2013
Estudiar juntos los discursos de la conferencia
Abril de 2013


Cuaderno de la conferencia de abril

Estudiar juntos los discursos de la conferencia

Greg Batty vive en Utah, EE. UU.

El cambiar la manera en que estudiábamos los discursos de la conferencia mejoró considerablemente las conversaciones que teníamos sobre el Evangelio como familia.

Durante años nos ha gustado leer el ejemplar de la conferencia en familia, un artículo a la vez. Cuando empezamos a hacerlo, simplemente nos reuníamos alrededor de la mesa y nos turnábamos para leer un párrafo en voz alta; sin embargo, nos dimos cuenta de que leíamos sólo para terminarlo, sin detenernos a asimilar el mensaje.

A fin de sacar más provecho de lo que leíamos, mi esposa y yo compramos un ejemplar del número de la conferencia para cada miembro de la familia e hicimos un plan para saber cuántos discursos tendríamos que estudiar cada semana a fin de que los pudiésemos leer todos antes de la siguiente conferencia general. Algunas semanas leíamos uno y otras semanas leíamos dos, pero todos tenían que estudiar el discurso y marcar las porciones que les habían gustado; después, durante la noche de hogar, nos enseñaríamos mutuamente basándonos en las secciones que habíamos marcado.

Con frecuencia nuestros hijos hacían preguntas que daban inicio a nuestros análisis, o mi esposa y yo hacíamos preguntas basadas en nuestro estudio. Nos gustaba mucho oír a nuestros hijos adolescentes explicar sus respuestas a esas preguntas, compartir lo que habían aprendido en seminario, en la Iglesia, o en su estudio personal. Ésa llegó a ser una manera excelente de escuchar los testimonios informales unos de otros regularmente, en un ambiente muy cómodo y tranquilo.

Al poco tiempo, nos dimos cuenta de que en nuestro estudio de las Escrituras por la mañana seguíamos el mismo modelo; algunos días sólo leíamos algunos versículos, pues el tiempo se terminaba rápido porque analizábamos los versículos y cómo se aplicaban a lo que sucedía a nuestro alrededor.

Nuestras mañanas ahora están llenas de conversación, risa y armonía antes de que cada uno de nosotros se dedique a sus propias ocupaciones. Tenemos firmes testimonios del consejo de nuestro profeta de estudiar y orar juntos todos los días. Nuestra familia se ha transformado en una que aprende de los demás y nos fortalecemos mutuamente. Todo ello es el resultado de desear sacar más provecho de la conferencia general.

Ilustración fotográfica por Aubry Startin © IRI.