Permanezcamos junto al árbol
La visión que tuvo Lehi del árbol de la vida es una potente parábola sobre lo que es perseverar hasta el fin.
Poco antes de que el presidente Heber J. Grant muriera, una de las Autoridades Generales fue a visitarlo y, mientras estaba allí, oyó decir al presidente, mientras oraba: “¡Oh, Dios, bendíceme para no perder mi testimonio y permanecer fiel hasta el fin!”1. Ésa era su oración ferviente después de casi veintisiete años de ser Presidente de la Iglesia. Su ejemplo es un potente recordatorio de que nadie, a ninguna edad, es inmune a la influencia de Satanás; dos de las armas más fuertes que él tiene son la distracción y el engaño.
El perseverar hasta el fin es una señal del verdadero discipulado y es esencial para la vida eterna. Sin embargo, cuando enfrentamos pruebas y dificultades, muchas veces se nos dice sencillamente que lo “soportemos”. Quiero aclarar algo: “soportar” no es un principio del Evangelio. Perseverar hasta el fin significa venir a Cristo constantemente y ser perfeccionados en Él.
Si el perseverar hasta el fin es esencial para obtener la vida eterna, ¿por qué tenemos que luchar para ser fieles? Luchamos cuando tenemos que decidir entre dos cosas que compiten en prioridad. La obediencia desganada y el compromiso tibio destruyen la fe. El perseverar hasta el fin nos exige un compromiso total con el Salvador y hacia nuestros convenios.
La visión que tuvo Lehi del árbol de la vida es una poderosa parábola sobre lo que es perseverar hasta el fin. Los invito a que estudien el sueño de Lehi y mediten al respecto, en espíritu de oración; luego, aplíquenlo a ustedes mismos. Al hacerlo, consideren atentamente seis principios importantes que nos ayudan a perseverar hasta el fin.
1. No se olviden de orar
Todo empieza con Lehi, solo, “en un desierto obscuro y lúgubre”2. Cada uno de nosotros pasa por períodos de obscuridad y soledad. “Al navegar por ese mar de desesperación, mi alma se consuela en secreta oración”3. Sigan el ejemplo del presidente Heber J. Grant y oren pidiendo la fortaleza para perseverar hasta el fin. Pregunten al Padre Celestial: “¿Qué más deseas Tú que yo haga?”.
2. Vengan a Cristo y perfecciónense en Él
El árbol de la vida es el punto central del sueño de Lehi. Todo señala hacia el árbol, que representa a Cristo, quien es una clara manifestación del amor de Dios. El fruto es Su expiación infinita, una grandiosa evidencia del amor de Dios. La vida eterna con nuestros seres queridos es más dulce y preferible que cualquier otra cosa; para lograr ese don, debemos “venir a Cristo y [perfeccionarnos] en él”4. Él es “el camino, y la verdad y la vida”5. Podemos llenar nuestra vida de logros y buenas obras, pero al fin, si no hacemos convenios sagrados de seguir a Cristo y los guardamos fielmente, habremos fracasado totalmente y por completo en cumplir nuestro verdadero propósito.
3. Sigan adelante con fe
Hay un sendero que conduce al árbol de la vida, a Cristo; es estrecho y angosto, estricto y exacto. Los mandamientos de Dios son estrictos pero no restrictivos; nos protegen del peligro espiritual y físico, y evitan que nos perdamos.
La obediencia fortalece la fe en Cristo. La fe es un principio de acción y poder. El seguir constantemente el ejemplo del Salvador aumenta la capacidad y la fuerza espirituales. Sin el poder fortalecedor y habilitador de la Expiación, es imposible mantenerse en el sendero y perseverar.
4. El Libro de Mormón es la clave para la supervivencia espiritual
La trayectoria de la vida es ardua, y es fácil distraerse, desviarse del camino y perderse. La tribulación es una parte inevitable e indispensable de nuestro progreso eterno; cuando sobrevenga la adversidad, no permitan que algo que no entienden destruya totalmente todo lo que en efecto saben. Sean pacientes, aférrense a la verdad y recibirán entendimiento. Las pruebas son como un extenso vapor de tinieblas que puede cegarnos y endurecer el corazón. A menos que estemos “asidos constantemente”7 a la palabra de Dios y la vivamos, nos volveremos espiritualmente ciegos en lugar de ser de ánimo espiritual. ¡Escudriñen el Libro de Mormón y las palabras de los profetas vivientes día a día, día tras día, todos los días! Es la clave para sobrevivir espiritualmente y evitar el engaño. Sin eso, estamos espiritualmente perdidos.
