Crecimiento en terreno fértil: Jóvenes fieles de Uganda
Cindy Smith vivió en Uganda mientras su esposo trabajó allí; ahora viven en Utah, EE. UU.
A medida que aceptan y viven el evangelio de Jesucristo, los jóvenes de Uganda ven crecer la fe y la esperanza a su alrededor.
En medio de África del Este, el hermoso país de Uganda ha sido bendecido con ondulados cerros donde crecen cañas de azúcar y árboles de banana, así como con jóvenes que están listos para aceptar y vivir el evangelio de Jesucristo.
La primera estaca de Uganda se organizó en 2010. La Iglesia está creciendo rápido, y hay muchos hombres y mujeres jóvenes en cada barrio y rama.
Levantar un estandarte; ser un ejemplo
Las mujeres jóvenes de uno de los barrios se sintieron inspiradas por las enseñanzas de la hermana Elaine S. Dalton, Presidenta General de las Mujeres Jóvenes, en cuanto a la virtud: “Ahora es el momento de que cada uno de nosotros se levante y despliegue un estandarte al mundo para proclamar un regreso a la virtud”1. Las mujeres jóvenes escalaron un cerro con vista a la ciudad, izaron estandartes dorados como símbolo de su compromiso a ser ejemplos de la virtud y cantaron juntas “Bandera de Sión” (Himnos, Nº 4).
Estas mujeres jóvenes han elevado sus normas personales de rectitud. Su obediencia ha fortalecido su testimonio y ha influido en otras personas. La hermana Dalton dijo: “…no deben subestimar el poder de su recta influencia”2. Y, tal como un estandarte, el ejemplo de estas jovencitas ondea ante todo el mundo.
Al igual que muchas jovencitas de Uganda, Sandra camina más de una milla (1,6 km) para ir a la Iglesia, ayuda a limpiar el centro de reuniones los viernes y va a seminario los sábados. Durante la semana, se levanta antes de las cinco de la mañana para leer libros de la escuela; luego camina hasta la escuela y no regresa hasta las seis de la tarde. Tuvo que faltar a la escuela un año por dificultades económicas, pero afronta los desafíos con una actitud positiva: “El Evangelio realmente me ha ayudado a mantenerme firme e inmutable”.
Sandra es la única que es miembro de la Iglesia en su hogar, pero sus padres apoyan su servicio en la Iglesia, como cuando los miembros de la rama limpiaron el terreno de un orfanato local. Su familia ve la manera en que el Evangelio la ha ayudado a ser fuerte, aun cuando enfrenta problemas que no tienen solución. Al reflexionar sobre la fuente de su fortaleza, Sandra dice: “Cuando voy a la Iglesia, siento que me visto con la armadura de Dios” (véase Efesios 6:11–17).
A Susan, una conversa más reciente, le encanta la Iglesia. Originalmente, es de Sudán del Sur; su familia huyó de los conflictos en su país y tuvieron la bendición de recibir a los misioneros en Uganda. Al ser una refugiada, encontró paz y protección en el Evangelio. Los domingos llevaba a sus hermanos menores a la Iglesia junto con hasta otros diez niños que no eran miembros de la Iglesia. Después de la muerte inesperada de un integrante de la familia, regresó a Sudán del Sur, donde espera que la Iglesia se establezca en su región. Tanto Susan como Sandra enfrentan dificultades, pero confían en Dios y disfrutan los frutos de vivir el evangelio de Jesucristo (véase Alma 32:6–8, 43).
Sacrificarse para servir en una misión
Los jovencitos en Uganda comienzan a jugar al fútbol cuando son niños, y usan ramas atadas bien ajustadas como pelota. Desde que era muy pequeño, Dennis ha demostrado talento en ese deporte, y recibió una beca de su escuela secundaria (bachillerato) para jugar en su equipo. Después de terminar sus estudios de enseñanza media superior, un equipo profesional le ofreció un puesto remunerado, que incluía comida y alojamiento. Era un sueño hecho realidad, pero Dennis sabía que eso muy probablemente interferiría con sus planes de servir en una misión un año más tarde.
El deseo de Dennis de hacer lo que su Padre Celestial quería que hiciera era tan intenso que ni siquiera quiso ser tentado a quedarse en el equipo cuando llegase el momento de servir en una misión. Muchas personas pusieron en duda su decisión, pero Dennis está seguro de que tomó la decisión correcta, tanto para él como para los demás. “Mis dos hermanos menores y mi hermana menor acaban de bautizarse”, dice. “Nunca pensé que mi hermana escucharía el Evangelio. Cuando veo que Dios realiza milagros en la vida de mi familia, me da gran esperanza en el futuro”.
En el barrio de Dennis, los hombre jóvenes estudian la guía Predicad Mi Evangelio todas las semanas. Han llegado a ser como un equipo que trabaja de cerca con los misioneros de tiempo completo y lleva amigos a las reuniones dominicales o a otras actividades, entre ellas a los partidos de baloncesto y de fútbol, durante la semana. Los presbíteros han bautizado a amigos y a otras personas a quienes han ayudado a enseñar junto con los misioneros. A lo largo de varios años, este equipo de hombres jóvenes ha fortalecido a todo el barrio y cuatro de ellos, incluso Dennis, han recibido llamamientos a la Misión Kenia Nairobi.
Han seguido el consejo del élder David A. Bednar, del Quórum de los Doce Apóstoles, de que “lleguen a ser misioneros mucho antes de enviar sus papeles para la misión”3. Lo hicieron al trabajar juntos como quórum, un equipo mejor que cualquier otro.
Los cuatro misioneros sobrellevaron dificultades para poder servir. Wilberforce explica: “Ya casi perdía la esperanza de salir en una misión (debido al costo), pero entonces leí Mateo 6:19–20: ‘No os hagáis tesoros en la tierra… sino haceos tesoros en el cielo’. De modo que, con diligencia y dedicación, pude cumplir mi meta de servir en una misión de tiempo completo. Me encanta el servicio misional; no hay nada mejor que buscar primeramente el reino de los cielos”.
Esperanza para el futuro
Los jóvenes de Uganda están ayudando a edificar el reino de Dios aquí con gran esperanza en el futuro. Aunque no hay un templo en África del Este, los jóvenes esperan con ansia el momento en que se casarán en un templo distante. Una actividad de la estaca se centró en prepararse para entrar en el templo y, al finalizar, un miembro de la presidencia de estaca dio su testimonio: “Dios los ama; ustedes son el futuro de la Iglesia en Uganda”. Estos jóvenes rectos ya son de gran influencia.
Los hombres y las mujeres jóvenes de Uganda están sacrificando las cosas del mundo por las bendiciones que durarán para siempre. Han plantado la semilla de la fe y la están nutriendo con cuidado (véase Alma 32:33–37). Al igual que un árbol lleno de fruta (véase Alma 32:42), los jóvenes comparten la alegría del Evangelio en este terreno fértil.