El poder para bendecir a todo el mundo
Los líderes de la Iglesia nos han enseñado que las ordenanzas y los convenios del sacerdocio están al alcance de todos los hijos de Dios: hombres y mujeres.
“El sacerdocio es el poder y la autoridad de Dios que se dan para la salvación y la bendición de todos: hombres, mujeres y niños…
“Existen bendiciones especiales de Dios para cada persona digna que se bautiza, recibe el Espíritu Santo y participa regularmente de la Santa Cena. El templo nos brinda luz y fortaleza adicionales, además de la promesa de la vida eterna (véase D. y C. 138:37, 51)”.
Véase élder Neil L. Andersen, del Quórum de los Doce Apóstoles, “Poder en el sacerdocio”, Liahona, noviembre de 2013, pág. 92.
“[Las] ordenanzas y [los] convenios del sacerdocio proporcionan acceso a la plenitud de las bendiciones que Dios nos ha prometido, las cuales son posibles gracias a la expiación del Salvador. Esas ordenanzas invisten a los hijos e hijas de Dios con poder, el poder de Dios, y nos brindan la oportunidad de obtener la vida eterna: regresar a la presencia de Dios y vivir con Él como parte de Su familia eterna”.
Carole M. Stephens, Primera Consejera de la Presidencia General de la Sociedad de Socorro, “¿Sabemos lo que poseemos?”, Liahona, noviembre de 2013, pág. 12.
“Es sumamente importante que comprendamos que nuestro Padre Celestial ha proporcionado una manera para que todos Sus hijos e hijas puedan acceder a las bendiciones del sacerdocio y sean fortalecidos mediante ese poder. En el plan que Dios tiene para Sus hijos procreados en espíritu es fundamental la declaración que Él ha hecho: ‘Ésta es mi obra y mi gloria: Llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre’ (Moisés 1:39)”.
Élder M. Russell Ballard, del Quórum de los Doce Apóstoles, “‘Ésta es mi obra y gloria’”, Liahona, mayo de 2013, pág. 19.