonio en el templo ha traído a Ushuaia es que “se acerca el día en que los hijos del convenio dirigirán la Iglesia. El Evangelio se esparcirá como resultado de ello y el Señor bendecirá a la Iglesia”, así como bendice a las fieles parejas que se casan en el templo.
“Cuando era pequeña y nuestros líderes nos hablaban del matrimonio, todas las historias eran felices”, dice Ruth Silva. Ella se da cuenta de que para ser “felices para siempre” se requiere esfuerzo, “pero siento que esas historias eran verdaderas. La bendición más grande de estar sellada en el templo es la felicidad que siento al saber que estamos unidos como familia eterna”.
El ejemplo de ella ayudó a su padre a entrar a las aguas del bautismo en 2008 y luego llevar a su familia al templo, donde se sellaron un año después.
“La bendición que más disfruto, además de criar a mis hijos en el Evangelio, es la alegría y la paz que siento en mi corazón al saber que he cumplido con la ordenanza salvadora del matrimonio eterno”, agrega Lucas Romano. “El estar con mi esposa y mis hijos renueva ese sentimiento de felicidad. Al igual que una bola de nieve que va rodando, esa felicidad crece constantemente. Cada día estoy más agradecido al Señor por haberme casado y comenzado una familia”.
Marina Frau agrega: “Es algo hermoso tener una familia. A veces puede ser difícil porque hay mucho que aprender, pero es hermoso”.