Sigamos al profeta
De un devocional del Sistema Educativo de la Iglesia pronunciado en la Universidad Brigham Young—Idaho, el 5 de mayo de 2013. Para leer el discurso completo, visite lds.org/broadcasts.
Al seguir al presidente Monson y tratar de ser más como él, inevitablemente llegaremos a ser discípulos más fieles del Señor Jesucristo.
Hace varios años, precisamente antes de la conferencia general, el presidente Thomas S. Monson enseñó una lección maravillosa; esa vez iba dirigida a Autoridades Generales que habían viajado a Salt Lake City, Utah; muchos de ellos de lugares alrededor del mundo donde prestaban servicio en Presidencias de Áreas. Nos habíamos reunido para ser instruidos por la Primera Presidencia y los Doce Apóstoles.
Al acercarse la hora de la reunión, todos parecían estar presentes con excepción del presidente Monson. Varios minutos antes de que empezara la reunión, dejamos de conversar unos con otros y permanecimos sentados reverentemente escuchando el preludio, esperando que el Profeta llegara en cualquier momento.
Esperamos pacientemente; ya eran pasadas las 9:00 y aún no había llegado. Alguien salió por la puerta lateral, obviamente para ver si había algún problema; al regresar, dijo: “El presidente Monson estará con ustedes en breve”.
Aproximadamente quince minutos más tarde, el presidente Monson entró en la sala; en señal de respeto, nos pusimos de pie cuando entró. Nos dio gusto verlo y estábamos contentos de que se viera bien; no había ninguna razón obvia por la que se hubiese retrasado.
El presidente Monson fue directamente al púlpito y dijo: “Hermanos, lamento llegar tarde, pero mi esposa me necesitaba esta mañana”.
Me sentí profundamente impresionado y conmovido, y no podía dejar de pensar en sus palabras.
Ésa era una reunión sumamente importante; todo el liderazgo principal de la Iglesia se encontraba congregado, pero el presidente Monson nos dio a todos el ejemplo: su esposa lo necesitaba y él tomó el tiempo necesario para atenderla. Fue un gran sermón. No recuerdo nada de lo que se dijo ese día, pero recuerdo ese sermón: “Mi esposa me necesitaba”.
Sigamos el ejemplo del profeta
Quisiera sugerir cinco maneras de seguir el ejemplo del presidente Monson.
1. Podemos ser positivos y podemos ser felices.
En la Perla de Gran Precio, el profeta José Smith describe su “jovial temperamento” (José Smith—Historia 1:28). “Jovial” también describe al presidente Monson.
En una ocasión, el presidente Monson dijo: “Podemos elegir tener una actitud positiva. No podemos dirigir el viento, pero podemos ajustar las velas; en otras palabras, podemos elegir ser felices y positivos, no importa lo que se interponga en nuestro camino”1.
Un día, me encontraba esperando afuera de la sala de conferencias de la Primera Presidencia; se me había invitado a tomar parte en una reunión para hablar sobre los asuntos del templo. Esperaba a solas en silencio afuera de la sala; pensé que la Primera Presidencia ya se encontraba reunida y que en unos minutos me invitarían a pasar.
Mientras estaba sentado allí, oí que alguien venía silbando por el pasillo. Pensé: “Alguien no entiende el debido protocolo; uno no camina silbando afuera de la oficina del Presidente de la Iglesia”.
Un momento más tarde aparecía el silbador a la vuelta de la esquina: era el presidente Monson; su actitud era feliz y positiva. Me saludó cordialmente y dijo: “Supongo que empezaremos la reunión en un par de minutos”.
Aun llevando el peso de toda la Iglesia sobre sus hombros, él es un ejemplo de felicidad y siempre tiene una actitud positiva. Todos deberíamos ser así.
2. Podemos ser amables y amorosos con los niños.
Jesús solía hablar de los niños; Su profeta, el presidente Monson, también suele hablar de los niños. He visto, particularmente en las dedicaciones de los templos, lo mucho que ama a los niños y, mediante su ejemplo, nos enseña cómo tratarlos. En la dedicación de cada templo, concentra su atención en los niños; le encanta incluirlos en la ceremonia de la piedra angular y siempre invita a varios de ellos a que pongan mortero (cemento) en la piedra a fin de participar en la terminación simbólica del templo. Hace que sea entretenido para ellos, hace que sea algo memorable; siempre los recibe con una gran sonrisa, los alienta y los felicita. Es algo maravilloso de ver.
Sus cálidos saludos en ocasiones incluyen el chocar las palmas de la mano, mover las orejas y alentarlos a servir en misiones y a casarse en el templo.
