Sección especial sobre Mi Deber a Dios
Una meta más importante
Invitar a otras personas a las actividades de la Iglesia es una manera excelente de ayudar a cumplir con nuestro deber del sacerdocio de “invitar a todos a venir a Cristo” (D. y C. 20:59).
Nuestra estaca, la Estaca San Cristóbal, Venezuela, decidió organizar un torneo de fútbol para los jóvenes del Sacerdocio Aarónico. Esa actividad tuvo más de un propósito, entre ellos establecer amistades y fortalecer los diferentes quórumes del sacerdocio.
Los líderes de la estaca dijeron que sólo a los hombres jóvenes de cada barrio o rama se les permitía participar y que éstos debían animar a los miembros nuevos y a los miembros menos activos a asistir para que tuvieran equipos completos en cada grupo de edades. En nuestro barrio, el Barrio Táriba, sólo había dos diáconos, un maestro y unos pocos presbíteros.
La formación de un equipo
Mi hijo José Francisco, a quien cariñosamente llamamos “Junior”, estaba en el quórum de diáconos, con su buen amigo Oscar Alejandro. Era obvio que no había suficientes chicos para participar en el torneo de fútbol, así que trabajaron con los misioneros y líderes del barrio para encontrar a todos los jóvenes menos activos. Pasaron un tiempo todas las semanas buscando a esos jóvenes, animándolos y ganando su confianza. Debido a los esfuerzos de ese par de chicos de 12 años, lograron tener suficientes jóvenes para un equipo. ¡Uno de los milagros que resultó de sus esfuerzos fue que nuestro barrio consiguió tener más jóvenes activos!
Durante la semana, pasaban a buscar a sus nuevos amigos y luego practicaban en un terreno de la comunidad. Fue mucho trabajo y siempre estaban cansados. Tenían poca dirección técnica o estrategia, pero los jóvenes no permitieron que eso los detuviera. Estaban contentos con lo que hacían.
El comienzo del torneo
Finalmente llegó el primer día de la competencia. Nuestro valiente equipo de diáconos llegó al centro de estaca; no tenían muchos seguidores para animarlos, ni un entrenador para ayudarlos ni tampoco tenían uniformes, como la mayoría de los otros equipos; pero jugaron con entusiasmo, unidad y amor.
El primer partido fue una derrota total, pero no se dieron por vencidos; toda la estaca empezó a animarlos, diciendo que los chicos del Barrio Táriba eran muy buenos ejemplos.
Junior era el portero; defendió la portería con tal fervor que los balones que bloqueaba le dejaban marcas en las manos. Esa noche en casa, me dijo que las manos le dolían mucho y que necesitaba unos guantes. Sacamos nuestros ahorros para comprarle un par de guantes, pero los guantes costaban más de lo que podíamos pagar, así que tuvimos que comprar unos de tela para jardinería. Los aceptó con mucha gratitud.
No sé de dónde sacó su equipo la motivación para seguir adelante; ocupaban el último lugar en la clasificación, pero siguieron jugando.
Finalmente llegó el momento de las rondas eliminatorias. Debido a la escasez de diáconos en la estaca, ese valiente grupo logró jugar en la final, pero jugó contra un equipo de mucha experiencia cuyo entrenador era muy buen jugador y había pasado mucho tiempo trabajando con su equipo. Era el mejor equipo; tenían uniformes todos iguales y exhibían la disciplina que provenía de mucho entrenamiento. Su entrenador probablemente sentía confianza de que ganarían el partido porque el equipo de mi hijo no era muy bueno.
Mi marido acababa de regresar de un viaje, de modo que decidió ayudar a los diáconos. Los animó, les dio algunos consejos y, sorprendentemente, ganaron. De ese modo pudieron enfrentarse al otro equipo de la estaca y, ¡nuestros jóvenes volvieron a ganar!
Cuando acabó el partido, todos aplaudieron. El público no podía creer que esos jóvenes hubieran conseguido el primer lugar en la categoría de diáconos y el tercero de entre todo el Sacerdocio Aarónico de la estaca.
El cumplimiento de sus objetivos
Esa experiencia nos enseñó en cuanto a principios y verdades eternas que nos ayudarían en esta vida. Los jóvenes de la estaca fueron ejemplos de amor, activación, perseverancia, entusiasmo y trabajo en equipo. Demostraron cuál era el verdadero objetivo de la actividad; edificaron lazos de amistad con los demás.