Sección especial en cuanto al Progreso Personal
El Progreso Personal de nuestra familia
El Progreso Personal ayudó a dos mujeres jóvenes en Kiev, Ucrania, a hacer cambios positivos en su vida y en la de sus familias.
“Algunas veces una persona puede cambiar todo lo que la rodea. Si comienzas contigo misma, si tienes valor para comenzar contigo misma, entonces todo lo que te rodea con el tiempo se pondrá en orden”, dice Katya Kalashnikova, de Kiev, Ucrania.
Por medio de la fe y del Progreso Personal, Katya Kalashnikova e Ivanna Rubanchiuk, del Barrio Voskresens’kyi, pudieron adquirir ese valor, lo cual les dio la oportunidad de fortalecer a sus familias y de prepararse para entrar en el templo.
Hacer un cambio
Tanto la familia de Katya como la de Ivanna se unieron a la Iglesia al poco tiempo de que se organizara la Misión Ucrania Kiev en 1992. No obstante, las familias de ambas se inactivaron antes de que las jovencitas tuviesen la edad para bautizarse.
La familia de Ivanna se mudó a una casa cerca de una capilla Santo de los Últimos Días cuando ella tenía 13 años. Cuando ella y su mamá pasaban frente a la capilla, su madre recordaba lo bueno que la Iglesia había traído a su vida. Alentó a Ivanna a que fuera a la Iglesia. “Mi madre sabía que en la Iglesia sólo me enseñarían cosas buenas en comparación con lo que enseña el mundo”, dice Ivanna. Comenzó a asistir a la Iglesia, a actividades y a recibir lecciones con los misioneros, y cuando ellos le preguntaron si se bautizaría, accedió.
La historia de Katya
A los 15 años, Katya regresaba de un viaje con un grupo de jóvenes de la comunidad. Se sorprendió cuando su padre le dijo que había invitado a los misioneros para que le enseñaran; su padre puso bien en claro que si bien ella podía escuchar, él no estaba interesado.
Katya concertó una hora para reunirse con los misioneros. “Mientras los escuchaba, sentí que ése era el camino a seguir. Recordé los sentimientos que tenía cuando de pequeña iba a la Iglesia y después de un tiempo decidí bautizarme”, cuenta.
Progresar en forma personal
Las dos jovencitas tuvieron que hacer cambios para ser miembros de la Iglesia y el programa Progreso Personal las ayudó a realizar la transición. “Todavía era joven y tenía mis propias costumbres, incluso tuve que cambiar mi manera de vestir”, recuerda Katya. “El Progreso Personal me ayudó a cambiar poco a poco; me dio poder para ser una hija de Dios, no sólo en la Iglesia, sino todos los días”.
Por medio del Progreso Personal, Ivanna y Katya pudieron establecer hábitos que las fortalecerían espiritualmente, como la oración, el estudio de las Escrituras y el mirar cosas apropiadas en los medios de comunicación. También aprendieron a dar lecciones y a prestar servicio a los demás. En general, las ayudó a acercarse a Dios y a ser mejores ejemplos para sus familias.
“El Progreso Personal me ayudó. Cada asignación que completaba me ayudaba a crecer, me daba más conocimiento y valor”, dice Ivanna. “Eso era especialmente bueno para mí porque la mayoría de los miembros de mi familia no son miembros activos de la Iglesia”.
Guiar por medio del ejemplo
Los cambios que hizo Ivanna por medio del Progreso Personal la ayudaron a ser un ejemplo para su familia. “Durante todo este tiempo mis padres han visto cómo he cambiado. Están muy contentos de que vaya a la Iglesia”, cuenta Ivanna. Ella asistió sola a la Iglesia y a las actividades hasta que un día su madre decidió acompañarla a la reunión sacramental. Ahora van a la Iglesia juntas.
El ejemplo de Katya también influyó en la vida de su familia. Poco después de que Katya se uniese a la Iglesia, su madre comenzó a acompañarla y luego también su papá. Las familias de estas dos mujeres jóvenes notaron la diferencia que el Progreso Personal y la actividad en la Iglesia causó en la vida de Katya y de Ivanna. Vieron lo felices que eran y querían ser parte de esa felicidad.
Entrar a la Casa del Señor
La felicidad de Katya y su familia siguió aumentando. Al participar en el Progreso Personal, Katya notó que se hacía hincapié en la importancia del templo. “Hay una sección entera dedicada a ir al templo, y yo realmente quería ir, pero mis padres no estaban listos”, recuerda.
Sin embargo, Katya pudo asistir al templo con su clase de seminario. Ella recuerda: “Hice la obra del templo por primera vez; estaba muy feliz y quería volver. Realmente quería que mi familia fuera al templo y se sellara por la eternidad”.
La familia de Katya se preparó y finalmente sintieron que estaban listos para ir al templo. Dos años después de su primera visita al templo, Katya regresó, esta vez con su familia. “Comprendí que en verdad es un lugar donde las familias pueden llegar a ser eternas”, dice Katya. Se sellaron en el Templo de Freiberg, Alemania.
Fe constante
Katya e Ivanna están agradecidas por la Iglesia y las dos se han beneficiado con lo que ella ofrece, en especial el Progreso Personal. “Mi testimonio del programa el Progreso Personal es que nos fortalece y nos ayuda a perfeccionarnos en todos los aspectos de la vida”, explica Katya.
Ivanna siente que las Mujeres Jóvenes y las organizaciones de la Iglesia la han ayudado a prepararse para ser misionera y tiene una actitud positiva hacia la obra misional. Ella dice: “No se desanimen; sean siempre un ejemplo de cómo la Iglesia cambia vidas. En la Iglesia somos felices y todas las personas quieren ser felices. Si consideramos a las personas y les mostramos esa felicidad, entonces seguirán nuestro ejemplo. Siempre podemos, con pasos pequeños, ayudar a esas personas, prestarles servicio y, en algún momento maravilloso, ellas estarán listas”.