“¡Eso es muy fácil, abuelo!”
De un discurso de la conferencia general de abril de 2013.
“Escudriñad las Escrituras, porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí” (Juan 5:39).
Amo el Libro de Mormón y a mi Salvador Jesucristo. Un día, le pregunté a mi nieta Raquel qué le parecería si se fijara la meta de leer el Libro de Mormón. Ella apenas había aprendido a leer.
“Pero, abuelo”, dijo, “es muy difícil; es un libro muy grande”.
Entonces le pedí que me leyera una página. Saqué un cronómetro y le tomé el tiempo; sólo le tomó tres minutos leer la página.
Leímos el Libro de Mormón en español, y la versión del Libro de Mormón en español tiene 642 páginas. Le dije que le llevaría 1.926 minutos leer el libro completo.
Eso podría haberla asustado aún más, así que dividí ese número por 60 minutos y le dije que sólo necesitaría 32 horas para leerlo, lo que equivalía a ¡menos de un día y medio!
Entonces me dijo: “¡Eso es muy fácil, abuelo!”.
A Raquel, a su hermano Esteban y a nuestros otros nietos les tomó un poco más de tiempo leerlo, porque cuando lo leemos, debemos tomar el tiempo para orar y pensar en lo que hemos leído.
Tal como Raquel y Esteban, todos podemos aprender a amar las Escrituras, y entonces cada uno podrá exclamar: “¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras!, más que la miel a mi boca” (Salmos 119:103).