5. No se distraigan ni se dejen engañar
Considerar algo es prestar atención minuciosa a ese algo. El prestar atención a los que no creen en Cristo no nos ayudará a encontrarlo; hacer una búsqueda de #edificioespacioso para hallar conocimiento no nos llevará a la verdad; no se publica allí. Sólo el Salvador tiene las “palabras de vida eterna”8; cualquier otra cosa son solamente palabras. El edificio grande y espacioso simboliza las “vanas ilusiones y el orgullo”9 del mundo o, en otras palabras, la distracción y el engaño. Está lleno de gente bien vestida que parece tenerlo todo pero se burla del Salvador y de aquellos que lo siguen; son personas “que siempre están aprendiendo, pero nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad”10. Podrían ser bien vistas, pero están espiritualmente extraviadas.
6. Permanezcan junto al árbol
El mensaje de Lehi es que permanezcamos junto al árbol, y permanecemos allí porque nos hemos convertido al Señor. Alma enseñó: “He aquí, él cambió sus corazones; sí, los despertó de un profundo sueño, y despertaron en cuanto a Dios”11. Al entregar nuestro corazón a Dios, el Espíritu Santo cambia nuestra naturaleza misma, llegamos a convertirnos completamente al Señor y ya no buscamos el edificio espacioso. Si dejamos de hacer aquello que produce una conversión profunda, retrocedemos espiritualmente. La apostasía es lo opuesto a la conversión.
A todos los misioneros, pasados y presentes: élderes y hermanas, ustedes no pueden sencillamente volver de la misión, zambullirse en Babilonia y pasar horas interminables ganando puntos sin sentido en juegos de video vanos sin caer en un profundo adormecimiento espiritual. Tampoco pueden permitirse acceder a la pornografía en línea ni hacer caso omiso a la virtud y a la castidad sin que haya terribles consecuencias espirituales. Si pierden el Espíritu, están perdidos; no se dejen distraer ni engañar.
Los verdaderos discípulos continúan manteniéndose despiertos con respecto a Dios todos los días mediante la oración personal significativa, el estudio serio de las Escrituras, la obediencia personal y el servicio desinteresado. Permanezcan junto al árbol y manténganse despiertos.
Hace varios años, mi esposa y yo fuimos llamados a presidir la Misión Washington Tacoma. El llamamiento nos tomó totalmente por sorpresa. Con cierta ansiedad, me reuní con el presidente y el director general de la compañía en la que trabajaba y les informé sobre mi llamamiento misional. Ellos se mostraron molestos ante mi decisión de dejar la compañía y preguntaron: “¿Cuándo tomó esa decisión y por qué no habló antes con nosotros?”.
En un momento de claro discernimiento, me vino a la mente una respuesta profunda y les dije: “Tomé esa decisión cuando tenía diecinueve años e hice convenios sagrados con Dios en el templo de seguir al Salvador. He fundado toda mi vida en esos convenios y tengo toda la intención de mantenerlos ahora”.
Una vez que entramos en convenios con Dios, no hay marcha atrás. Ceder, rendirse o renunciar no son opciones. En el reino de Dios hay una norma de excelencia para la exaltación y ¡requiere discípulos valientes! No hay lugar para discípulos mediocres ni satisfechos de sí mismos. Lo mediocre es contrario a la excelencia y un compromiso de calidad media les impedirá perseverar hasta el fin.
Si están en una lucha, confusos o espiritualmente perdidos, los exhorto a hacer algo que sé que los hará volver al camino. Empiecen otra vez a estudiar el Libro de Mormón con espíritu de oración y a vivir según sus enseñanzas día a día, día tras día, todos los días. Testifico del profundo poder del Libro de Mormón que transformará su vida y fortalecerá su determinación de seguir a Cristo. El Espíritu Santo les cambiará el corazón, los ayudará a ver “las cosas como realmente son”12 y les indicará qué deben hacer después. Ésta es la promesa de Nefi para ustedes:
“Y les dije que… quienes escucharan la palabra de Dios y se aferraran a ella, no perecerían jamás; ni los vencerían las tentaciones ni los ardientes dardos del adversario para cegarlos y llevarlos hasta la destrucción.
“Por tanto… los exhorté… a que obedecieran la palabra de Dios y se acordaran siempre de guardar sus mandamientos en todas las cosas”13.
Hermanos y hermanas, perseverar hasta el fin es la gran prueba del discipulado. Nuestra condición diaria de discípulos determinará nuestro destino eterno. Despierten en cuanto a Dios, aférrense a la verdad, guarden los convenios sagrados que han hecho en el templo y ¡permanezcan junto al árbol!
Testifico del Cristo resucitado y viviente. Sé que Él vive. Mi mayor deseo es ser leal y fiel hasta el fin siguiendo Su magnífico ejemplo. En el sagrado nombre de Jesucristo. Amén.