Hace unos años, se había programado que el presidente Monson dedicara el Templo Oquirrh Mountain, Utah, el día de su cumpleaños. Cuando llegó al templo y se acercó a la puerta principal, había un grupo de jóvenes reunido y obviamente sabían que era el cumpleaños del presidente Monson porque empezaron a cantarle “Que los cumpla feliz”. Él se detuvo ante ellos con una gran sonrisa, incluso empezó a mover los brazos como si estuviese dirigiéndolos al cantar. Al terminar, añadieron el refrán: “Y muchos más”, a lo que él me dijo: “Ésa es mi parte favorita”.
Los niños y los jóvenes de la Iglesia lo aman, ¡y no tienen ninguna duda de que él los ama también!
3. Podemos seguir las impresiones del Espíritu.
El presidente Monson declaró hermosamente su devoción al Señor y su cometido de seguir las impresiones del Espíritu con estas palabras: “La experiencia más dulce que he tenido es sentir una impresión del Espíritu y actuar de acuerdo con ella, para luego descubrir que es el cumplimiento de la oración o de la necesidad de alguien; y deseo que el Señor sepa que si necesita una mano para hacer algo, Tom Monson se la dará”2.
Ése es un modelo que cada uno de nosotros debería querer seguir.
4. Podemos amar el templo.
El presidente Monson pasará a la historia como uno de los grandes edificadores de templos en la historia de la Iglesia. Desde que llegó a ser Presidente de la Iglesia en febrero de 2008, ha continuado la gran obra de edificar templos. En los seis años que ha sido Profeta, el presidente Monson ha anunciado planes para construir 33 templos nuevos.
El presidente Monson ha dicho: “Ruego que cada uno de nosotros lleve una vida digna, con manos limpias y un corazón puro, para que el templo influya en nuestra vida y en nuestra familia”3.
También ha hecho esta maravillosa promesa: “A medida que amemos el templo, lo toquemos y asistamos a él, nuestras vidas reflejarán nuestra fe. Al asistir a esas casas santas de Dios, al recordar los convenios que hacemos en ellos, seremos capaces de soportar toda tribulación y sobreponernos a cada tentación”4.
Sigamos el modelo que el profeta nos ha dado de amar el templo.
5. Podemos ser amables, considerados y amorosos.
El presidente Monson es un ejemplo maravilloso de amor hacia los demás. Todo su ministerio ha estado lleno de visitas a hogares; de imponer las manos para dar bendiciones; hacer llamadas telefónicas inesperadas para brindar consuelo y aliento; enviar cartas de aliento, felicitaciones y aprecio; visitar hospitales y asilos; y encontrar tiempo para ir a funerales y velatorios a pesar de tener un horario sumamente ocupado.
Así como lo haría el Salvador, Thomas Monson ha andado haciendo bienes (véase Hechos 10:38), bendiciendo y amando a los demás; ésa ha sido la fuerza motivadora de su vida.
En 2012, ocurrió un ejemplo extraordinario de la bondad del presidente Monson. Al aproximarse el término de la construcción del hermoso Templo de Brigham City, Utah, me reuní con la Primera Presidencia a fin de hablar sobre los planes para la dedicación del mismo. Por estar Brigham City tan sólo a una hora al norte de Salt Lake City, habría sido muy fácil para el presidente Monson viajar hasta allí para la dedicación.
En lugar de ello, el presidente Monson dijo: “Brigham City es la ciudad natal del presidente Boyd K. Packer, ese gran Apóstol que se ha sentado a mi lado por tantos años en el Quórum de los Doce. Quiero que tenga el honor y la bendición de dedicar el templo de su ciudad natal; yo me mantendré al margen, y asignaré al presidente Packer para que dedique el Templo de Brigham City. Quiero que sea su día”.
Fue un día maravilloso para el presidente Packer y para la hermana Packer, quien también se crió en Brigham City. Me conmovió sobremanera la expresión noble y magnánima del presidente Monson para con su compañero Apóstol. Todos podemos ser así; podemos compartir y ser amables y pensar más en las personas que nos rodean.
El modelo de un profeta
Por medio de sus maravillosos e inspiradores mensajes en las conferencias generales, el presidente Monson nos ha enseñado la manera de vivir. Mediante su extraordinario y maravilloso ejemplo personal nos ha enseñado a ser seguidores de Jesucristo. Verdaderamente el Señor nos ha dado un modelo en todas las cosas, y uno de los modelos que debemos tratar de seguir es el de nuestro amado profeta.
Testifico que hay un Dios en los cielos que nos conoce y nos ama. Él nos ha dado un profeta para guiarnos, enseñarnos y dirigirnos en estos últimos días. Sé que el Señor espera que amemos al profeta, que lo sostengamos y que sigamos su ejemplo.
Considero que es una gran bendición vivir en esta época en que Thomas S. Monson es el profeta del Señor. Al seguirlo y tratar de ser más como él, inevitablemente llegaremos a ser discípulos más fieles del Señor Jesucristo.